Historias Deportivas de Xalapa

  • De la nada a la silla de los campeones.
  • Aquella final: Calzado Canadá vs PRI Municipal.

Xalapa

En tanto que a mediados de la década de los años 50’s, en la Gran Carpa, los Mulos del Manhattan se llenaban de trofeos ganando en series mundiales a sus “clientes” preferidos, los paupérrimos Dodgers de Brooklyn y los Gigantes de la misma urbe de hierro, hasta que en 1955 finalmente los segundos ganaron el “Clásico” a sus acérrimos rivales en siete partidos –aunque al año siguiente los Yanquis les pasaron la factura con la misma medicina, aquí en la vieja Liga Mexicana de Béisbol, todavía con etiqueta de “independiente”, el cubano Adolfo Luque hacía historia al llevar, primero a los Rojos del Águila de Veracruz y luego a los Tecolotes de Nuevo Laredo a la conquista de sendos trofeos frente a equipos como el Unión Laguna de Torreón, Sultanes de Monterrey y Leones de Yucatán, finalmente en el 1955 bajo la batuta del gringo George Genovese los Tigres Capitalinos lograron el gallardete ante los Tecolotes, aunque al año siguiente lo perdieron ante los Diablos Rojos, que ya tenían como piloto al inmortal Lázaro Salazar, luego de que éste dejara profunda huella con los Cafeteros de Córdoba.

Mientras esto ocurría, en nuestro béisbol doméstico, los seis equipos involucrados en la pelea por el campeonato de segunda fuerza de la Liga Xalapeña y los ocho que militaban en Tercera, ya se encontraban en la llamada “postemporada”, en la que, Transportes Xalapa de Ricardo Suárez imponía condiciones y lo mismo hacía el Trenistas del Sección 12 en la categoría inferior.  En Cuarta Fuerza dividida en dos grupos, se efectuaban los tradicionales juegos semifinales, sistema que el viejo circuito también aplicaba en la temporada invierno-primaveral, cuya campaña 1955-1956 ya se encontraba en plena preparación con sus futuros participantes realizando juegos de “práctica”.

En esos años, un puñado de incipientes peloteros, se daba cita los días martes y jueves de cada semana en las instalaciones del viejo Estadio Xalapeño, simplemente para ejercitarse y practicar un poco de béisbol, todo bajo la lupa de don Valentín Reyes Guevara, empresario zapatero a quien gustaba también el baloncesto y quien se hacía acompañar de su consanguíneo don Juventino de los mismos apellidos. Dentro del grupo de entusiastas deportistas de encontraba: Homero Guerrero, Andrés Zamudio, Salvador Vista Altamirano, Héctor Castellanos, a quienes más adelante se les unieron los hermanos Nogueira Huerta: Daniel y Juanito que tenían su residencia en la calle de Hidalgo frente a Los Berros; lo mismo ocurrió con los hermanos Guiot Batista: Carlos y Mario, todos, aprovechando que todavía se podía jugar béisbol dentro del viejo Estadio, se echaban su “guantutri” antes de retirarse para, cada quien, acudir a cumplir con sus labores cotidianas.

Justo enfrente en el llamado campo “23 de abril” o “El Árbol” otro grupo de peloteros que formaban parte del equipo “Bravos” del Dique, al mando de los hermanos Méndez, también realizaban sus prácticas y, con el tiempo llegaron a involucrarse “con los muchachos del otro lado de las columnas” para celebrar juegos de siete entradas. Eran, aproximadamente, siete los peloteros del popular Barrio, grupo que posteriormente se vio diezmado con la sangría de tres jugadores que fueron registrados por un equipo de Tercera Fuerza.

Al acercarse el inicio de la campaña invernal, don Daniel Nogueira Huerta y don Valentín Reyes Guevara, llegaron al acuerdo de integrar un equipo de béisbol en forma y registrarlo en la Liga que presidían don Joaquín Burillo Díaz y el “Capi” Valerio. Así ocurrió faltando dos semanas para el inicio de la campaña, lapso en el que don Valentín pudo uniformar al equipo, gracias a la respuesta que, de Guadalajara le dieron los representantes de la compañía Calzado Canadá.

Eufemio Rivera, sin mucho ruido, se unió a las prácticas del nuevo equipo y, llegó a ser el serpentinero de confianza del piloto don Daniel Nogueira, que también contaba con su hermano Juan como relevo largo; Chava Vista como relevo corto y dos representantes del Dique eran los “cerradores”.

Calzado Canadá fue sembrado en el grupo A de cuarta fuerza y desde el principio observó poderío a la ofensiva y buena presencia en el pitcheo. “Del otro lado de la mesa” en el grupo B se encontraban ocho equipos de abolengo, entre ellos el futuro monarca: PRI Municipal que lucía poder en el pitcheo y muy buenos toleteros. Ambos equipos lograron calificar a la final –aunque los Zapateros perdieron lo invicto en la segunda vuelta ante la Prepa Juárez del “Gringo” Davis- y en el juego titular se produjo un tremendo lleno en el vetusto Deportivo Colón: porras de ambos lados; esposas y familiares de los peloteros arengando al triunfo a sus jugadores que se lucían en el campo, merced a que el partido fue transmitido por la XEKL con Miguel Cornelio López Tira-Tira” en apoyo de Daniel Nogueira y Héctor Perea Hernández, así como el profesor Raúl Muñoz Hernández encargados de la comercialización.

El juego fue un cotejo no apto para cardíacos; la balanza se inclinó por ambos lados, pero al final en una reacción heroica, Calzado Canadá se hizo del triunfo 7-5 para llevarse un hermoso trofeo que fue exhibido en la zapatería El Refugio de la calle de Revolución y en la del Calzado Canadá de la calle de Enríquez. Al final de la contienda, los jugadores de ambos bandos compartieron el pan y la sal, toda vez que ambos se habían preparado para el “gran festejo”. El PRI Municipal hizo su reunión en los bajos del Deportivo Colón, en tanto que la novena ganadora, en pleno, se trasladó a una residencia de la calle de Reforma para dar rienda suelta a sus emociones contenidas, ésta prosiguió en la Casa Nogueira de la avenida Hidalgo y se prolongó bien entrada la noche.

Calzado Canadá, en base a los estatutos que regían al viejo circuito, fue ascendido automáticamente a la campaña primavera-verano de tercera fuerza del 1956. Con la obligada salida de algunos peloteros que fueron llamados por conjuntos de segunda fuerza, el equipo se vio diezmado considerablemente; los refuerzos no respondieron y el equipo no logró obtener la calificación para la postemporada, además de que, por cuestiones de trabajo, don Daniel Nogueira tuvo que abandonar la nave y su relevo no tuvo suerte. Al terminar la campaña, sin pena ni gloria, Calzado Canadá y su patrocinador se despidieron de la gran aventura, mientras que parte de sus peloteros campeones fueron registrados por otros equipos.

Y… colorín, colorado: este cuento se ha terminado.