En la SCJN, responsabilidad compartida
|En la SCJN, responsabilidad compartida
Reynaldo Escobar
Ante el alud de comentarios en contra de la reforma constitucional para ampliar el periodo del mandato como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por parte del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, el propio destinatario de la reforma ha tenido que fijar su postura sobre dicho tema.
Sabe bien el ministro Zaldívar que una invitación presidencial nunca se rechaza, porque hacerlo significaría la muerte política de quien se atreva a contradecir a quien todo lo sabe y todo lo puede durante su sexenio.
Por otra parte, después de todo lo que se ha escrito por distinguidos académicos, funcionarios y exfuncionarios públicos, abogados todos, de reconocido prestigio en el ámbito nacional e internacional, el rechazo a la mentada reforma ha despertado un ambiente favorable para que hasta los ministros que integran el cuerpo colegiado del máximo tribunal se opongan a la voz de un solo hombre, que no oculta su deseo de monopolizar el mando único de los tres Poderes de la Unión.
Si a ello se agrega la lección que deja la jornada electoral del domingo pasado, donde nadie puede negar que quienes usufructúan el poder público federal constituyen una camarilla militante del partido Morena, cuya única finalidad se orienta a mantener en el poder al presidente López Obrador y obedecer sus órdenes, por encima de lo dispuesto en la Carta Magna, misma que el señor presidente juró “guardar y hacer guardar” al asumir su encargo.
Como consecuencia de la libertad de pensar y opinar de los mexicanos, cuando el ministro presidente Arturo Zaldívar acudió a votar no faltó quien valientemente lo exhortó a «soltarse de la mano del presidente» y «respetar la Constitución».
Tal vez a ello se deba que el presidente de la Suprema Corte de Justicia haya anunciado ayer mismo que promoverá una consulta extraordinaria ante el pleno del máximo tribunal, para que colegiadamente se dicte la forma de proceder y al mismo tiempo se decida entre la aceptación o rechazo de la prórroga de mandato, que significaría decidir entre la dictadura o una democracia constitucional.
Sabe bien el ministro Zaldívar que una invitación presidencial nunca se rechaza, porque hacerlo significaría la muerte política de quien se atreva a contradecir a quien todo lo sabe y todo lo puede durante su sexenio.