Y QUÉ HACEN O PARA QUÉ SIRVEN LOS JEFES DE MANZANA

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

Y QUÉ HACEN O PARA QUÉ SIRVEN LOS JEFES DE MANZANA

Una pregunta que queda pendiente en el aire, y que se hacen los vecinos de cualquiera de las colonias de la ciudad y el resto del estado, consiste en saber, a ciencia cierta, qué hacen o para qué sirven los jefes de manzana.

                Se cuenta que son una especie de servidores públicos, auxiliares de los ediles del municipio en determinadas actividades y tareas que corresponden a los primeros, por cuya colaboración perciben una gratificación, no un sueldo, como algunos malvados lo aseguran, pero que en el grueso de la ciudadanía siguen sin causar la  nota grata de que realmente  correspondan al sentir del pueblo.

                Sin embargo, en la hora de la realidad, muchos de estos flamantes jefes de manzana se vuelven huidizos, ante los reclamos de la ciudadanía.

                Se presume que deben atender problemas menores a los que por obligación y deber, tienen que ventilar en sus despachos los señores regidores municipales. Es decir, algunos conflictos que genera el que no haya un horario definido para el paso del camión recolector de la basura, que si falta un foco en el alumbrado público, lo comuniquen al área que corresponde, con el fin de que sea reparada la falla.

                Un amplio sector de la población, lamenta que esta clase de colaboradores de las autoridades municipales, mantengan sus moradas a puertas cerradas y cuando se les pregunta tal o cual  camino iniciar, para plantear la ciudadanía un problema que es de la colectividad, aquellos respondan con sonidos que más parecieran  ser  guturales  o sencillamente callan y recomiendan que el vecino vaya hasta el palacio municipal, y allí busque la respuesta a sus conjeturas.

                Hay que entender que un servidor público, conforme a la recomendación que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador ya no debe ser ni payaso, ni prepotente, ni cerrarse a las exigencias sociales. Tiene que poner el ejemplo con su sencillez en el trato a las personas y que si es hipócrita, por favor abandone tal postura, mientras está en el servicio público.

                Se está viviendo una época de crisis en todo, en valores, en la salud pública, en la economía, en la educación y en la credibilidad que perdieron los hombres públicos. Si como dice la 4t se esfumó el bienestar social durante los últimos 36 años, las grandes mayorías no se percataron de ello, menos los partidos políticos, los medios y los gobernantes.

                Diría el maestro Cossío Villegas, que cada sexenio y su mandatario nacional, tuvo su estilo de gobernar, no obstante que el grueso de la sociedad azteca, vivió ajena a las contiendas político electorales, sino hasta apenas cuando surgió la pluralidad, al arribar un candidato de un partido opuesto al de siempre y por ende, que se agudizaran las elementales exigencias de educación, salud, seguridad pública y el empleo.

                Los mexicanos, creyeron y confiaron en la sacralización del poder y de quien lo ejerció en un pasado, en el que la gente decía que mientras tuviera pan, leche, huevos y carne, pobres, pero sabrían aguantar.

                Entonces los jefes de manzana ya existían, empero de hecho nadie los necesitaba, hoy tampoco, pero como se ostentan con una representación de carácter oficial, la sociedad civil quiere saber qué hacen, para qué sirven. Allí queda.

EL REGIMEN DE DIAZ ORDAZ, Y LA MATANZA DE TLATELOLCO

                Por esto días, previos al 2 de octubre del 68, las condiciones del país se veían profundamente alteradas, porque venían los juegos olímpicos que se celebrarían en México, pero también se preparaba ya el gran golpe que asestaría el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz a los estudiantes que generaron el extraordinario movimiento de protesta en el 68 y que culminara con la matanza de muchos de ellos en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco.

                El clima adverso al régimen gobernante estaba perfectamente visualizado.

                No había pasado mucho tiempo de darse los conflictos sociales, en que se vieron involucrados como actores principales los médicos por la reivindicación de su ejercicio profesional y más tarde el choque de los ferrocarrileros, por sus conquistas laborales. En ambos movimientos, el régimen aplastó sus demandas y anhelos de lucha y sus dirigentes, pasaron a ser huéspedes del palacio negro de Lecumberri.

                Los estudiantes sobre todo, reconocían al luchador social Demetrio Vallejo y a otros tantos que la represión institucional los confinaría por un tiempo en las tenebrosas cloacas del mencionado reclusorio, antes.

                Las narrativas, que en sus diversos libros, hace la escritora Elenita Poniatowska, hace sobre las barbaridades que sufrían los presos calificados como políticos y el común de quienes caían presos y los hacía víctimas el régimen gobernante de las peores bajezas y torturas física y mental, que como en pocos penales se practicaba en México.

                Puede confirmarse que el conflicto estudiantil del 68, abordaba temas de los cuales ahora cualquier líder social o político por cerrado que fuera entendería y resolvería con una sola toma de decisión. En aquellos días, no fue así. Los políticos del régimen veían fantasmas por todos lados y hasta concibieron la terrible sospecha de que desde el exterior, había quienes querían subvertir el orden público y echar abajo al régimen presidencialista.

                Sobrevino la masacre en Tlatelolco, la única cuyo movimiento encabezado por los estudiantes de todos los sistemas educativos que había en el país, recibió los apoyos y bendiciones de la sociedad civil, los padres de familia y los grupos sociales y económicos, aún más reaccionarios, que ha habido en toda la historia de este país.

                Los autores intelectuales de la matanza, fueron el presidente Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de gobernación Luis Echeverría Álvarez. En ambos casos, se salvaron de ser enjuiciados por genocidio o crímenes de lesa humanidad.

                Empero, nadie en su sano juicio deja de coincidir, que con el estallido del movimiento estudiantil del 68 y que está próximo a rebasar ya el medio siglo de haberse registrado, igual, se dio el parte-aguas más trascendente para que los historiadores sobre todo, lo expongan en la mesa de los debates, como el movimiento entre lo que fue el   régimen presidencialista postrevolucionario y la nueva etapa que arrancaría con una lucha por el poder, pero ya desde distintos frentes partidarios,

                Si el priismo, no se derrumbó antes, se debió a que los gobernantes posteriores al régimen de Díaz Ordaz encendieron las luces de alerta y abandonaría como gobierno la rigidez de los sexenios anteriores al 68 y en su lugar, incorporaría a no pocos de los luchadores sociales, que ni por asomo habrían tenido antes su cuota de participación.

                Se abrió el régimen, con las consecuencias que los mexicanos de los últimos seis sexenios saben, por más que se insista en que sus gobernantes, tuvieron y les rindió su estilo de gobernar precisamente. Los aztecas, en mayoría, nunca han vivido en condiciones óptimas, pero supieron con su silencio también ser espectadores solidarios.

                “La dictadura perfecta”, entonces, los colmaría de las oportunidades que acabarían por pervertir al poder y sus fines, como diría el ex gobernador de Veracruz Dante Delgado Rannauro.

SE VE MAL EL INE NEGANDO LA CREACION DE PARTIDOS POLITICOS

                Para quienes conocen a Lorenzo Córdova, presidente del INE, en la sociedad acaba de generar un mutis de disgusto porque haber negado dicha institución su autorización a la fundación de nuevos Partidos políticos, aleja sin duda, al México contemporáneo de ingresar a la era moderna en el resto del mundo de la pluralidad política, partidaria e ideológica.

                Lo que acaba de anunciar consistente en no abrir las compuertas de la democracia a casi una decena de membretes partidarios, deja muy mal parado al árbitro electoral, cuyo titular  y consejeros  pudieron haber prestado oídos a las voces que de hace mucho pidieron que ya abandonaran ese barco, y procedieron a darle duro y tupido con una negativa absurda a los solicitantes de nuevas siglas partidarias.

                En un sistema, donde la mayoría de la gente no confía plenamente en que los mexicanos vivan en un escenario democrático, hace presumir a cualquiera que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, hasta podría repetir su sentencia en el sentido de que México tiene una dictadura perfecta.

                Lástima, porque los mismos membretes de hace ya muchos años, también cansan a un electorado, que acude menos a sufragar en ánforas electorales.

                Cuando solamente operaba el PRI y proponía y sólo él votaba por sus candidatos, el electorado se redujo a  su mínima expresión.                

                Los xalapeños recuerdan cuando Carlos Domínguez Milían, obtuvo la alcaldía de Xalapa, con solo 750 votos en su favor y ninguno en contra, porque no había más partidos políticos que contendieran en una elección municipal.

 El candidato no era ni siquiera nativo de esta municipalidad, pero le habría favorecido que, durante la toma del poder por Fidel Castro Ruz en Cuba, el personaje, saldría también a las calles de Xalapa, para apoyar el arribo del comandante cubano al poder en la Habana, Vieja. El alcalde, entonces, se decía priista, pero con enorme simpatía por el socialismo caribeño.

                Bien, volviendo a la noticia que acaba de informar  el INE al pueblo de  este país, cabe la expectativa de que los  nuevos partidos, siete u ocho, según se anuncia, acudan ante las instancias nacionales, el Tribunal de lo electoral, y si también la desconfianza se acentúa en torno a éste, pueden irse a la ONU y el foro internacional y exponer que mientras en los países  desarrollados, como son los de Europa Occidental hay  decenas de partidos políticos, aquí en México, pensando en corto, el  árbitro electoral, funciona más como una oficina oficiosa que en su papel de ser garante de la democracia, que debiera lucir su avejentado cuadro directivo, no de ahora, sino desde que  José Woldenberg, entregó la estafeta de jefe a sus sucesores. Es todo.