Y LOS DINOSAURIOS DEL PRI EN VERACRUZ, ¿DÓNDE ESTÁN?
|60 SEGUNDOS
RAUL GONZALEZ RIVERA
Y LOS DINOSAURIOS DEL PRI EN VERACRUZ, ¿DÓNDE ESTÁN?
La caída del PRI nacional en las elecciones presidenciales celebradas en el 2018, igual cavaron la tumba en apariencia del partido otrora influyente en la vida del país por espacio de 80 y pico de años, ya que de aquella época a la fecha, el priismo veracruzano guarda absoluto silencio o de acuerdo al sospechocismo también propio del lenguaje coloquial de los propios tricolores, se encuentra en plan de un derrotismo de muerte política.
El viejo régimen, a semejanza de lo que sucedía en el país y el altiplano, se sustentaba en un uni-partido absolutista, omnipotente y todopoderoso, difícil de confrontar con la sigla partidaria que usted quiera.
Sin duda, en sus orígenes, el priismo a la veracruzana, se equipó con personajes de la vida local prestigiados y que le darían al quehacer político señorío, presencia y la solidez expresada a través del discurso en el foro y la manifestación pública, así con el ejemplo en el ejercicio de la ciencia y arte de la política, a través de la supuesta entrega y servicio a la colectividad.
De otra suerte, se diría que el adormecimiento de la sociedad civil, perduró setenta y ochenta años por la ignorancia y desinterés de los ciudadanos hacia la función pública. Lo cual, bien podría tener algún sólido argumento, pero lo más creíble es que si hubo los elementos de valía individual y deseosos en sus años mozos de servir a los demás.
Seguramente, todo eso ocurrió cuando en los años posteriores al Porfiriato, los viejos que vivieron todavía los primeros años de la pos-dictadura, no habrían destacado en sus alocuciones que el general había prohijado un estado de cosas con tranquilidad social, progreso para el que trabajara y un combate determinante a los mexicanos malosos y que irrumpieran para generar un escenario de violencia sobre tierras aztecas.
Puede decirse que el priismo posterior al sexenio del presidente Miguel Alemán Valdés traería consigo las perversas ambiciones en los políticos que vieron en la función pública, la oportunidad para enriquecer personalmente.
Y de esta forma, el hartazgo sobrevino en la sociedad civil, a muy temprana edad del partido en el poder, como sucedió con la protesta estudiantil y la matanza instrumentada y ejecutada por el régimen uni-presidencialista y uni-partidista que encabezaba el señor Gustavo Díaz Ordaz.
La cuesta arriba arrancó con el régimen de Luis Echeverría y un PRI tatemado, pero que seguía siendo mano a la hora de imponer servidores públicos.
En la provincia y particularmente, aquí igual, los socios priistas eran los mismos de siempre. El reparto de los huesos públicos y el enriquecimiento ocurría solamente entre quienes formaban parte de la casta distinta al grueso de todo un pueblo.
Este, desentendido de la actividad política, pero que se alertaba sobremanera, cuando avistaba que sus servidores públicos repetían y repetían en sus puestos, al grado de provocar en la ciudadanía un contundente rechazo, odios y rencores y la necesidad de iniciar la lucha por un cambio verdadero.
El priismo, encontró la fórmula, trayendo políticos sexenalmente del altiplano, para hacerse cargo del principal puesto del estado, el de gobernador, lo que satisfizo a medias a todo un pueblo siempre desangelado, lo saben sus dinosáuricos dirigentes y socios de los últimos 40 años y que por ello, se presuma que prefieran guardar silencio, acallando sus voces y hasta hacerse a un lado, ante lo que bajo estas condiciones pareciera irremediable, que es la desaparición del PRI en Veracruz. Al tiempo.
UN RAMAL DE CALLES EN TORNO A CLÍNICA DEL IMSS, EN ABANDONO
De lo que fuera el funcional, característico por su parque y haber sido la terminal de los autobuses del servicio urbano, solamente quedarían como monumentos de lo que en toda una época distinguió al barrio de Úrsulo Galván en confluencia con la calle de Venustiano Carranza, la clínica del IMSS y por supuesto la vieja máquina del ferrocarril, en lo que fueran precisamente a principios del siglo XX todavía los patios de la vieja estación del riel.
Hoy, es un mugrero absoluto. El centro deportivo de ferrocarrileros, ídem, sigue cerrado por la pandemia, lo que le hace lucir aún más lúgubre, que en los días donde allí equipos semi-profesionales jugaban beisbol.
En torno a la clínica, medio centenar de vendedores ambulantes se apropiaron de la banqueta que antes servía de paso a los transeúntes. La falta de higiene en la venta de comida chatarra, que ninguna instancia sanitaria supervisa, los baches a flor de tierra y otros que se asemejan a los cráteres que exhibe la luna a través de la Nasa, el parque sin ninguna poda desde hace meses o años y el ir y venir de carros, sin ningún señalamiento vial, menos agentes uniformados que vigilen la circulación vehicular, lo que vuelve a ese sector de la ciudad en un barril sin fondo de calamidades.
Vecinos, comerciantes, transeúntes, automovilistas, se preguntan el por qué han transcurrido meses, que se abrieron cepas, las clausuran a medias, pero no se aprecia si el ramal de calles en cuestión, está elaborado con cemento hidráulico, asfalto, lodo, tierra o pedruscos. Y por el lugar transitan diariamente miles de automóviles y peatones, que van de Xalapa a Briones, a Coapexpan o a Coatepec.
Si en algún momento, los ferrocarrileros suponían que la exhibición de su máquina sería un atractivo a la vista de los visitantes ¿cuáles? O un espectáculo con cierta gracia para las familias de los rieleros, nones, eso pasó a la historia. El monumento nadie lo entiende ni pregunta el por qué allí se escogió para rendir tal muestra.
La terminal de autobuses urbanos verdes y rojos, dejó de existir, ya no se aparcan las unidades del poderoso consorcio de un pasado en el lugar, al cual rodean nomás imagine usted que desorden urbanístico, un mercado de abasto alimentario, una fila de fondas y tienditas, cafetines, hasta el domicilio de un templo religioso, en lo que fuera parte de las instalaciones sindicales del Suterm, amén de construcciones dedicadas una al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UV y el Instituto de Idiomas, también de la mencionada casa de estudios.
Todo este escenario-espectáculo de lo que una ciudad urbanizada y regulada por un plano, no existe. La anarquía pura. El desorden más evidente y los roedores, los humos y tóxicos produciéndose las 24 horas del día. A cinco minutos de los palacios de gobierno estatal y municipal de la que fuera alguna vez la Atenas veracruzana.
Los conductores de las ambulancias del IMSS para poder ingresar a los patios de la clínica, tienen que realizar verdaderas proezas, a semejanza del gran Tarufi, corredor de automóviles de carreras, porque su s alrededores padecen tal congestionamiento propiciado por automovilistas particulares, taxistas, vendedores informales, gente que se arremolina sin saber qué hace allí, peatones, canes callejeros, autobuses que salen de Ursulo Galván y cruzan con rumbo a Coatepec y todas las arterias destrozadas en un radio de varios kilómetros a la redonda.
La ciudad de las flores, es un título que alguna vez ostentó la ciudad. Ahora nada de esto.
AGUIRRE GUTIÉRREZ, ACABÓ CON LA ERA DE LOS PORROS, EN UV
Cuando los jóvenes estudiantes de las escuelas y facultades de la Universidad Veracruzana vuelven a clases, pero a través del zoom o la plataforma de la propia casa de estudios, hay quienes se preguntan sobre la expectativa de formarse así las generaciones, que mucho antes que atender a sus libros, igual, tendrán que iniciar la era de los profesionales convencidos de que está en plena marcha la transformación en la vida de los veracruzanos.
Es cierto, que en la promoción de una ideología determinada o forma de pensamiento, ninguna instancia la promueve aún en la gran provincia del territorio nacional.
Sin embargo, los verdaderos cambios comienzan en la conformación de los nuevos profesionales, como sucedió en los estados de Europa occidental y por supuesto, en las naciones latinoamericanas como es la isla caribeña de Cuba.
En las facultades dependientes de la UV sus académicos y alumnos, han experimentado diversos cambios, desde que se instaló la casa de estudios sobre tierras locales. Inicialmente lo importante era generar los profesionales que la sociedad estaba reclamando en los campos de la ingeniería, arquitectura, medicina y el derecho. Sin duda esta primera motivación se cumplió a cabalidad.
Por supuesto, que es en el seno de las universidades, donde surge el carácter y potencial de sus profesionales para transformar la vida de los pueblos.
Prestigiosos planteles, dieron lugar a la formación de profesionales tan bien calificados como los mejores del resto del mundo. Sin duda, los regímenes gubernamentales hicieron lo suyo, como también enfrentaron con rigor cuando el dique de contención desbarranco, con los actos de violencia, porrismo y otros que caen en la cuenta de los eventos delincuenciales, conforme a la norma de derecho.
La UV lució espléndida, hasta que la violencia apareció en el seno de su escuela de Derecho. El deterioro en la imagen del abogado de los años 80 se debió a los grupos de porros que ensombrecieron la vida académica de la facultad, que tuvo como su primer director a don Manuel Aparicio Guido, un jurista de cepa.
Aquellos años, en que los poderosos funcionarios públicos salidos de las filas priistas, se daban el lujo de administrar grupos de facinerosos, para que irrumpieran con fuerza bruta en sus instalaciones, pero que más tardaron en violentar los espacios de la academia con sus brutales actos, que en ser echados con la fuerza de la ley, el diálogo y la valentía de poner extramuros de la universidad a los pillines.
En ese tenor, hizo su papel estelar el rector Carlos Manuel Aguirre Gutiérrez, a quien el gobernador Agustín Acosta Lagunes dio la encomienda de limpiar de porros los planteles universitarios y particularmente, el de Derecho. La limpia fue radical. El resultado lo aplaudiría la auténtica comunidad universitaria y por obviedad, los ciudadanos, la sociedad civil, en su conjunto y los comerciantes, los taxistas y autobuseros.
El retorno de la tranquilidad, permitió a la UV reencausar desde entonces, haciendo de la imagen de la casa de estudios, un ejemplo de cara al resto de universidades del interior del país.
Por todo lo anterior, es que numerosos académicos y estudiantes, se preguntan sobre el nuevo profesional que deberá aportar la institución a la transformación, que va a demandar un profesional con vocación de servir, comprometido socialmente.
A este nuevo profesional, lo deberá significar el que ostente una ideología con convencimiento, que sea cercano a la gente, desde sus años de formación escolar, no obstante que deba atender a una “currícula” de asignaturas propias de la carrera que eligió y atienda además, los contenidos sicopedagógicos, cierto, pero con conocimiento de causa y efecto, porque así lo exigirá necesariamente la necesidad social del porvenir, que es el presente. Al tiempo.