“Aprender a esperar en Dios”

VIVIR CON ESPERANZA

“Aprender a esperar en Dios”

Por JACINTO ROJAS RAMOS

En la vida práctica del creyente qué difícil es poner plenamente la confianza en Dios y esperar que intervenga poderosamente en nuestra vida. Se nos hace cada vez más difícil porque estamos anclados en lo terrenal.  

Movernos hacia niveles espirituales es posible cuando desarrollamos dependencia y fe plena en Dios y aprendemos a esperar en Él. Quizá se preguntará: ¿Por qué razón esperar en Dios está íntimamente ligado a desarrollar la fe? La respuesta es sencilla: Prendernos de la mano del Señor y creer que algo especial ocurrirá, forma parte de un proceso en el que renunciamos a la duda, nos despojamos de tanto racionalismo y comprendemos que el Supremo Hacedor tiene su propio tiempo para hacer las cosas. El problema radica en que generalmente no queremos esperar. No nos enseñaron a hacerlo. Queremos que todo sea ya, en el instante, cuando lo necesitamos.

Qué importante resulta aprender a esperar en Dios. Cuando se confía y se espera en Dios podemos caer en la cuenta de muchas cosas, entre ellas, permítame querido lector, señalar algunas:

Si aprendemos a esperar en Dios nos elevaremos a nuevos niveles de vida.

Cuando somos impacientes, Dios trata con nosotros y nos enseña que debemos esperar.

Cuando aprendemos a esperar en Dios, reconocemos que Él es soberano y tiene el control de todas las cosas.

Dios responderá a nuestro clamor. Esa es la razón por la que debemos aprender a esperar en Él como lo hizo Jacob (Génesis 49,18).

En muchas ocasiones esperar en Dios nos tomará toda la vida.

Esperar en Dios implica ser fieles a los mandamientos.

Esperar en Dios implica aprender en cada etapa de la vida.

Si esperamos en Dios, Él no permitirá que caigamos.

Dios responde en el momento oportuno. Sus tiempos son perfectos.

La respuesta de Dios es la que necesitamos aunque sea diferente de aquello que esperamos.

Dios siempre tiene la última palabra.

Cuando esperamos en Dios, su respuesta nos lleva a encontrar soluciones, porque Él no defrauda (Salmo 25, 3).

Debemos aprender de quienes, por fe y mediante la perseverancia en Dios, alcanzaron nuevos niveles (Hebreos 6, 12).

Esperar en Dios nos permite dejar la derrota y avanzar hacia la victoria.

Confiar en nuestras fuerzas limitadas o en las promesas de la mundanalidad nos lleva al fracaso, a la angustia y desesperación.

Esperar en Dios demanda que nos fortalezcamos para seguir avanzando hacia la meta, a la victoria en todas las áreas de nuestra vida (Salmo 31, 24).

Esperar en Dios está ligado al trato de Dios con nosotros, con nuestro carácter.

Esperar en Dios nos lleva a ver de qué manera lo imposible se torna posible.

Cuando desarrollamos la fe en Dios, aprendemos a esperar en Él (Salmo 40, 1).

Cuando oramos o pedimos algo a Dios y no apreciamos una respuesta inmediata, nos inclinamos a desistir. Olvidamos que el Señor Jesús enseñó la importancia de perseverar hasta obtener la respuesta (Lucas 18,1). No es que el panorama esté ensombrecido cuando no hay respuestas inmediatas, es que sencillamente no hemos aprendido a esperar. Si nos mantenemos firmes e insistimos, orando, sin desmayar, puedo asegurarle que se llegará a nuevos niveles de vida porque al Señor le encanta –decía San Agustín– “inflamar nuestro deseo de Él”.

rrjacinto_9@hotmail.com