VUELVE EL COMERCIO INFORMAL A CALLES DEL CASCO HISTÓRICO
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RAÚL GONZÁLEZ RIVERA
VUELVE EL COMERCIO INFORMAL A CALLES DEL CASCO HISTÓRICO
Vuelven a aparecer vendedores ambulantes en las calles que forman parte del casco histórico de la ciudad, afirmando con este fenómeno el rostro e imagen de un rancho abandonado, en donde abundan los roedores y obstaculizan el tránsito vehicular y dan una imagen que no corresponde con la fama de Atenas veracruzana que alguna vez tuvo la aldea xalapeña.
La afluencia de los vendedores callejeros se multiplica ante los ojos del cuerpo de inspectores municipales del área de comercio, sobre todo en las calles de Abasolo, Doctor Lucio, Poeta Jesús Díaz e inclusive las vendedoras provenientes de Oaxaca se posesionan de las escalinatas de la Iglesia Catedral para ofrecer diversas prendas de vestir confeccionadas con diferentes telas, sarapes y manteles manufacturados en el natal estado de los ex presidentes Benito Juárez y del general Porfirio Díaz.
Alguna vez un importante empresario, nacido en Xalapa, proponía que la Central de Abastos albergara al total de comerciantes ambulantes que hicieron del corazón de Xalapa su agosto, durante una veintena de años, en complicidad seguramente de algunos regidores y por supuesto de los distintos directores de Comercio municipal, quienes muchas veces hacían como que combatían el ambulantaje, pero ponían oídos sordos y ojos ciegos para permitir que vendedores protegidos por distintas siglas sindicales se posesionaran de las vías de tránsito para peatones y automovilistas.
Sin embargo, llegó la hora de reivindicar a la capital del estado limpiándola de un fenómeno que, por otro lado, tiene sus aristas de carácter social y económico, al eliminarse la presencia del ambulantaje de las principales arterias públicas del casco histórico de la capital del estado.
El alcalde Armando Méndez de la Luz inició la rehabilitación de estas calles, aplicando además la “Hora Méndez” al imponer horarios específicos a bares, cantinas, antros y burdeles que por centenares operaban ya hace más de 40 años con singular profusión en las colonias y periferia de la otrora Atenas veracruzana.
Sin duda, advertía don Abraham Murrieta, el zar de los cantineros, que en la ciudad hay más cantinas y prostíbulos que escuelas primarias, desde aquellos ayeres. El ejercicio del oficio más antiguo jamás ha sido motivo de ninguna regulación, no obstante que hubo una regidora de extracción panista que hace veinte años hizo intentos porque se reconociera a los giros negros como una fuente de ocupación laboral para cientos de mujeres y caballeros, que se ganaban la vida en los mentideros mencionados.
Después del éxodo de comerciantes, los cuales en mayoría fueron radicados en diversas plazas comerciales de la ciudad, quedaría un grupo que fue confinado en el famoso mercadito Galeana, allí donde los niños y niñas del rumbo contarían con un espacio para su sano esparcimiento, practicar algún deporte y ejecutar algunos ejercicios de gimnasia.
Este regalo se los hizo el gobernador Rafael Murillo Vidal a través de su esposa, la señora Virginia Cordero de Murillo Vidal, la cual ordenó que el parque fuera equipado con juegos mecánicos para los infantes.
Empero, llegó posteriormente una administración que clausuró el parque de juegos de las niñas y los niños y enseguida se levantó una nave improvisada con alacenas para ingresar en sus interiores a medio centenar cuando menos de vendedores, lo que provocó una grave contaminación que de siempre han acusado los centenares de familias que habitan en torno a este centro expendedor de productos comestibles básicos.
Por supuesto, nadie les ha hecho caso, pese a los severos riesgos que corre la salud de miles y a que en la realidad dicha vendimia se promueve en medio de un congestionado barrio por todos los agentes contaminantes que usted pueda imaginar y que enturbian el medio ambiente y la seguridad de los vecinos.
EN EFECTO, EL PERIODISMO DE ANTES LLAMABA A UNA ENTREGA TOTAL
El olor a la tinta y el papel periódico ejercían un embrujo muy especial para todos aquellos periodistas que en los años 50, 60 y 70 lo ejercieron en las redacciones donde había una prensa plana y los linotipos trabajaban a marchas forzadas para poder sacar puntualmente el rotativo que, se decía, tiene usted en sus manos. El color no existía y las notas, entrevistas y demás material informativo se redactaban en la máquina mecánica.
Inclusive, el cólico bucólico que algunos viejos y reconocidos reporteros sufrieron en los primeros cincuenta años del siglo XX, decían los médicos que se debía a que el escribidor de noticias se exponía muchas horas a la inhalación de los humos y tóxicos que se generaban en los talleres tipográficos y de los periódicos por obviedad.
Por supuesto, que el periodismo que se ejercía por aquellos años llamaba más al romanticismo que a un puro y vil negocio. La idea de ganar la noticia de ocho columnas del día siguiente, provocaba en los reporteros que se rasgaran verdaderamente las camisetas por el medio, al cual servían seguramente sin afanes de lucrar, porque en esta asignatura prácticamente no existe un salario profesional.
En conferencia matutina de anteayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionó que hay algunos dueños de periódicos que tienen hasta yates, viajan por el extranjero pero pagan bajos salarios a sus reporteros, razón para presumir que el periodismo cambió puesto que ahora hay columnistas, dijo, que cobran 200 y 300 mil pesos mensuales, pero el resto de sus reporteros unos cuantos pesos y no tienen seguridad social.
Si bien todo esto es cierto, quizá los altos salarios hayan ocurrido o se hayan pagado o se paguen en este momento, pero quizá en la mayoría de los diarios de la llamada gran prensa nacional, porque en la provincia del país azteca esto no ocurre, salvo honrosas excepciones.
Sin embargo, el mandatario adelantó algo que podría alertar a los medios del momento, cuando dice el presidente que debe analizarse si se sigue pagando por parte de la Federación alguna publicidad en medios convencionales o de plano se cancela ésta de manera total. Al respecto, apuntó que el gobierno tiene que invertir en publicidad, porque debe garantizar la información de lo que hace el gobierno en favor del pueblo.
Asimismo, apuntó que bueno sería conocer los tirajes reales de los periódicos y revistas, porque de lo que está seguro es que hoy día los jóvenes no los leen y tampoco un grueso de la sociedad mexicana.
La nostalgia por la lectura de los diarios en el pasado persiste, sobre todo, lo dijo el mandatario, entre los mexicanos de una edad mayor. El resto, si lo hace prefiere leer lo que se difunde en las redes sociales. Esperemos.