¿QUIÉN SOY?

Raúl Silva

Ya no sé quién soy. Voy por senderos oscuros a plena luz del día, se adormecen mis piernas de aquel roble de que estaban hechas. Llego a ninguna parte y ahí todos me conocen, pregunto si saben para donde voló aquel ruiseñor que cantaba tan hermoso y me dicen que murió. Mienten.

Me animo y pregunto por mí,  dando mi propio nombre y todos se miran entre sí como diciendo ¿le decimos?:

Se quedan mudos e indecisos, uno se atreve y sólo acertó a decir: «desapareció», hace mucho.

Me quedo en las mismas.

Me dirijo a una calle que creo recordar por sus casas pintadas de mil colores.

Sin proponerlo, mis pies se dirigen como autómatas a una casa con techo de tejas, iba a tocar con el aldabón de bronce,

 pero no fue necesario, las puertas estaban abiertas como invitándome a pasar, al parecer, mis pies parecen recordar más que yo, a todas luces dubitativo.

Finalmente entro.

Había telarañas por todas partes, una de ellas se pega a mis párpados y la quito mecánicamente para liberar mi vista.

En el patio hay un árbol de durazno con ramas secas y brotes pequeños como intentando volver a la vida, mientras todo al derredor da muestras de un abandono total.

Empiezo a encontrar cosas que recuerdan a mi propia persona.

Veo fotografías pegadas a la pared, llenas de polvo y amarillentas; en una de ella, tiene el nombres al calce, de cada una. En medio está uno que se parece a mí se llama Paul, como yo.

Veo en la casa vieja y olvidada, a una señora sentada junto a un fogón

¿encendido?

La imagen parece una estatua de cera, se parece a mi a mi abuela.

Observo todo el cuarto, con cazuelas y ollas de barro colgadas en la pared. De pronto,

me dice: «siéntate muchacho»

¿Habla?, al mismo tiempo, empiezo a recordar: Ella murió hace muchos años. Me dice con una voz hueca: «Estás muy pálido, tómate un chocolate en agua, a ti te gustaba mucho, lo mismo que ahora a tus hermanos vivos».

¿Por qué mi abuela muerta me habla en tiempo pasado: «te gustaba mucho?»

Dice que estoy pálido, que el chocolate en agua me gustaba mucho, como  ahora a mis hermanos vivos»

¿Estoy muerto?

Nadie responde, ni mi abuela de cera.