Autoteatro, el vehículo fue la butaca

  • El espectáculo infantil en vivo Paw Patrol, en busca del tesoro fue el primero de este tipo que se presentó en la Arena Ciudad de México durante la nueva normalidad debido a la pandemia ante el covid-19.

CIUDAD DE MÉXICO.

La familia Carranza, de cuatro integrantes, dos adultos y dos niños menores de cinco años, acudió a la Arena Ciudad de México para experimentar una nueva forma de ver un espectáculo infantil en vivo desde la comodidad de su automóvil.

Con la sana distancia de por medio, tanto entre vehículos como de espectadores, y con el cubrebocas siempre puesto debido al covid-19, esta familia y muchas más fueron testigos de Paw Patrol, en busca del tesoro, el primer show programado al aire libre en este recinto.

El plan original de los asistentes era quedarse en el auto para ver desde adentro y a través del parabrisas el colorido espectáculo infantil, con una producción de alto nivel. Sin embargo, tras el acomodo de los coches, y luego de la sanitización de llantas y la toma de temperatura del conductor, tanto la familia Carranza como el resto de los asistentes, en su mayoría padres de familia y niños, descendieron de sus respectivos vehículos. Hubo más de una razón para hacerlo.

La larga espera, de más de 30 minutos para los que llegaron con tiempo de anticipación para ocupar su lugar, inquietó a los niños encerrados en los autos. Para mejorar su experiencia, los padres optaron por colocarlos en los toldos con el fin de que tuvieran mejor visibilidad, sin bajar la guardia de la sana distancia y las debidas medidas sanitarias.

Los lugares frente al escenario gozaron de una vista privilegiada. Los autos ubicados en las filas posteriores, no tuvieron la misma suerte, a pesar del enorme escenario montado para el show, con un telón azul. Los niños en tales lugares pudieron ver sólo autos estacionados al frente y optaron por ver las dos pantallas a su costado derecho para seguir el show. Sin embargo, en algunos lapsos, las pantallas fallaron y dejaron inconclusas algunas escenas.

 En la segunda función de Paw Patrol del domingo, los niños sufrieron el arduo calor de las 15:30 horas sobre los toldos o cofres de los autos. Entonces comenzaron a verse algunas sombrillas para tapar el sol; gorras o cobijas, lo que se tuviera a la mano para reconfortar a los pequeños.

Para la tercera llamada, ya circulaban las charolas de cartón con palomitas jumbo de 75 pesos, nachos de 70, hamburguesas con papas de bolsa por 120 y jugos de un litro por 85, con vasos desechables incluidos; refrescos de lata por 35 o agua de 600 ml por 45 pesos. El staff del recinto, tras el llamado de algún auto, dejaba una copia en blanco y negro del menú para cualquiera de estas solicitudes. Cada orden llegaba directo a las ventanillas de los autos en un paquete cerrado.

 No hubo demasiadas sonrisas al descubierto, debido a los cubrebocas, salvo cuando comenzó el consumo de alimentos. Los aplausos fueron reemplazados por el sonido de los cláxones. Las caretas fueron una pantalla intermedia para el show.

Algunos niños levantaron las manos, otros sólo miraron con calma, pero no faltó también quienes perdieron el hilo de la historia, para jugar junto al auto o acurrucarse en los brazos de sus padres o en los asientos del coche.

El audio, nítido y fuerte, llamó la atención de los niños. Al principio, asustó a los más pequeñitos, pero después se convirtió en la guía de la trama y de cada número musical, sobre todo si la lejanía entre el auto y el escenario era considerable.

 La asistencia a los baños se realizó con orden y conforme a las necesidades de cada espectador y sus familias, conservando la sana distancia, el gel antibacterial en mano y hasta algún otro desinfectante en aerosol para rociarlo sobre la ropa.

Así transcurrió Paw Patrol, en busca del tesoro, con ardua energía de la compañía teatral para relatar el día de los Piratas en Bahía Aventura y de Ryder, quienes necesitaron la ayuda de todos los cachorros. Juntos descubrieron un mapa secreto del tesoro en una misión para rescatar al Capitán Turbot de una misteriosa caverna. Así Chase, Marshall, Skye y todos sus heroicos amigos cachorros piratas salvaron el día y encontraron el tesoro pirata en una carrera contra el tiempo con el Alcalde Humdinger.

Tras el sol y un breve intermedio, las nubes grises presagiaron la lluvia, que llegó minutos antes del final del show. Se escucharon los cláxones a manera de aplausos. Luego de una hora y media, los asistentes ocuparon sus vehículos, apresurados para no mojarse, y salieron en medio de una fuerte lluvia en la Alcaldía Azcapotzalco, donde se ubica la Arena Ciudad de México.

Para éste, como para otros espectáculos en el concepto Drive In/Open Air, que incluye autocinema, autoteatro y autoconciertos en este recinto, se abre el cupo para 180 vehículos, con cinco o seis ocupantes, en el caso de autos o camionetas, respectivamente. La norma de cero contacto ofrece una experiencia grata a los asistentes, genera empleo, reanima el entretenimiento en vivo y da seguridad a los asistentes para disfrutar de una experiencia en medio de la nueva normalidad.

EL DATO

Se sanitizan las llantas de los vehículos.

Se toma la temperatura del conductor.

Los vendedores de alimentos utilizan cubrebocas, caretas y guantes.

Los alimentos y bebidas se entregan en empaques cerrados.