COMO QUIERA, LAS MUJERES CELEBRAN UNA PROTESTA JUSTA

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

COMO QUIERA, LAS MUJERES CELEBRAN UNA PROTESTA JUSTA

                Si hay las damas infiltradas e inclusive los varones enviados por políticos molestos o empresarios indignados, esto no quita a las féminas la razón que les asiste cuando demandan el esclarecimiento de tanto crimen cometido en su contra, los centenares de fosas clandestinas, las desapariciones forzadas.

                Esta es una protesta y como tal debe darse ajena a los acosos, persecuciones y rechazo del grueso de la sociedad civil y los sectores que incluyen a los cuerpos de policía y por supuesto, a los políticos, muchos de los cuales no dejan de ser misóginos, discriminatorios y verdaderos tigres al acecho para descargar en todas aquellas su ira y furia.

                Es una manifestación de protesta que cualquiera de los pensadores y filósofos de todas las épocas del mundo, así la considerarían. Quien sale a la calle y exhibe su protesta, seguramente merece respeto y consideración. Por un momento, la demás gente, tiene que ponerse momentáneamente en sus zapatos para percatarse de que sus llamados a las autoridades y el resto del mundo, tienen puntos de apoyo y sustento.

                Regímenes encarnados por políticos de todos los colores lo supieron en el pasado y lo saben en el presente. Vale más escuchar lamentos, llamados a la paz y a la búsqueda de los seres extraviados, a que callen y la indignación la traigan con sus quejosos toda una vida, porque la amargura suele acabarlas por consumir.

                Si bien, la protesta que ahora recorre las calles de todo el país, es enarbolada por mujeres, hay que prestarles la debida atención. Por supuesto que la violencia debe ser reprobada en cualquiera de las formas que esta aparezca, en una lucha pacífica, justa y limpia como corresponde a la queja hecha pública por cientos de miles de damas, que tan solo pretenden dar rienda suelta a la indignación contenida en sus pechos.

                No es cierto, que todas las mujeres en una protesta hecha pública, sean violentas y busquen provocar a las fuerzas del orden público, como sucedió el último lunes en numerosas ciudades del interior del país.

                La mayoría de esas voces entrañan una tragedia, una historia, una insatisfacción que se colectiviza, porque al final del día en un país como el nuestro, jamás ha sabido responderles a los manifestantes de la calle, lo que aquellos esperan de los gobiernos y sus titulares.

                Movilizaciones de ferrocarrileros, médicos y estudiantes y maestros se dieron con singular virulencia durante los regímenes del temible presidente Gustavo Díaz Ordaz, y su respuesta fue violenta y hasta criminal. El genocidio cometido en el 68 quedó en el olvido para las instituciones públicas. Y lo mismo sucedió con los muertos de Acteal, durante la gestión presidencial de Ernesto Zedillo Ponce de León.

                La última matanza cometida contra 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, sigue siendo una deuda pendiente que el estado mexicano continúa sin cubrir a los padres de los normalistas, que claman todos los días porque les devuelvan a sus hijos.

                Quizá por eso, la diferencia con otras protestas públicas, la que ahora escenifican mujeres, tal vez se haya excedido con la quema de inmuebles, la destrucción de monumentos históricos y la complacencia de autoridades que juran que nada harán para contener la furia de aquellas, porque preferible es que despotriquen a tener que rendirles cuentas, que no fue en su tiempo, pero que tampoco la continuidad es su caso.

                O como lo sentencia el diputado abanderado por Morena Porfirio Muñoz Ledo, las mujeres ya no quieren vallas, mucho menos celebrar el día de las madres o el día internacional de la mujer, mientras les sigan partiendo la madre. Por favor.

MERCADOS DE ABASTO, SIGUEN IGUAL O PEOR

                La historia no se transforma en la localidad, por más que los anuncios al inaugurarse como autoridad habrían de pronosticar un cambio.

                La vida de los mercados de abasto alimentario, continúan a la espera de su renovación o confinamiento en los espacios anunciados, con vistas a convertir el corazón de la ciudad en el espacio que los xalapeños de antaño tuvieron, para su descanso cotidiano y la plática franca y optimista de las familias que vieron surgir la ciudad de calles empedradas, flores en cantidades industriales, su clima cálido-templadito y volviendo todos sus rincones a limpios, no los que ahora se respiran.

                Un empresario, en alguna época abrazó la idea de confinar en la llamada central de abasto de la ciudad, al total de los mercados que siempre son los mismos, con el fin de hacer del Xalapa antiguo y moderno, la ciudad funcional, confortable, amable y menos agresiva que ahora deben enfrentar sus avecindados todos los días.

                Imagine usted que sacaran los mercados San José, Los Sauces, la Rotonda, vaya hasta el mercadito Galeana, improvisado en terrenos de lo que fuera el patio de juegos de las niñas y los niños, allí en la calle de poeta Jesús Díaz. Sería una chulada, observan legendarios xalapeños, pues consideran que a la capital se devolvería el sabor de ser una ciudad provinciana con sabor a cultura y educación y olor a flores.

En lugar del mugrero, sello que se mantiene vigente en nuestros mercados, lo que ha dado al traste con el resto del mal llamado casco histórico, la población seguramente se merece áreas limpias, funcionales y oliendo a limpio. Nomás dese usted una vuelta por la zona de poeta Jesús Díaz, Abasolo y el entorno al mercado Jáuregui, el cual cubre una cuadra en el crucero que forman la calle de Altamirano, la avenida Revolución y la calle de Dr.  Lucio.

 El espectáculo que muestran los mercados de la ciudad, es grotesco, no puede ser menos, todos los días, lo exhiben de manera gratuita los ejércitos de comerciantes que en un incesante ir y venir, ocupan calles, se amontonan sobre las banquetas y ocupan áreas inclusive de la zona de jardines, para comerciar sus productos, consumir otros más y volver dichos espacios en basureros públicos.

Kafka quedaría corto, si resucitara y esbozara   con una de sus magistrales formas de pintar con sus escritos las cosas que diariamente se dan en el acontecer de los pueblos y si bien no las explica, tampoco nadie, da pauta, para que cada ciudadano asuma la responsabilidad de buscar una respuesta a tanto desorden, y a la anarquía que propicia que persista la perversa maldad de no tratar de buscar la solución a tan feo escenario.

Los mercados en nuestras ciudades, sirven a los políticos cuando se trata rendir cuentas sobre su pasado histórico y sus ligas con los señorones del poder en el presente. Sin embargo, dicho ejemplo en el caso eminentemente local no es así.

 La imagen citadina es la de un rancho surgido de la improvisación que propicia el caos, que todos los días se vive en una ciudad de calles angostas, mini-banquetas y matorrales y basuras por doquier, aunque los malvados insistan en calificar al terruño como una entidad en donde se respira cultura, dicho esto, con mofa y cinismo. Esperemos.

DISCRIMINAN A ADULTOS MAYORES EN PLAZAS COMERCIALES Y EN LA CALLE

No prohibir lo prohibido, reza constantemente el mensaje que eleva a los cuatro vientos de la conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lamentablemente, las mayorías no escuchan ni ven lo que ocurre de lunes a viernes en dicha conferencia desde palacio nacional, en la ciudad de México.

La escasez de cultura cívica es de mayorías aplastantes, así como que tampoco leen libros, ni periódicos y menos acuden a la cita con la imagen bonita que se difunde a través de la caja idiota. El pueblo se informa más por aquello que le susurran al oído, lo que dijo el vecino o la chismosa de la ventana.

Con motivo de la pandemia que se extiende en el tiempo y el espacio, enfermando a más seres humanos y aniquilando con la muerte a numerosos hombres y mujeres, igual se vienen afirmando algunas medidas de restricción a los ciudadanos, que se acercan a una táctica dictatorial, que margina, lesiona moralmente a la gente, o que en su defecto incurre en marcada discriminación y chantaje.

Al conductor de taxi que rebasa los 60 años de edad, se acerca con sigilo el prepotente motociclista de transporte público, para advertirle que lo mejor es que deje el volante, se refugie en su casa y se olvide de seguir transportando a pasajeros, porque le advierten que puede ser el próximo contagiado de coronavirus.

En los más importantes consorcios empresariales, en los que se expende buena cantidad de los productos comestibles, a discreción funcionarios y singulares empleados menores, se apostan a lo ancho de sus pórticos para contener el arribo de “adultos mayores”, como en los estados de guerra en Afganistán, Irak, Palestina e Israel, aquí en la otrora Atenas veracruzana, dichas murallas humanas se transforman o erigen en barreras infranqueables para los adultos mayores preferentemente, en un acto de verdadera discriminación en los centros comerciales, las plazas públicas y en las unidades de transporte público.

La insultante medida, no puede pasar desapercibida. Contraría el régimen de libertades amplias que ofrece el régimen de la 4T a la sociedad y ofende en su más profunda sensibilidad a hombres y mujeres, que han transitado por la vida y que habiendo llegado felizmente a una edad, -que como dijera el cantante español Julio Iglesias-, no cualquiera llega.

Esto viene ocurriendo en plazas comerciales y en la calle más céntrica de la ciudad, lo que a no pocos indigna y lastima. Seguramente es también momento para recomponer lo que se dicta desde las rodillas llamando a prohibir lo no prohibido. Es todo.