López-Gatell, el pupilo perfecto
|HISTORIAS DE REPORTERO
Carlos Loret de Mola
López-Gatell, el pupilo perfecto
El ejemplo cunde como virus.
Si hay un alumno destacado del estilo de ejercer el poder en la llamada cuarta
transformación ese es el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
El vocero del Gobierno de México para la
pandemia sigue al pie de la letra el manual que cada mañana se escribe en la
conferencia del presidente López Obrador.
Se le acumulan los muertos, las evidencias de
que su registro de defunciones –que aseguraba no tenía factor de corrección
como el de los contagios– es por lo menos tres veces mayor, las críticas
internacionales por el mal manejo general para enfrentar la pandemia… pero,
escudado en el cariño y las porras de su jefe se comporta como él: se burla de
sus críticos, no escucha una sola recomendación, desprecia socarrón los
llamados a rectificar, se empecina en autoelogiarse.
De cualquier cosa negativa culpa a la prensa, a
conspiradores políticos, a científicos neoliberales, a la comida chatarra o a
una decisión que tomó Guillermo Soberón como rector de la UNAM ¡en 1975!
Se da el lujo de irse de descanso por las Fiestas
Patrias, como si la muerte y el dolor de tantos pacientes y sus familias
descansara, y manda carros alegóricos de hospitales Covid al desfile
conmemorativo de la Independencia, a festejar sobre una pila de muertos que
crece y crece.
Se muestra sonriente, feliz con lo que no se
cansa de llamar su “éxito”, satisfecho de que su jefe le conceda más poder
burocrático a la Subsecretaría que encabeza.
Regaña, humilla y se regodea en lo que el
régimen que lo cobija percibe como una actuación digna de ser ejemplo mundial,
cuando los fríos números sitúan al país en el cuarto lugar del planeta en
número de muertes por Covid-19, cuando las proyecciones dibujan una tragedia
tres, cuatro veces peor a lo que él planteaba como escenario catastrófico poco
probable.
Ante los señalamientos, responde con una
verborrea incesante, dice, se desdice y niega haber dicho lo que dijo, acusa a
adversarios imaginarios, usa sin pudor para hacer propaganda un espacio que
debería estar destinado a informar a la población en una circunstancia
excepcional de peligro para todos.
Su papel ha sido desde el principio cuidar la
imagen del Presidente a costa de negar la realidad, torcer la estadística,
ignorar la ciencia cuando se trata de alabar o justificar la irresponsabilidad
del líder. Y ha ganado el premio del favor presidencial. Por eso sonríe, se
muestra exultante y no corrige el rumbo, como si creyera que nunca llegará el
momento de verdaderamente rendir cuentas