¿POR QUÉ TANTO MIEDO DE VOLVER A LA ESCUELA Y NO A PLAYAS Y BAILONGOS?

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

*” Estamos peor, pero estamos mejor. Porque antes estábamos bien, pero era mentira. No como ahora que estamos mal, pero es verdad”: Mario Moreno“Cantinflas

¿PORQUÉ  TANTO MIEDO DE VOLVER A LA ESCUELA Y NO A PLAYAS Y BAILONGOS?

Tienen toda la razón los padres de las niñas y los niños que deberán volver a recibir clases presenciales y siguen montados en el caballo del terror, por aquello de que puedan sufrirse más bajas de las que este país está sufriendo sobre todo en las últimas semanas.

                Evidentemente que las medidas de prevención que aplicarán las escuelas durante el ingreso de sus alumnos en la primaria y la secundaria, no se asemejan con las que de todos es conocido que se practican en las ciudades de China. Sin embargo, la SEP ha dicho cuales serán dichas medidas y hay que rendirle el voto de confianza, ni hablar.

                 A su vez, vale la pena elevar una reflexión en todas las direcciones, acerca del miedo, que raya en pánico en numerosos casos, cuando las playas están repletas de familias completas metiéndose al agua del mar y los ríos y los adultos beben licores, comen como pelones de hospicio y viajan como en lata de sardinas, sin mascarilla ni espejuelos.

                A raíz de que la coordinación sanitaria, dejó de dirigir sus conferencias de prensa, alusivas a la covid y sus consecuencias entre la sociedad mexicana, igual, la situación de vida de millones de compatriotas pareciera haberse liberado de la añeja recomendación de mantenerse bajo resguardo en casa, utilizar la mascarilla y lavarse las manos constantemente.

                La tunda periodística que se llevó como corolario de su actuación el doctor Hugo López Gatell y su equipo de especialistas que colaboraba a su lado, igual, atrajo el relajamiento que se ventila en la calle, los antros, las cantinas y los paseos por las playas y ríos, hasta donde arriban no docenas, sino centenares de viajeros de todas las edades. Y allí no existe el miedo ni el terror a la enfermedad.

                Médicos especialistas en neumología y otras áreas de la salud, demandan la atención de la gente, en el sentido de que aquellos, ya muestran agotamiento radical, exponen su propia vida y la hospitalización de pacientes va al alza. El país prácticamente se encuentra en semáforo rojo y el final no se le ve a la pandemia, sino todo lo contrario, que se quedará por largo tiempo y no hay visos de que el mundo vaya a tornar pronto a su antigua normalidad.

                Más aun, porque las recomendaciones del sector salud, la mayoría suele pasárselas por el arco del triunfo.

                Aquí en la aldea insólitamente, los antros, las cantinas y otros centros de diversión, de los clasificados en el ámbito de giros negros, mantienen horarios casi de 24 horas, lo que da lugar a que la epidemia, no solo se propague más accesiblemente, sino que no concluye ni se le avista que vaya a terminar con buenos saldos.

                Conclusión, porque a la escuela y las clases presenciales, se les ve con algún terror, por muchos mexicanos patriotas y no dicen lo mismo del resto de las grandes concentraciones que hasta pareciera que se dan, en franco reto al poderoso e invisible enemigo de la humanidad entera. Por favor.

A ÚLTIMAS FECHAS, EL TEMA DE LEA  Y EL 68, POCO IMPORTA A LAS MAYORÍAS

                Ciertamente el 68 y la matanza de estudiantes y profesores, allá en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco,  importa a quienes en esa gesta se vieron involucrados, a los progenitores de los jóvenes masacrados, pero a nadie más.

                Todo  lo ocurrido en aquel histórico 2 de octubre del 68, el papel estelar en la matanza que tuvo el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, al lado de su jefe inmediato superior, el también presidente, el abogado Gustavo Díaz Ordaz y que en estos días  es parte de la difusión que se hace de un movimiento estudiantil  en México, importa  quién sabe a quién, porque es la hora en que ninguno otro de los universitarios inclusive de la época contemporánea, se le ve clamando porque se imparta justicia, ante semejante genocidio o crímenes de lesa humanidad.

                Es obvio, en tiempos de hambruna, desempleo, descorazonada y ausencia de un patriotismo inexistente en el común de aztecas, un movimiento de protesta, que tan solo demandaba algunas libertades como la de opinión, la de hacer política y que los mexicanos dejaran de ser rehenes en su propio país, no tenga la trascendencia, que tuvieron la lucha armada de la Independencia, por ejemplo, o la Revolución de 1910 que encabezaron los guerrilleros Pancho Villa y Emiliano Zapata.

                Ya pasaron 50 años de la masacre cometida en Tlaltelolco y si se ha registrado alguna protesta pública, es la que encabezaron hace algunos meses los familiares, esposas, hijos y hermanos de las víctimas mortales que registró la defensa de las libertades mencionadas antes, y la condena que de siempre se elevó en contra de los políticos de una época, claramente de opresión y persecuciones políticas, como ocurrió durante el régimen del presidencialismo exacervable.

                Queda claro que ni a los culpables todavía vivos y los que han muerto, de esta masacre, va a aplicarse  la ley y menos que la justicia emita su sentencia condenatoria, sin embargo, todavía cada año, un puñado de mexicanos valiosos seguirán denostando y dictando su condena a los culpables de semejante crimen y que a los regímenes de gobierno federal, posteriores a ese 68 trágico, se les olvidó no obstante que esa página, no se borrará jamás, mientras en el país, haya mexicanos amantes de la libertad y la justicia.

                Si en la hora actual, el México convulso de estos días, apuesta porque en países como Venezuela, Cuba y Bolivia tornen a la paz duradera y que vivan sus habitantes en un marco de democracia, paz social y justicia, bueno, la lucha del 68, que las mayorías de hoy ignoran, sea eso precisamente, el acicate para que esta gran nación, de una vez por todas, alcance efectivamente la igualdad y todos los bienes que le han sido negados, a la gran familia, la que conforma la Nación azteca de los últimos 500 años, ni duda queda. Esperemos.

CLARO QUE LOS SUEÑOS DE PERIODISTAS SON, SIN HABER CREIDO JAMÁS EN UN CUARTO PODER

                Cuando fuimos a la universidad, en pos de la titulación en la carrera periodística, seguramente todos cuantos la cursaron, en aquellos años de romanticismo por las letras impresas en el papel periódico, hacía sentir en sus futuros profesionales del oficio en cuestión, la idea de que darían voz a los que de siempre no la han ten ido, que vivirían en la absoluta medianía y que deberían cuidarse de los políticos engañosos y demagogos.

                La idea –propósito de hacer periodismo, en muchos antecesores nuestros, brillantes plumas, surgían de la pura inspiración y vocación de escribir seguramente. Los que siendo jóvenes fueron a las aulas universitarias, con certeza absoluta, sin ser aspiracionistas, literalmente harían lo posible por conquistar un título que amparara o sostuviera el ejercicio de una carrera más para la satisfacción personal de quien la ostenta, que de los lectores, los cuales jamás serán en demasía en ningún caso.

                El trabajo de ir a las fuentes, recolectar datos y formar notas y columnas y editoriales, deja de ser tal, cuando el que los escribe recibe como fruto de esa inspiración, la publicación en su periódico de un contenido, que no legado, más que para la historia personal de quien concibe dichos escritos.

                Decía el maestro de periodistas de corte nacional, José Pagés Llergo, que el periodista se hace en la tarea cotidiana escribiendo para su medio y si se aparta de ese objetivo, y busca el dinero, estaría condenándose a ser un simple comerciante y no un forjador de ideas ni interlocutor de las necesidades, de quienes lo leen.

                Gástense las suelas de sus zapatos, para ir a buscar la nota y de vuelta a su periódico, dense por satisfechos con el deber cumplido, cuando la vean publicada. Si quieren ser ricos, conviértanse en comerciantes, advertía el maestro Pagés Llergo, a las generaciones nuevas de profesionales del oficio de los años 60-70.

                El periodista, debe gozar de una amplia base cultural, porque de otra forma, no va a poder brindar voz y espacio a quienes carecen de ambos para demandar a sus gobernantes que cumpla con sus promesas y compromisos políticos como tales. Esto manifestaba el maestro Francisco Gutiérrez y González.

                Ser periodista forjado en aquellos ayeres, seguramente entraña haber arrancado en este ejercicio con los sueños, la esperanza y la necesidad de un cambio en la vida social de los mexicanos.  El periodista escribe, el político dice discursos y por encima del que escribe, tiene el deber de hacer las cosas que requiere el pueblo para alcanzar su felicidad.

                La prensa- en su mayoría- nunca ha ostentado siquiera que sea o haya sido alguna vez cuarto poder. Algo queda claro en el ayer y el ahora, en el sentido de que la pluma de un periodista no transforma absolutamente nada, el político sí, el primero cubre su misión informando, el segundo si se le pega la gana lee, hace y entiende lo que le quiso decir un escribidor de noticias. Es todo.