EL HOMBRE DE MACUSPANA DEMOSTRÓ SU CALIDAD POLÍTICA

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA 

EL HOMBRE DE MACUSPANA DEMOSTRÓ SU CALIDAD POLÍTICA 

            Andrés Manuel López Obrador demostró, con su visita a Estados Unidos, que es un estratega político de grandes ligas.

            Los adversarios del hombre de Macuspana deberán guardarse para otro momento, porque en esta ocasión, con su visita al presidente Donald Trump, gana AMLO y ganan los mexicanos.

            El trato respetuoso, diplomático y de amigos –aunque no lo son– que le brindó el magnate famoso por maltratar, ofender y lastimar a otros jefes de Estado y presidentes, en el caso de López Obrador no se dio.

            Más allá de la firma del tratado comercial que al país que menos ha beneficiado es al mexicano, desde sus primeros días de operar bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, en este momento una visita a la Casa Blanca se supondría que por los tiempos preelectorales en Estados Unidos, la puede aprovechar mejor el magnate Donald Trump.

            Sin embargo, para los habitantes de los 50 estados que conforman la Unión Americana quizá la visita de López Obrador sea vista como una más, ya que a la Casa Blanca llegan dignatarios periódicamente de todas partes del mundo. Y que sepan los gringos, nunca cuestionan qué beneficios les dejan esas visitas.

            Los gringos si algún reclamo pudieran elevar ante el candidato presidencial republicano, en primer lugar está el agobio que les propicia un creciente desempleo, el cual alcanza a varios millones de sus habitantes; la falta de circulante, que mantiene a millones con la gran interrogante en los labios de saber qué hará el presidente para reactivar la vida económica de su país, si falta el billete verde y cuáles medidas va a asumir en contra de la creciente inseguridad que sufren en las ciudades yanquis debido a su elevado armamentismo, auspiciado inclusive desde las esferas del poder público.

            Indudablemente, el punto más importante del éxito de este encuentro se da entre dos presidentes opuestos, si de ideologías se tratara. AMLO, que ve hacia la izquierda, y Donald Trump hacia la derecha, integrada por los conservadores y dueños del dinero en la Unión Americana y con alcances en el resto del mundo.

            Por supuesto, que amistad-amistad, trato de hermanos o iguales, sería imposible tratar de confirmarlos con la  visita presidencial de AMLO y  su anfitrión, el principal huésped de la Casa Blanca.

            Todos los presidentes de México, cada que viajaban a la Unión Americana para cubrir la cuota de sometimiento al dueño potencial del mundo –hablando políticamente– arranca con la visita de Antonio López de Santa Anna que se dio apenas, cruzando la zona fronteriza, pero sin internarse mayor cosa. Se cuenta que la desconfianza se dio de lado y lado.

            Algo semejante ocurriría cuando hizo lo suyo, el general Porfirio Díaz. Personaje desconfiado, el cual no quiso llegar precisamente hasta la residencia oficial del presidente gringo.

            Ya en el siglo XX, todos los presidentes de México, a partir de Manuel Ávila Camacho, viajaron a la tierra del Tío Sam para mostrarle sus parabienes y disposición de llevar a cabo una relación bilateral con decoro y carácter eminentemente diplomático. Nomás hay que recordar el trato brutal, despótico y bárbaro que dio Donald Trump al ex presidente Enrique Peña Nieto.

            Generalmente, la entrevista entre los presidentes se da en un escenario de tensión, por los asegunes que pudieran surgir en el curso de dichos encuentros. Lo que debe recordarle a los aztecas sobre todo que entre países y presidentes no existe jamás un gesto de amistad ni de hermanos. Son socios y cada cual estará a sacar la mejor raja. Ésta que AMLO como estratega político ya probado de manera vasta, logró con esta visita a la Casa Blanca.

            Enhorabuena por México, pero también deja la recomendación a los adversarios del mandatario mexicano de que en el porvenir deberán inventar otras formas de protesta, porque la de circular en bola con sus automóviles, con su pi-pi-pí, no son originales, ya que ésta la usan los fanáticos al futbol cada que el equipo representativo de México alcanza a ganar un juego en el extranjero y llevan a cabo recorridos en automóvil por las calles de la  CDMX y la provincia y haciendo sonar sus cláxones. 

VERACRUZANOS, POR MÁS DE LO MISMO VOLVERÍAN A VOTAR EN CONTRA

            Luego de que Alejandro Moreno, dirigente nacional de los priistas que todavía le quedan por allí, aseguró que los mexicanos añoran la forma de gobernar de los políticos emanados de su partido, sin reparar que aquí en Veracruz una mayoría hace la aclaración que si así fuera, volvería a votar en contra de sus abanderados en las urnas electorales.

            La visión que revela el líder Moreno es muy corta o sigue sin recorrer y conocer de cerca a la gente que conforma el pueblo azteca.

            Los veracruzanos después de 70 años de vivir bajo la dictadura tricolor, acabaron por sepultarla debido al agobio, la pobreza y el abandono en que dejaron sus políticos a las municipalidades y la entidad toda, de cinco millones de pobres, un millón que tuvo que fugarse del país por hambre, la inseguridad galopando a toda velocidad y que a la gran familia ciudadana le fuera arrebatada la paz social, que antes disfrutó y que seguramente ya no volverá.

            La gente no quiere ya que vuelvan los gobernantes y alcaldes buenos para el robo, la explotación vil de la ciudadanía y el engaño en que incurrieron a través de un discurso burdo, demagógico y rapaz.

            Tampoco los ciudadanos votarían en urnas electorales por un gobernador que en seis años se evidenció como un sátrapa a semejanza de los auténticos dignatarios orientales ricos, brutales en su trato con sus pueblos y criminales, como los ha mostrado la historia con el correr del tiempo.

            El dirigente nacional del PRI ignora que Veracruz se asemeja a una vieja fotografía, impresa en blanco y negro, en donde el tiempo pareciera haberse detenido, porque sus municipalidades, si no es que todas, permanecen iguales que hace 50 años, reflejan abandono extremo y exhiben pobreza en diversas medidas, asimismo carecen de servicios de salud pública, la inseguridad hace presa del miedo-pánico a sus habitantes y ahora la pandemia los haya confinado en casa, con la consecuencia de padecer hambre y desocupación laboral.

            Nomás imagine don Alejandro Moreno, que el rezago social de Xalapa se remonta a cien años atrás y que en ese lapso sus habituales colonos y las familias de siempre, recuerdan o les dijeron que únicamente en ese lapso pudieron ubicar solamente a cinco ex alcaldes confiables, queridos y respetados por su natural carisma y su entrega a la ciudad, por servirle y transformarla en sus periodos constitucionales respectivos. 

CUANDO LA PROTESTA DE ESTUDIANTES TENÍA ECO  

            Después de que se registró el estallido del Movimiento Estudiantil del 68, ocurrida en el siglo anterior, cuyo final sobrevino cuando los elementos de la policía y otros de las fuerzas armadas acabaron con metralla la vida de universitarios –estudiantes y académicos– en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, sobrevino el “slump” y los movimientos de protesta prácticamente se paralizarían.

            No era fácil para los jóvenes estudiantes de los días finales de los años sesenta y entrados en los setenta que se atrevieran a salir a la calle y elevaran una protesta pública y denunciaran algo que les incomodara o enfrentaran arbitrariedades cometidas por autoridades en sus escuelas y facultades universitarias y del nivel educativo que fuera.

            En el año 68, los manifestantes recibieron el visto bueno y las bendiciones de todos los sectores de la sociedad azteca. El apoyo popular a los jóvenes en protesta de esos días fue monumental. En la calle las familias buenas les lanzaban porras y vivas, habría que agregarle a ese momento que los mexicanos de manera mayoritaria, no precisamente coincidían con el régimen federal de Gustavo Díaz Ordaz.

            Los veracruzanos vivían bajo una sintonía no alejada de lo dicho en el anterior párrafo, porque aquí gobernaba Fernando López Arias, personaje al cual el común temía e imponía temores y miedo, sobre todo cuando los ciudadanos fueron informados de la trayectoria política y policiaca que había tenido el nuevo gobernante de la entidad como procurador general de la república.

            De hecho, los conflictos estudiantiles se resolvían, por ligeros o complejos que fueran, de manera inmediata. Y si alguna complicación surgía en la búsqueda de soluciones, sobrevendría la represión, utilizando los gobernadores a la policía, después a los porros y finalmente otros, corrompiendo el poder a los jóvenes quejosos con chambas políticas y enseñándoles el camino de la corrupción.

En esos tiempos, mucho se hablaba de presuntos encarcelamientos de “adversarios” del régimen de gobierno y los sistemas de tortura aplicables para someterlos al castigo.

            Cometido que tenía bajo una responsabilidad muy bien definida, el personaje quien ostentaba el cargo de subsecretario de gobierno, como el de atender los conflictos estudiantiles que eran llevados a la calle, con una manifestación de protesta de los muchachos. Su práctica se hizo una costumbre por algunos años en fechas posteriores a la histórica matanza de Tlatelolco.

            Un día, el gobernador Rafael Hernández Ochoa, desesperado, llamaba por la red en Palacio de Gobierno estatal a su subsecretario Carlos Brito Gómez, porque los estudiantes de la escuela de bachilleres “Artículo 3º Constitucional” habían estallado una huelga y en el régimen causaba un verdadero escándalo, pues no dejaban de presumir sus autoridades que un movimiento por pequeño y fugaz que fuera, podía desbordar y acarrear consecuencias  peores al resto de la sociedad civil.

Al menos eso fue informado a este reportero, en su momento, porque una protesta  llevada a la calle por estudiantes provocaba un verdadero trago amargo en el ánimo de los funcionarios públicos, en una época de un pasado no reciente, pero tampoco de la prehistoria. Es todo.