Amor que perdura
|Amor que perdura
Por: Zaira Rosas
En su casa siempre tengo un plato seguro en la mesa, reciben a cada uno con escucha atenta y saben contar las mejores historias. De sus labios siempre se escucha el ¿cómo te va? más sincero. Sus manos dan las caricias más sanadoras y ante lágrimas desgarradoras saben brindar el mejor refrán. Así son siempre los abuelos. Un cúmulo de sabiduría y amor, un amor puro y sincero que se multiplica con cada generación.
Son de hábitos peculiares y un ritmo especial, tienen más manías que cualquiera, sin embargo, su conocimiento es algo que espero heredar. Aunque a cada miembro de la familia le cambian el nombre, por cada uno hay un sentimiento singular. Son confidentes y cómplices, los mejores guías ante los momentos de dubitación. Son fortaleza de generaciones enteras y aún así el calor más necesario en temporada de invierno.
Su existencia es sinónimo de cohesión familiar y cuando se vuelven recuerdo, su memoria es la unión. Sólo en su hogar la comida se multiplica, las bebidas tienen un sabor a magia y el calor del chocolate se vuelve medicinal.
El 28 de agosto fue una oportunidad más de celebrarlos, pero si aún los tienes contigo hazlo todos los días, porque desgraciadamente el ciclo de la vida hace que un día te falten, un día añoras sus consejos y sólo puedes escuchar en la distancia lo mejor que para ti hubieran querido. Los abuelos, aunque no estén físicamente son eternos, sin embargo, se disfruta más la oportunidad de tomar con ellos café y pan, de saber cómo fue su vida antes e incluso escuchar las anécdotas con tus papás.
Hoy quiero aprovechar este espacio para agradecer esos consejos, para recordar el amor de los que ya no están e invitarte a cuidarles, agradecerles, pero sobre todo aprender un poco de su forma de ver la vida. Quizás hoy te digan palabras que en ocasiones no entiendes o creas que después tendrás tiempo de contarles de tu día, pero el tiempo pasa, las canas se incrementan a la par de las arrugas y un día cuando menos lo imaginas su corazón puede dejar de latir. Ese día comienzas a extrañar esa pregunta de ¿cuándo vas a venir? y lamentas todas las tardes que no disfrutaste de quienes más te aman.
Los abuelos y su amor son eternos, pero su presencia en este mundo no. Por eso hoy atesora cada instante, guarda bien cada uno de sus consejos y disfruta de sus maravillosas recetas, si te es posible pon atención a cada ingrediente y aprende con detalle su preparación, para que el día que ellos falten alguien herede su sazón.
Si ya no tienes a tus abuelos, pero aún queda su amor en tu corazón, compártelo con aquellos que se quedaron solos, con quienes necesitan contar anécdotas y saber que alguien conservará sus historias. Existen fundaciones y lugares en los que puedes donar en especie o un poco de tu tiempo, a veces un instante de nosotros puede cambiar la vida de otra persona.
Hoy no es día de los abuelos, pero es una buena oportunidad de aprovechar el tiempo con los que amas, de platicar sin necesidad de las interrupciones de una pantalla, hoy deja que el tiempo sea para gozar de tu familia, de aprender de chicos y grandes, sólo por hoy date la oportunidad de construir algo mejor, así lo que disfrutes en el presente serán las mejores memorias que conserves para tu futuro.