Dignificar los Tratados de Córdoba
|Dignificar los Tratados de Córdoba
Reynaldo Escobar
En una apretada síntesis de la Enciclopedia Municipal Veracruzana, editada por el Gobierno del Estado de Veracruz, se explica que la guerra de independencia tuvo como bases para que prosperara, fundamentalmente, tres causas: la inequidad económica, la discriminación social y la segregación política, producto de la incapacidad del imperio español, con un gobierno a distancia que fracasó en sus intentos por sumarse a la revolución industrial, que comenzaba a desarrollarse en Europa y que generó el descontento de los habitantes de la Nueva España, en la década que se inició en 1810 con la rebelión de las masas indígenas, comerciantes y terratenientes criollos.
Al comienzo de la segunda década del siglo XIX (1821), desconociendo la realidad que se vivía en México o pasando por encima del triunfo de los libertadores, se expidió el nombramiento de un nuevo Virrey, don Juan O’ Donojú, quien reconoció la Independencia de México al firmar los Tratados de Córdoba y así dar nacimiento a una nación independiente.
En los Tratados de Córdoba se reconoció el surgimiento de una nación soberana e independiente, denominada “Imperio Mexicano”, con la condición monárquica de situar las cortes en la capital de México. El documento que firmó don Juan O’Donojú, fue aceptado y suscrito por Agustín de Iturbide, ostentándose éste como comandante del ejército trigarante.
El histórico documento contiene el acuerdo de retirar las tropas españolas de la capital del país y también contiene en su texto 17 artículos, en donde se resume el Plan de Iguala. Los monarcas españoles rechazaron el reconocimiento de la independencia mexicana y fue hasta 1836, con la firma de un tratado de paz entre México y la corona española, que se dio el reconocimiento de la independencia de México.
Los esclavos, los indígenas y los criollos que sacrificaron sus vidas luchando por la independencia y la soberanía territorial, fuero sin duda los antepasados, progenitores de los campesinos, obreros y artesanos, que a 200 años de la firma y reconocimiento de la libertad mexicana en la “Ciudad de los Treinta Caballeros”, siguen padeciendo miseria y segregación, por la incapacidad demostrada para distribuir la riqueza pública, que se encuentra en el suelo y subsuelo del territorio nacional y en las costas del Golfo de México y el Océano Pacífico, que bien administrados permitirían mejorar sustancialmente la vida de los nacidos y avecindados en México, respetando sus derechos humanos en toda su dimensión.