Bárbara Jacobs trabajó en lo que considera su último libro de ficción
|- La novelista mexicana evoca a sus seres queridos muertos en ‘Días de tu vida’
CIUDAD DE MÉXICO. “Me estoy preparando para la muerte. Estoy casi lista para acabar de despedirme”, afirma con firmeza la escritora mexicana Bárbara Jacobs (1947), quien “con esa ilusión y determinación” trabajó en lo que considera su último libro de ficción, Días de tu vida (Era), que ve publicado tras siete años de confección.
La narradora, poeta y ensayista define a este singular ejercicio literario, en cuya escritura abundan los puntos casi entre cada palabra y están ausentes las mayúsculas, como “una lucha contra el olvido, porque también la memoria, como el dolor, nos afecta”, dice en entrevista .
La muerte y el amor, reconoce la también traductora y articulista, marcan la vida tanto de ella como de Patricia, personaje principal de la obra inspirado en su hermana, quien admite: “Se ha ido mucha gente mía”, por lo que evoca a todos y teje poco a poco la trama completa de su existencia.
La muerte nos pegaba a las dos. La partida de las personas que hemos querido nos afectaba de una manera muy evidente y dramática. Incluso, a veces tenemos que esconder a qué grado nos duele la muerte”, comenta.
La novelista explica que alcanzó la versión definitiva de Días de tu vida después de una serie de intentos fallidos. “Esto en el sentido de que sabía que todavía no estaba lista. El año previo a que la di por terminada estuvo en reposo. Durante ese tiempo, seguía tomando notas; después la retomé y le incorporé datos, antes de pasarla en limpio”.
La protagonista narra a una reportera amiga, la víspera de su muerte, la “explosión de recuerdos” que la agolpan. Le cuenta su infancia, las casas donde vivió, su familia de origen libanés, sus padres, sus hermanos, sus amigos, sus amores y sus éxitos profesionales.
En total son tres voces, que espero hayan encontrado una armonía: la de Patricia, la de la reportera y la mía que, como autora, escribo el epílogo. El punto de partida era registrar la vida de la protagonista. Incluso, en la medida que realizaba los borradores, sentí que ella me decía ‘ya apúrate, ¿no?’. Ése fue un estímulo muy real”, detalla.
Quien fue esposa del escritor Augusto Monterroso (1921-2003) y del artista plástico Vicente Rojo (1932-2021), fallecido el pasado 17 de marzo, narra que Patricia y ella están fusionadas.
Ella está en mí y supongo que yo estoy en ella. Se me presentó en un sueño cuando andaba viendo cómo cerraba la novela. Me dijo ‘ándale, ya termínala, para que yo pueda descansar en paz”, agrega.
La autora de Las hojas muertas (1987), que ganó el Premio Xavier Villaurrutia, y Rumbo al exilio final (2019) parte de la premisa de que, cuando la vida se va, es preciso llevar a cabo un ajuste de cuentas con ella, un recuento en el que antipatías y resentimientos se diluyan en el espíritu, en la mente, para sólo dar cabida a afectos y nostalgias.
Cuando esperas la muerte vas llegando a cierto desapego de intereses, dejan de importarte un sinnúmero de situaciones y circunstancias. Ella (Patricia) murió con una perspectiva de la vida serena, y al mismo tiempo con una sonrisa de cuestionamiento. Al menos así oí su voz y la narré”, señala.
Jacobs dice que Patricia “fue una persona con el corazón abierto. No comparto varias de sus cualidades. Era sumamente hospitalaria, envidiablemente amiguera. Todo lo contrario a mí, pero nos comprendíamos”.
Agrega que “cuando salí de un grave problema físico me pregunté qué vas a hacer de aquí a que te acabes de morir. No muchas cosas. Hice una lista que fui palomeando y terminar esta novela era una de ellas”.
Ante la pregunta de qué falta por palomear, Jacobs añade que no se puede saber. “Déjame un guardadito. Uno no debe contar nunca todo. Me estás orillando a salir corriendo”.
Concluye que, como escritora, recuerda los días de su vida “con una mezcla de felicidad y de enorme, exagerada, casi insoportable, tristeza”, por la pérdida de sus seres queridos.
Y adelanta que aún tiene varias cajas y carpetas con textos que desea recopilar. “No tengo la ilusión de verlos publicados, pero sí el propósito de dejarlos listos”.