EL DILUVIO RECORDÓ A MUCHOS, TIEMPOS IDOS
|60 SEGUNDOS
RAUL GONZALEZ RIVERA
EL DILUVIO RECORDÓ A MUCHOS, TIEMPOS IDOS
Parecía que el mundo se nos venía encima, comentó la señora Ifigenia Hernández, quien a la vez comentaría que la autoridad se aparece después de ocurrida la tragedia.
Lo que nos faltaba, dirían vecinos de las Américas y la avenida Lázaro Cárdenas. Los ríos del agua de lluvia arrasaron con todo y lo más peligroso que arrastraban pedruscos de todos los tamaños.
Atarjeas y traga-tormentas, sirvieron para dos cosas, demostrar que están repletas de basuras por falta de mantenimiento y le recuerdan a la ciudad, que cada que llueve como ayer y en la noche, la inundación es inevitable. Nunca la autoridad- del nivel que usted la quiera- ha podido saldar la cuenta que tiene pendiente con una ciudad que crece anárquicamente.
Urbanistas de todas las administraciones municipales, al menos de un pasado reciente jamás vieron la gravedad de un problema que agobia a miles, que destruye viviendas, provoca derrumbes y afecta el patrimonio de muchos, como acaba de ocurrir apenas hace unas horas.
Sin el famoso plano regulador, bajo el cual se fundaron y desarrollaron las ciudades por caso de Veracruz, puerto y Coatzacoalcos, Xalapa, producto de las enormes complicidades entre líderes de colonos pelafustanes y los funcionarios públicos venales, ha fundado ya más de 450 colonias, muchas de ellos, con apenas cincuenta vecinos, pero sin que exista un registro por parte de instituciones públicas que revele sobre todo la improvisación y por ende, la corrupción.
Todo arrancó hace poco más de medio siglo, cuando en el Huichazal y la colonia “Rubén Pabello Acosta” se inundaron y propiciaron que miles de colonos, salieran de sus moradas, encaminaran pasos al corazón de la aldea, y elevaran su patética protesta pública, porque les habían vendido predios y construido sus viviendas, sobre terrenos a las cuales el agua de la lluvia les iba a llegar al cuello, como sucedía año con año.
Lo ocurrido ayer, no fue más que la fotografía que se repite, cada que una torrencial lluvia se abate sobre la ciudad.
La autoridad no resuelve problemas para largo plazo, lo hace momentáneamente, más para satisfacer sus personales antojos como el de que la gente tenga que agradecerle que mandó los trascabos, las grúas y a los valientes y oficiosos elementos con que cuentan las instancias de protección civil, listos para la gráfica, cuando ayudan a sacar montañas de escombros y agua sucia, de una de las casas más alejadas del corazón de la otrora Atenas veracruzana.
Del recuento que harán autoridades, seguramente confirmarán que no se registraron pérdidas humanas, si acaso el tremendo susto y los nervios a punto de estallarles a las bondadosas mujeres, que postradas en las iglesias, sostienen que ya no aguantan el encierro por la epidemia y ahora que hayan tenido que salir corriendo de sus moradas, ante el riesgo de morir ahogados por lluvia, agua con lodo y pedruscos, como ocurrió en más de 50 colonias, donde ahora, pueden volver con un marcado riesgo y terror, como el que se aprecia pintado en sus rostros.
PORROS PRIISTAS YA SE FUERON, PERO UN LÍDER NATURAL, ¿DÓNDE?
Ciertamente, los porros que se mantuvieron de los presupuestos que explotaron por decenios amamantados. Por el erario público ya no están.
Tránsfugas, traidores, chaqueteros y chapulines, son algunos de los apelativos que se ganaron, aquellos que juraron ser socios tricolores hasta su muerte, pero que cuando el vasallaje emprendido por aquellos, igual los puso en la calle, sin prestigio alguno, la casa se vació, pero el cascarón de Moreno y Ruiz Cortines tenía que seguir, no obstante que un líder natural, auténtico y visionario, no se ve por ninguno de sus costados.
Tanto que muchos siguen considerando o preguntando, sí Héctor Yunes Landa, es o sigue siendo el dirigente estatal, porque a nadie más avistan, siendo ya el cuarto para las 12 y los pronósticos aún más reservados, son en el sentido de que la maquinaria tricolor, va a desaparecer definitivamente del mapa partidario de este país.
El México de estos días, todavía cuenta con ocho gobernadores salidos de las trincheras priistas, pero si la borrasca los amaga con su desaparición, júrelo usted, que como muchos chaqueteros, abandonan al PRI y se alían al partido en el poder. Ya no harán mancuerna con panistas, ni perredistas, menos con petistas y por obviedad, tampoco con el partido chapulín, como se califica el verde ecologista de México.
Hace unos días, en un acto de Movimiento Territorial, al cual concurrirían socios tricolores de raigambre en esas filas, también aparecieron los orejas que mamaron siempre con las lides del ex partidazo, pero que no dejan de olfatear en las reuniones que llevan a cabo los asociados priistas, solo que en esta ocasión, la cumbre o conclave, lo encabezaba el diputado federal Héctor Yunes Landa.
Sin duda, hay que reafirmarlo, el único dirigente que conforme a su sentir y manejo como tal llamó en su momento a las cosas por su nombre, acusó de corrupción al último régimen priista y pidió a su titular, el señor Javier Duarte, y a toda su banda que se entregara a la justicia, para no seguir dañando a la familia tricolor y principalmente al pueblo de la entidad veracruzana.
Una vez identificado el malandrín, fue el propio Yunes Landa quien le exigiera que saliera, echándolo a empujones algunos leales a la causa de MT, lo que aplaudieron también ajenos a la histórica agencia de colocaciones políticas.
Es de los contaditos dirigentes, que siendo del PRI a la hora de rendir su personal patrimonio, dejó con los ojos cuadrados a sus adversarios, porque confió en que contaba con una sola residencia, en la que habita con su familia, y que la habría conseguido pagando todavía un crédito hipotecario.
Por supuesto, que el viejo régimen dejó hecho ruinas al PRI veracruzano, lo que hace suponer a no pocos ciudadanos honestos que si Yunes Landa, está decidido a tratar de darle nueva vida al partido en caída, enhorabuena, pero con una clara ideología, un legajo de principios que realcen el origen histórico de su sigla y que torne a la vida pública, pero con rostros diferentes a los que mostraron las pandillas que por 40 años explotaron la sigla, asaltaron sus partidas presupuestarias y engañaron al pueblo.
CÓMO VA A SER LA ENSEÑANZA, SI UNIVERSITARIOS NO LEEN
Salvo honrosas excepciones, porque seguramente en algunas escuelas y facultades se lee más o se lee al menos por parte de sus estudiantes los textos que les demandan sus profesores, una experiencia que vale la pena citar, en 30 años de ejercer la cátedra en la facultad de Derecho, a diferencia de un grueso de académicos o porque las asignaturas no lo demandaban, en su plan de estudios, se estimulaba la lectura de libros, doce por semestre, relacionados con distintas áreas de la ciencia social y la cultura en general.
Acaba de decir el presidente Andrés Manuel López Obrador, que no es lo mismo educación que cultura y que los profesionales de esta era, deben combinar ambas ramas del saber humano, pero con probada certidumbre.
Educar, tiene que ver con las materias radical y absolutamente como lo enseñan los textos y los códigos, por caso en la carrera de Leyes, en la que sus autores son los mismos de hace cincuenta años y no cambian. Aprender de memoria los artículos que conforman los códigos civil y penal, y demás materias colaterales, es una locura. Tampoco es necesario. Observan destacados juristas locales y nacionales.
Adquirir o asimilar la cultura, podría advertirse como una necesidad, que deberán cubrir las nuevas generaciones, porque sin ésta, el ejercicio de un profesional y que seguramente ahora deberá ejercer o dirigirse a su clientela a través de la imagen bonita de la televisión o la conferencia usando la herramienta poderosa del zoom, su profesor urgirá de una ampliación en su base cultural personal, de alguna manera que podría catalogarse de ejemplar.
Generaciones completas de estudiantes universitarios, se reconocieron porque al margen de sus textos relacionados puntualmente con la asignatura de repite contenidos, como lo dictaban nuestros académicos tradicionalistas, a diferencia aquellos, cumplían con la lectura de 12 libros ajenos al derecho, todos de cultura general, comenzando por la “Historia Mínima de México”, y al final del semestre, cada joven debía presentar un resumen escrito, de las obras que había leído y finalmente, exponía frente a grupo, uno de los temas de su personal elección. Esta práctica satisfizo al grueso de esos futuros abogados, educativa e intelectualmente.
La experiencia del grueso de profesores, les deja un amargo sabor de boca, porque una mayoría aplastante de universitarios, inclusive, no lee ni siquiera completas las páginas de sus libros, en el curso de los semestres en que se divide su plan de estudios, lo que exhibe a una gama de profesionales en su ejercicio, por falta de conocimientos y cultura general.
Porque si bien el conocimiento quizá lo hayan almacenado en sus cerebros, exponerlo en la vida práctica, les cuesta horrores, lo que de acuerdo con la nueva enseñanza va a propiciar sobre todo en el campo del derecho, que muchos clientes prefieran invocar ellos, su personal defensa a sus casos y controversias legales. Es todo.