LLAMA GATELL RAMÍREZ A LA UNIDAD CONTRA EL COVID-19
|60 SEGUNDOS
RAÚL GONZÁLEZ RIVERA
LLAMA GATELL RAMÍREZ A LA UNIDAD CONTRA EL COVID-19
La razón le asiste al doctor Hugo López-Gatell Ramírez al pedir la unidad de todos los mexicanos en el combate a la epidemia del coronavirus, debido a que se trata de un enemigo en serio, mucho más peligroso de lo que podría imaginar el menos sensato, que no sólo ataca en este país, sino en el total del planeta tierra.
Así sucede en los países más avanzados del mundo. En las naciones del llamado primer mundo los jefes de estado reciben en esta asignatura la solidaridad de sus pueblos, no obstante que sus gobernados sean conservadores o sus gobernantes obedezcan a una izquierda con tintes socialistas.
Mexicanos que viajaban para visitar a familiares suyos que habitan en ciudades de España e Italia, así como otros más que hicieron parada en Milán, porque allí radican hijos suyos que se fueron a la aventura de estudiar una carrera profesional, obtuvieron su título y después incursionaron en maestría y el doctorado, pero que se quedaron a radicar en esas tierras fantasiosas, nos comentan que les tomó por sorpresa el coronavirus, estando en esos linderos.
Si algo tienen los países desarrollados es organización, así que los ministerios de salud pública hicieron el anuncio de la pandemia, dictaron las recomendaciones de rigor y como soldaditos los miles y millones de ciudadanos suyos se encerraron en sus casas tres meses sin ninguna interrupción.
El gobierno llevó a cabo sus faenas de limpieza y sanitización en sus calles, avenidas, fraccionamientos y parques públicos, sin objeción de nadie ni de ninguna de las organizaciones, que suelen chocar con los gobernantes de turno, pues si no lo hicieran, dejarían de operar en un sistema social demócrata.
Los aldeanos de Xalapa quedaron de una pieza porque en los estados avanzados de Europa Occidental todos los días, también como suele ocurrir en este México de las mil calamidades, se registran las marchas, protestas y otras muestras de inconformidad de alguno de los sectores sociales, así que cuando aparece el coronavirus y el régimen llama a la unidad, en esta hora de combate a la enfermedad, todos, tirios y troyanos, coincidieron en doblar banderas, escuchar y atender las recomendaciones de los cardenales sanitarios y es así como pudieron los europeos de occidente aplanar la pandemia y cerrarle las puertas.
La unidad entre los pueblos europeos pudo abatir las cifras de contagiados y víctimas mortales de la Covid 19, por un lado, y que pudieran reabrir negocios, plazas y cafetines y bares, y de nueva cuenta, por otra parte, como un sólo hombre, cuidando la sana distancia, usando el cubre-bocas, es como han podido irse adecuando a la nueva normalidad con alguna celeridad y éxito. Observan paisanos de la aldea veracruzana, lo cual nos impuso un ejemplo que, desgraciadamente en un país como éste, sigue sin darse, lo que no deja de ser un acto propio de tercer mundo.
El régimen federal se siente duramente cuestionado por algunos de los medios informativos de corte nacional, lo que en labios del doctor Gatell es justo, porque se trata de medios que ejercen libremente su condición de informadores y críticos, sobre todo de lo que hacen funcionarios públicos.
Empero, con lo que no concuerda el coordinador de la lucha contra Covid 19, es que se difundan expresiones que no hace, como la que le imputan en el sentido de que haya responsabilizado de la propagación del coronavirus a los gobernadores, lo cual el experto en salud pública niega rotundamente.
LOS VIEJOS MAESTROS DE LA ESCUELA DE PERIODISMO, CALLABAN, NO ACUSABAN
Cuando surgió la ex Facultad de Periodismo dependiente de la Universidad Veracruzana, sus maestros y alumnos con que arrancó el plantel, allá en las calles de Lerdo, del vecino puerto de Veracruz, y luego pasaría hacia las calles de Arista, en los años 60 del anterior siglo XX; contaban los viejos académicos que tuvieron que enfrentar por años el severo cuestionamiento de los periodistas empíricos, que los hubo también altamente profesionales, pero una mayoría no coincidía en que se hubiera fundado un plantel que formaría periodistas con título universitario.
Toda una novedad en un escenario, en el que los padres de familia querían ver en sus hijos a futuros médicos, abogados e ingenieros.
Entonces se ignoraba si había abiertas otras escuelas en las que se enseñara a los alumnos a escribir, lo que aprovechaban los periodistas empíricos para atacar al plantel, diciendo que un periodista nacía, no se formaba. El paso del tiempo y conforme a las exigencias sociales y las que usted quiera y mande, acabó por convencer a propios y ajenos que la elaboración de noticias, artículos de fondo, editoriales y columnas necesariamente demandarían de profesionales de la pluma, forjados en aulas universitarias.
La Universidad Veracruzana, a diferencia de otras tantas del interior del país, dio el gran paso al fundar una facultad donde se enseñara periodismo y cuya primera plantilla de profesores se conformó con profesores egresados de la Escuela Normal Veracruzana, todos redactores y reporteros, o por lo menos una mayoría, en páginas de “El Decano de la Prensa Nacional”.
Generaciones que recuerdan con reconocimiento, cariño y un homenaje permanente a sus académicos, Alfonso Valencia Ríos, Francisco Gutiérrez y González, Antonio Salazar Páez, José Pablo Robles Martínez, Armando Correa Gana, Jesús González Barrandey, Barbarita Ebrard, doña Sofía Esponda, todos ellos queridos y recordados por generaciones de profesionales que surgieron al periodismo escrito y otros más, posteriormente, a la radio y la televisión.
Por supuesto que comentaban a sus alumnos que la censura, que no crítica contra el periodismo universitario, tendría que caer por su propio peso, es decir, la inconsistencia en su ejercicio o el de muchos hechos en la práctica cotidiana de escribir, tendría que sucumbir, como finalmente sucedió. Hoy, en este país, el 93 por ciento de comunicadores se formaron en una escuela o facultad de periodismo o comunicación.
Y nunca aquellos maestros que hicieron del oficio una profesión sobre tierras veracruzanas, respondieron a los cuestionamientos que les hacía el grupo de colegas empíricos, el cual se consideraba que no hacía falta. Claro, el maestro y abogado Avelino Muñiz García confiaba en que si los adversarios de la carrera periodística forjada en aulas de la universidad, fuera difamado, quedaba el recurso legal y jurídico de quien se sintiera difamado, para presentar una denuncia penal en contra de quien incurriera en ésta. Por fortuna, nunca se supo de semejante atentado.
AL ABANDONO DE LA CIUDAD, DEBE AÑADIRLE CIERRE DE BIBLIOTECAS
Los xalapeños bien nacidos reconocen que la población se repliega y se confina en sus viviendas en aras de protegerse de la propagación del coronavirus anunciado por las propias autoridades sanitarias del país.
Hay una obediencia casi ciega de cuando se difunde como medidas de prevención y protección en relación con el poderoso contagio.
Este virus que vino a demostrar a la sociedad humana que la desigualdad dejó de ser el signo del atentado que la naturaleza ha recibido de todos nosotros y que ha unido a ricos y pobres, creyentes y no creyentes, en una pandemia de la cual seguramente falta mucho para verle su punto final. Porque tampoco los países poderosamente bélicos son diferentes a los más empobrecidos del planeta, como puede ser la república de Haití.
Las ciudades en mayoría, de cualquier otra parte del país, seguramente se asemejan a la aldea que los políticos aldeanos sobre todo, quisieron encontrarle algún parecido con la Atenas de la antigüedad clásica griega.
A la fila impresionante de más de 30 mil bienes inmuebles que exhiben en estos días el aviso de “se renta” o “se vende”, ahora tiene que añadirse una noticia verdaderamente preocupante, en el sentido de que una más de las librerías antiguas de la capital anuncia el cierre definitivo de sus puertas, tan sólo porque se cayeron sus ventas, la renta de su local se come cualquier capital y fortuna personal de quien gustaba promover la lectura de libros desde hace 40 años.
En Xalapa, como puede verse, carece de más de una biblioteca pública y si de librerías se trata, éstas poco a poco han ido cerrando sus puertas, primero por falta de lectores y, lo consecuente, que las rentas se comen el poco capítulo de las ganancias que dejan de registrar las librerías existentes. Los Pablos se distinguía por ser un expendio de textos, sobre todo de corte jurídico, preferido como tal entre abogados postulantes sobre todo y académicos de las escuelas y facultades de Derecho.
Y es de entenderse, si el cierre de negocios tanto de productos de primera necesidad, como de los considerados de consumo generalizado y que mantenían puertas abiertas en las plazas comerciales y tiendas departamentales, finalmente no pudieron resistir más y sobre todo en este último mes en curso, desde diferentes rumbos de la ciudad, hacen el anuncio consistente en que se van de Xalapa porque la situación de crisis económica es asfixiante para su capacidad económica y financiera.
Por supuesto, un golpe mayor que se asesta con esta pandemia es que también las librerías se despiden de la ciudad porque no llegan adquirentes de textos y lecturas literarias, lo que obliga a sus distribuidores a hacer un anuncio que confirma que se echa por tierra la fama aquella de que Xalapa era también flores y cultura.
Según estadísticas de la OCDE, un estudiante japonés de la preparatoria lee cinco libros por mes, en México el común de estudiantes no lee más que un sólo libro al año, de cultura general, y si acaso lo hace se debe a los apuntes y las páginas perfectamente identificadas del texto de sus preferencias conforme a los planes de estudio vigentes que ordenar al iniciar el año escolar la Secretaría de Educación Pública. Es Todo.