Receta para el fracaso de la oposición
|Historias de reportero
Carlos Loret de Mola
Receta para el fracaso de la oposición
El movimiento opositor al
presidente López Obrador no puede acapararlo todo. La oposición que busca
estructurarse electoralmente de cara a la elección intermedia de este año tiene
la obligación ética de cuidar el derecho de admisión.
En los pocos más de dos años de sexenio, hemos
visto, bajo el amparo de “ser oposición” escenas políticas deleznables. Una
pancarta que exige que no nos gobierne una trabajadora doméstica. Tuits que
atacan al obradorismo por el color de la piel de sus simpatizantes. Racistas
que salen del closet disfrazados de contestatarios.
Supremacistas del bilingüismo que consideran
inútil a quien no habla inglés. Extremistas del doctorado que descalifican de
tajo las capacidades de alguien que no tenga estudios de postgrado, como si
México no contara una larga historia de gobernantes con pomposos títulos
académicos que llevaron al país al desastre.
Un empresario que se queja de que ahora lo
extorsionan para cobrarle los impuestos que debió haber pagado. Otros que se
rasgan las vestiduras por un aumento de 10 pesos al salario mínimo diario. En
el despreciable extremo máximo están quienes incluso desean la muerte al
Presidente, y despliegan una retórica violenta, fanática e intolerante.
Así, en el paraguas anti-AMLO hay corruptos que
buscan inmunidad, empresarios abusivos que quieren mantener sus privilegios,
fascistas que se legitiman con la bandera de la oposición, vulgares rateros que
persiguen la redención. ¿Esa es la oposición? No. Esos son solo algunos cuadros
visibles, algunas voces cuya única relevancia es la estridencia.
La mayoría de la gente que rechaza los
resultados de la gestión del presidente López Obrador no respalda tales
extremismos, ni cabe en ninguna de estas condenables categorías. Existe una
fuerza ciudadana notable y limpia a la que no le gusta lo que está viendo en
Palacio Nacional: ya se dio cuenta que no funciona, que se está empujando al
país a la debacle. Esa es la que debe ser escuchada. Esa es la que, con
diversidad de pensamiento, alimenta la esencia de la democracia.
Es cierto que en el obradorismo también hay
corruptos que ya se redimieron para seguir robando, empresarios que ya se
acomodaron para seguir abusando, fascistas disfrazados de liberales,
extremistas violentos que anhelan el autoritarismo y vulgares rateros con cargo
en el Gabinete.
Pero un movimiento que busque rivalizar con el
tsunami político que gobierna México no debe apostar por el “ellos también son
ladrones” porque esa fórmula terminará igualando sus excusas con las del actual
régimen.
Habrá quien diga que la mejor estrategia es
sumar hasta los impresentables porque solo así se le puede ganar en la elección
de este año. Desde mi punto de vista, esa ruta facilita al Presidente y a su
partido posicionar el discurso de que la oposición pretende regresar al pasado
y no saltar al futuro, un futuro que el propio Presidente ha cancelado para
México.