VÍCTOR HUGO, CONCLUYÓ SU LIBRO “LOS MISERABLES”, HACE 157 AÑOS
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RAUL GONZALEZ RIVERA
VÍCTOR HUGO, CONCLUYÓ SU LIBRO “LOS MISERABLES”, HACE 157 AÑOS
El gran Víctor Hugo falleció en Paris el 22 de mayo de 1885 a la edad de83 años, cuando todavía se encontraba pleno en sus facultades.
Sus opiniones en aquellos años eran consideradas políticas y morales, y luego de publicar su extraordinaria obra, se convirtió en un personaje emblemático. Sus textos, sin duda, son lectura obligada en todas las universidades del mundo y, particularmente, de las escuelas y facultades de letras, filosofía e historia.
La tercera república lo honró con la celebración de un funeral de estado, celebrado el primero de junio y al que asistieron más de dos millones de personas, luego lo acompañarían con la inhumación de sus restos en el Panteón de Paris.
Los que recordaron al prócer de la literatura, obviamente calaría en profundidades, sobre todo en tiempos duros de pandemia, cuando solo se habla y oye de política, muerte y en un tono más alegre de deportes, las olimpiadas, la magia que hizo sentir un pueblo altamente organizado y educado, como suele ser el Japón. Y en un escenario, donde pareciera que el ser humano dejó de sentir, no hay reacción y en las vacas, si existe la sensibilidad.
Esto viene a colación, porque la final de los juegos olímpicos celebrados en Tokio, Japón, lo que hizo temblar al mundo fue su mensaje de paz, concordia, fraternidad, solidaridad y el deseo porque el deporte siga siendo el lazo, que una a las naciones del mundo, no obstante que si los mejores atletas, los más fuertes y los más talentosos se han de repletar de medallas de oro, plata y bronce, la esperanza queda abierta, para que en los próximos cuatro años, de nueva cuenta los países del mundo, se vuelvan a fundir como uno solo en la justa, que desde ahora se prepara ya en la ciudad luz de Paris, Francia.
Son tiempos difíciles para el grueso de naciones y pueblos que conforman el planeta tierra. Por esta vez, los poderosos y las potencias han tenido que doblar banderas, ante la invasión del peligroso y silencioso enemigo del coronavirus, como nunca que se sepa lo habían padecido en los últimos cien años precisamente, en aquella época, también Japón habría de ser anfitrión de los juegos olímpicos, en medio del enfrentamiento que los países del orbe, tendrían para combatir una pandemia que dejaría como la actual, dolor, pacientes y muerte.
Sin embargo, queda el hecho insustituible de que es el deporte, la única herramienta de la que poderosos y países pobres y los encuadrados en un tercer mundo, pueden echar mano, en una hora en que la suma de todos, hará posible que la expectativa de que días mejores vengan para el total de la humanidad, se haga realidad. Guerras, complots, malos y buenos gobernantes, así debieran entenderlo en esta hora difícil, la que llama necesariamente a la concordia y la inteligencia de los pensantes.
Volver a leer las páginas de la monumental obra de Víctor Hugo, bien podría encontrarse el antídoto para los momentos terribles que está viviendo el grueso de los seres humanos de este mundo. Al tiempo.
JOSE NARRO ROBLES, UN AGENTE DEL PASADO, CLAMA POR LA UNIDAD DEL PUEBLO
Como quiera que sea la voz del doctor José Narro Robles, encuentra un gesto de razón cuando aborda el tema y refiere que en esta hora que vive México, lo sustancial es mantener o luchar por la unidad de todos los actores y sectores que conforman la sociedad azteca y el resto del mundo.
El facultativo, pertenece al régimen duramente cuestionado del presidente Enrique Peña Nieto. Fue rector de la UNAM, catedrático de la misma universidad y secretario del sector salud nacionalmente. Se le imputa que nada hizo contra los corruptos que en Veracruz, inyectaron agua en lugar de quimioterapia a los menores que eran asistidos en el hospital del Cecan.
Se ha dicho junto con otro selecto grupo de ex funcionarios públicos, que hicieron de la industria farmacéutica, un gran negocio que beneficiaría única y exclusivamente a un puñado de beneficiarios, entre los cuales, fue citado el doctor Narro Robles. Sin embargo, toda pesquisa quedó en el imaginario, porque el galeno, sigue confiado, radica en su residencia particular, cuyos vecinos reconocen a uno de los cardenales del régimen priista, sacaba y sigue sacando personalmente las bolsas de basuras, para depositarlas al paso del camión recolector en la ciudad de México.
Los morenistas- claro está- no todos los calificaron de ser uno más de los “matraqueros” del priismo en decadencia, cuando después de ocupar el cardenalato de salud público, pasaría a las trincheras de su partido, el tricolor y desde éstas, se sumaría en los mítines y grandes concentraciones de socios priistas, para cantar loas a la lucha partidaria de dicho membrete.
Empero, Narro Robles, no deja de ser uno de los activos culturalmente más reconocidos del viejo régimen, al que en numerosas ocasiones los analistas refieren como uno de los más acertados críticos en materia de salud pública en el país, amén de concluir en sus alocuciones que una exigencia mayor, aquí y en el resto del mundo, seguramente, es la unidad de todos, para poder salir adelante como sociedad y país.
Asociados, simpatizantes y adversarios políticos del viejo régimen, coinciden en que ciertamente la voz de quien pudiera parecer uno de los pastores del priismo en decadencia, pareciera estar en lo justo u oportuno, al llamar porque la unidad el sello que garantice la expectativa de un cambio en paz y armonía, primero entre los mexicanos.
Lamentablemente, en el hoy, como el ayer a sus dirigentes intelectuales como fueron Jesús Reyes Heroles, Porfirio Muñoz Ledo y otros, los socios priistas prestaron oídos sordos, siendo que en cada discurso y mensaje, los amos del priismo estaban advirtiendo la caída de su partido, en ausencia de un diálogo que llevaran a la práctica, bajo el lema de la unidad con el resto de la sociedad.
Acaso hay el priista cínico, que no quiera recordar la cita que heredó don Jesús Reyes Heroles a los asociados veracruzanos, cuando en franca retirada por tanta corruptela, el hombre de Tuxpan de Rodríguez Cano, aquí en Xalapa, les dictara la sentencia textual y públicamente: “El PRI se renueva o muere”. Esperemos.
SACERDOTES, MONJAS Y JÓVENES REPLETAN HOSPITALES Y FUNERARIAS
La gente se cobija de manera multitudinaria en la iglesia, último recinto al cual de manera espontánea miles tocan a sus puertas, con el rostro seco, frio y sin saber hacia dónde virar y encontrar el consuelo, por esta vez, ante tres de sus representantes eclesiásticos más queridos de los últimos tiempos.
El dolor se filtra por todos los poros de sus cuerpos, y elevando la vista y los brazos hacia el cielo, los feligreses en cascada demandan al cielo una explicación. Son ya miles de enfermos de coronavirus y un número que rebasa las cifras que había advertido el doctor Hugo López Gatell de víctimas mortales ante el ataque del enemigo invisible.
Desde hace tres días las iglesias católicas prácticamente permanecen con puertas cerradas. Las legendarias monjitas de la iglesia que se localiza sobre la avenida 20 de Noviembre, a escasos metros de la calle de Francisco Sarabia, reconocidas por la venta de sus tradicionales dulces de jamoncillo, todas ellas enfrentan el contagio de la Covid 19.
Y ayer mismo, un desfile conformado por miles de feligreses se dio cita ante las puertas de la Catedral de Xalapa, para despedir a su arzobispo Hipólito Reyes, con cuyo deceso se suma al que antes pudo testificar la familia católica, con la desaparición de Sergio Obeso y de Gilberto Suárez.
En mentideros de los creyentes, cobra singular fuera el saber que los tres personajes murieron un día domingo: Sergio Obeso Rivera el 11 de agosto de 2019; Gilberto Suárez el 9 de agosto de 2020 y el arzobispo Hipólito Reyes, el 8 de agosto de 2021. Los tres murieron en agosto. En su despedida, los asiduos a la religión católica, demandaron de la tercia de prelados eruditos, que desde el cielo intercedan por todos aquellos.
Es decir, numerosas legiones de mexicanos, confrontan serios retos que abatir en momentos de crisis de todo, de desaliento y desconcierto, porque la enfermedad epidémica no cesa, se cuenta que los nosocomios públicos, están al tope del colapso, siguen faltando los médicos especialistas y los pacientes chicos y grandes de una ola de padecimientos y enfermedades, siguen tocando a sus puertas y son atendidos por galenos hasta el agotamiento, debido a las jornadas de trabajo, sin descanso.
Y la afluencia de creyentes de todas las iglesias, se contiene, debido a la expectativa del contagio que hasta pareciera ganar la carrera a la intervención de los médicos que se encuentran en el frente de una lucha que se alarga. Y contra la cual, advierte el doctor Hugo López Gatell, que la incidencia de la enfermedad, todavía no registra numeritos que verdaderamente preocupen a la coordinación sanitaria nacional, exprofeso dedicada a ver por la epidemia. Es todo.