A prueba: Jeep Grand Cherokee L 2022, elegancia lista para el todoterreno
|- La nueva generación está enfocada al lujo, pero no se deja atrás la herencia todoterreno de la marca.
La marca especialista en vehículos todoterreno accede, como nunca antes, al segmento de las SUVs de lujo con la nueva generación de Grand Cherokee no sin antes esparcir polvos mágicos para convertirla en una camioneta que ahora puede llevar hasta a siete pasajeros con cualquier cantidad de amenidades a la mano.
No obstante, el hecho de que ahora se vea más grande y refinada no quiere decir que no sepa “ensuciarse las manos”. Como toda buena Jeep, Stellantis la dotó de todos los atributos para que sus poseedores puedan “Jeepear” de lo lindo, con soberbios sistemas 4×4.
A pesar de que este modelo es una concentración de lujo en el interior, esta no es la primera vez que Grand Cherokee se viste de pipa y guante. Desde su nacimiento, allá por 1992, este modelo cautivó por su capacidad de cubrir dos propósitos: ser una SUV refinada y también ir por la calle dotada de lujo, tan así que en su presentación escaló las escaleras del Cobo Center, de Detroit y rompió las puertas de cristal de este centro de convenciones.
Este mismo espíritu se mantiene 30 años después y la decisión de incorporar una tercera fila es una clara afrenta a modelos como Chevrolet Suburban y Ford Expedition, los cuales tienen una gran reputación que Jeep no tiene miedo de desafiar.
El replanteamiento implica que Jeep haya agregado una L al nombre de Grand Cherokee y, de esa manera, aumenta las dimensiones de su Grand Cherokee de los 4.8 metros que medía la generación previa a 5.2 mts. por los que se extiende a la SUV que hoy tiene.
Esta renovación sirve también para que Jeep renueve el aspecto de la Grand Cherokee y, en ese sentido, al frente vemos las icónicas siete barras de Jeep con una posición un tanto más vertical respecto a la generación previa y que están flanqueadas por juegos ópticos que se muestran más estilizados.
La versión Summit Reserve 4×4, la única que se ofrecerá por el momento en el mercado mexicano, la cual calza rines de aluminio de 21 pulgadas y forma parte de un perfil por demás refinado y señorial.
En la parte trasera encontramos un par de esbeltas luces que se extienden hacia los costados, entregándonos una visión más limpia de la puerta de la cajuela y unas formas exteriores con una tendencia discreta pero firme hacia las formas cuadradas que, por lo visto, será el camino estilístico que seguirá Jeep en el diseño de sus modelos del futuro.
Apenas la tuvimos ante nuestros ojos, nos frotamos las manos por conocer sus encantos al interior, pues las primeras imágenes que Jeep nos mostró durante su presentación mundial elevaron nuestras expectativas.
Desde que abrimos la puerta, encontramos una suculenta diversidad de texturas. Desde piel Nappa con diferentes texturas hasta maderas que vemos en puertas y tablero. La sensación de amplitud es profunda, pues estamos dentro de un vehículo que mide 1.82 metros de altura, que se puede regular gracias a la suspensión que regula su estatura dependiendo las condiciones de manejo. La pantalla central es todo un portento de funcionalidad y alta definición. Tiene 10.1 pulgadas de tamaño y desde ahí se gestionan con suma facilidad funciones de nuestro teléfono vía Apple CarPlay y Android Auto. Quien desee usarlo dispone de entradas USB convencionales y las cada vez más socorridas tipo C.
El cuadro de instrumentos se extiende en 10.25 pulgadas y puede personalizarse hasta en 24 diferentes menús, siempre contando con información detallada del vehículo. En las filas posteriores siguen las sorpresas y el notable espacio gracias a una distancia entre ejes de tres metros. Las bancas de la segunda fila se pueden deslizar hacia adelante y atrás hasta 18 centímetros, factor que los dos ocupantes de la debutante tercera fila agradecerán pues tendrán una sensación de libertad acentuada por 94 centímetros de espacio para la cabeza.
Algo que nos dejó gratamente sorprendidos es la inclusión del sistema de sonido McIntosh que alimenta a 19 altavoces con subwoofer de 10 pulgadas, amplificador de 17 canales y 960 W que es un auténtico portento auditivo.
Apretamos el botón de encendido y hallamos el característico sonido del afamado y siempre confiable V8 HEMI de 5.7 litros que tenía listos para nosotros 357 caballos y 390 lb-pie de torque.
Tras los primeros kilómetros hacia la sede donde habríamos de tomar unas fotografías de esta Grand Cherokee L nos dimos cuenta de la pulcritud con la que trabaja la transmisión automática de ocho velocidades.
Jeep promete una gran insonorización en la cabina y vaya que lo cumplió, pues en la carretera rebasamos un camión de carga y fue absolutamente satisfactorio comprobar que su estruendoso ruido se aisló a la perfección.
Antes de salir, hicimos nuestra tarea y vimos que el peso reportado en la báscula de esta Grand Cherokee L se acerca a las tres toneladas, pero a grandes velocidades la soltura y nobleza de la dirección electroasistida hacen que el manejo sea sencillo.
Ya en la pista de pruebas de offroad, teníamos ante nosotros cinco diferentes modos de manejo (Rocas, Arena, Nieve, Auto y Sport), además del sistema de tracción Sistema 4×4 Quadra-Trac II 4WD que consistente en una caja de transferencia de dos velocidades con reductora que cuando detecta deslizamiento de algún neumático, redirige el torque al eje con la mayor tracción.
Ver en primera fila lo que es capaz de hacer una SUV que por fuera y dentro es todo lujo y refinamiento pero que en terrenos inhóspitos saca la casta y recorre la ruta con suma facilidad. Una dualidad invaluable.
Jeep Grand Cherokee L se ciñe la corona como la SUV que reúne sofisticación de quien busca un vehículo para que su familia acceda a un mundo lleno de lujo, pero que también que sepa pasear entre rocas, tierra y pendientes. Por ahora, la única versión disponible en México es la Summit Reserve cuyo precio es de un millón 650,900 pesos ¿Los vale? Sin ninguna duda.