RAÚL ARIAS LOVILLO, UNA OPCIÓN PARA XALAPA
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RAUL GONZALEZ RIVERA
RAÚL ARIAS LOVILLO, UNA OPCIÓN PARA XALAPA
Los xalapeños auténticos han demostrado que tienen la madurez cívica para elegir candidatos a los puestos de elección popular y que si se equivocan no repiten el error, como que también se dan la oportunidad con nuevos rostros y famas públicas.
Raúl Arias Lovillo, aparece en el escenario político de la ciudad, seguro de que buscaría el bienestar de la sociedad y que sin distingos, sabría llevar a cabo una labor que permitió la recuperación de la que fuera Atenas veracruzana, orgullo de educadores, sociólogos, médicos, escritores, poetas y músicos en un pasado todavía reciente.
Ex rector de la Universidad Veracruzana y una hoja limpia en su trayectoria como autoridad de enseñanza universitaria y funcionario siempre ligado al área de la educación, goza de la sensibilidad para brindar el trato y mantener la cercanía con la gente del pueblo. Esto aseguran simpatizantes suyos.
Desde las trincheras de la máxima casa de estudios de la entidad, se dio lugar para rendir un especial respaldo en las tareas en favor de los pobres de la ciudad, a través del legendario despacho jurídico gratuito de la facultad de Derecho, en los momentos estelares de la gestión universitaria que ostentó el economista de profesión original.
Una entidad, de prestigio y que con gran dignidad coadyuvó en la formación de quienes se forjaron como auténticos abogados litigantes, razón de peso específico y que fuera creada a la par del nacimiento de la primera escuela de jurisprudencia, bajo el amparo de la Universidad Veracruzana, en esta ciudad capital.
Por desgracia, con el paso del tiempo timoneles políticos descuidaron la institución, al grado de que la ciudadanía nos confirme muchas veces, su desconfianza en la justicia, en la verticalidad de los jueces, en la honestidad de los fiscales y dude de la capacidad de los postulantes de una asignatura, que alguna vez, en el pasado no remoto todavía dio fama, lustre y proyección a la misma entidad estatal ante el resto del país y porque no, en buena parte del resto de este mundo, donde orgullosamente ostentan su sistema de leyes y justicia.
El rector Arias Lovillo a diferencia de otros con el mismo cargo, fortaleció las tres vertientes de la universidad, rindiendo los apoyos de rigor a la enseñanza en las aulas universitarias, en el campo de la difusión cultural dentro y extra-fronteras de tierras veracruzanas y la investigación científica, en las áreas científicas y sociales, lo que permitió a la UV consolidar su prestigio obtenido de cara a otras casas de cultura locales y del país.
Xalapa, en el curso de la historia, ha dado oportunidad a toda clase de políticos y perversidades de buenos y malos personajes, que se hicieron del poder municipal, ya fuera para lucir como honestos administradores, pero otros, que consolidaron nombre y apellidos bajo la mascarada de leales al servicio público, pero no pasarían de ser simples pillos sin valores ni escrúpulos.
La contienda preelectoral que viene, será determinante para fijar el rumbo que la propia patria nacional deberá asumir en el correr de los tiempos de pandemia, de mexicanos sin creer ni confiar en nadie y de una ancestral pobreza que galopa a pasos de gigante por todos lados.
En este sentido, consideran universitarios de los cuatro costados de la entidad, que si bien, la ciudad ha sido una fábrica de malos y buenos políticos, el voto de confianza se lo rinden de manera especial al maestro Raúl Arias Lovillo. En el proyecto de los ciudadanos, esté el de permitirse una oportunidad más para darse la libertad de elegir al hombre que puede darle el giro largamente esperado por el grueso de los xalapeños auténticos. Al tiempo.
SIEMPRE SE HABLA DE LOS JÓVENES, PERO, DÓNDE ESTÁN
En todos los tiempos, los viejos y modernos políticos argumentan en su discurso que los jóvenes suelen ser el centro de atención de sus tareas laborales y que su educación ha de ser primero, porque todos ellos son la esperanza del porvenir.
Salvo en el régimen federal de Luis Echeverría Álvarez, autor intelectual de la matanza de estudiantes en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco, el cual posteriormente incorporara corrompiendo a una gran cantidad de muchachos que salvaron el pellejo de aquella espeluznante matanza, al aparato del poder público, en el grueso de los sexenios, los jóvenes brillaron por su ausencia.
Lo suyo ocurrió en la provincia y particularmente en la aldea veracruzana. A estas tierras llegaron como gobernadores en distintos periodos sexenales, personajes que ni siquiera nacieron sobre tierras veracruzanas, los cuales se acompañaron como don Fernando López Arias, Antonio M. Quirasco, Rafael Murillo Vidal y otros de viejos correligionarios suyos, ex asociados en sus negocios particulares o íntimos suyos, todos, figuras legendarias, marcados por el signo de amasar fortunas personales fabulosas y rendir a la sociedad el discurso rico pero sin contenido en la hora de la verdad.
Sin embargo, como en toda regla, hay su excepción y esta la cubrió exitosamente el gobernador Rafael Hernández Ochoa. A este personaje en su momento, nadie lo conocía sobre tierras estatales. Se decía que había nacido obre territorio de Martínez de la Torre, se le atribuían condiciones de Superman, debido a que venía de dejar el cargo de secretario del trabajo y lo más importante, que mantenían un viejo compadrazgo con su amigo, el presidente Luis Echeverría Álvarez.
En política la lógica suele equivocarse, pero en contraste, en aquella histórica designación por el dedo presidencial, sobre el cuadrilátero de lo electoral Hernández Ochoa, confrontaría a un político de peso completo, un contra al cual el pueblo genuino de Veracruz consideraba idóneo, don Arturo Llorente González.
A este último le acompañaba una impecable hoja de cargos públicos, imposible de poderlo superar el más ambicioso de los grillos o tránsfugas del viejo régimen, pues don Arturo había sido senador de la república, diputado federal, alcalde del puerto de Veracruz y rector de la Universidad Veracruzana. Gozaba de un carisma que le reconocían propios y ajenos a la entidad y su modestia lo convertiría en el prospecto del aspirante ideal para el puesto mencionado, pero oh sorpresa, de un plumazo, desde lo más alto poder federal, se borraría su nombre del mapa y su compadre le otorgaría la preciada chamba política al señor Hernández Ochoa.
Por supuesto, a este último lo conocían sus cuates más cercanos, así que la maquinaria tricolor lo arroparía inmediatamente con una legión de jóvenes que se plegarían a los mandatos de una campaña única, un candidato único y un partido único.
Por supuesto, sería gobernador y por espacio de 30 o más años, ese puñado de muchachos inexpertos, una vez que se vieron convertidos en funcionarios públicos realizarían sus carreras exitosas, enriquecieran hasta el asco sus bolsillos y fortunas familiares, pero justamente, quedarían como responsables o autores, de que todavía se tenga un Veracruz con rezagos y retrasos sociales, materiales y de obra pública, que lo remiten a uno de los territorios más olvidados de este país.
SE ACUSÓ QUE LA CIUDAD ERA REHÉN DE TAXISTAS, PERO SIGUE
Al inicio de sus gestiones la autoridad municipal local, acusaba que la capital era rehén de los taxistas.
A la acusación, hasta los menos crédulos creyeron que algo sobrevendría para darle oxígeno a la ciudad, hundida en las mil calamidades y las exigencias más sentidas de sus habitantes que siguen sin ser resueltas, consistentes en su pobreza en las colonias, más de 200 con miseria, el desempleo que galopa incesante, las enfermedades sin atacarse porque los controles sanitarios y de salud pública no llegan a aquellas, sin industrias, sin educación y sin servidores públicos que a la palabra le sumen sus acciones de gobierno.
Sin embargo, se habla de la construcción de una pérgola, lo cual nadie en su mínima sensatez entiende, porque a simple vista, le va a robar precisamente la bellísima panorámica a la terraza del emblemático parque Juárez, único por su extraordinaria belleza y atractivo ancestralmente cultivados y sin dejar lugar a dudas, uno de los dos espacios, que históricamente quedan a las buenas familias de xalapeños, como áreas para su esparcimiento y convivencia social.
El otro espacio, es el paseo de los Berros, el cual se encuentra parcialmente cerrado, porque alguien le realiza reparaciones a sus pasillos y jardinerías desde hace poco más de un año. Por supuesto que el gremio de taxistas, convirtió a la ex Atenas veracruzana, en un feo espectáculo diario, como son las largas colas de taxis, asumiendo el control de las entradas y salidas a las plazas comerciales, la central de autobuses de pasajeros foráneos y ahora de las inmediaciones de las escuelas y facultades dependientes de la Universidad Veracruzana.
Algo horroroso, que no debiera darse ni como muestra en la antigua ciudad de las flores, el olor a cultura y más, de la educación que distinguía al Xalapa del pasado. Y viene lo peor, el taxi resulta-al menos en la localidad- un servicio, el que prestan los taxis “libres” de rancho rezagado, unidades apestosas desbaratándose, choferes sin bañarse, muchos de los cuales no se sabe si andan borrachos o si son adictos a alguna de las drogas enervantes.
Además, ninguna instancia de tránsito estatal o municipal, ha podido informar con la transparencia que les exige el presidente Andrés Manuel López obrador, a los servidores públicos, para que por vez primera en la historia de ese transporte público, rindan o exhiban una lista de precios en sus “dejadas”, como ocurrió antes, cuando no era taxi, sino “sitio de alquiler” y cuyos conductores entendían que operaban como servidores públicos, no atracadores con licencia para asaltar usuarios y pasajeros. Es todo.