Probióticos para niños, cómo tomarlos para recuperar su flora
|- Los probióticos han demostrado que pueden ayudar a acelerar la recuperación de la diarrea infantil, al restablecer la flora intestinal de los niños dañada tras una gastroenteritis o tras haber tomado antibióticos. Conoce cómo actúan.
La diarrea en los niños es una afección muy frecuente. Según la Sociedad Europea de Hepatología y Nutrición Gastroenterológica Pediátrica (SEGHNP), en Europa los niños menores de tres años sufren entre 0,5 y 1,9 episodios de diarrea al año. Esas características heces líquidas y retortijones suele ser consecuencia de una gastroenteritis vírica. Pero también pueden aparecer tras la toma de antibióticos para curar una infección bacteriana, como una otitis o una amigdalitis, tan habituales en los más pequeños. Tras estos procesos la flora bacteriana del aparato digestivo queda muy dañada y conviene repararla. Los probióticos pueden ser la solución: actúan repoblando la microbiota de bacterias “buenas” que benefician a la salud del pequeño. ¿Quieres saber cómo funcionan estos complementos alimenticios?
Pero, ¿qué es la microbiota intestinal?
En el sistema digestivo de los niños conviven billones de bacterias, que forman la flora intestinal o microbiota. Se estima que puede estar compuesta de unas 2.000 especies de bacterias diferentes. De todas ellas, solo unas 100 pueden ser perjudiciales. El resto son bacterias buenas. Y el 95% de ellas habita en el aparato digestivo, sobre todo en el colon.
Se trata de un microsistema fundamental para la salud de los niños, ya que les defiende de bacterias, virus y otros patógenos, activa el sistema inmunológico e incluso interviene en la absorción de vitaminas y minerales. Tras una diarrea por gastroenteritis o después de tomar antibióticos esa flora intestinal queda muy dañada y es necesario repararla para prevenir que el pequeño enferme por otras infecciones o incluso vuelva a recaer en otra gastroenteritis.
Gastroenteritis infantil: cómo pueden ayudar los probióticos
Muy pocos niños se libran de pasar algún episodio de gastroenteritis durante su infancia: de hecho, es el trastorno digestivo más frecuente en los más pequeños y la primera causa de ingreso hospitalario en los menores de cinco años, en muchas ocasiones por deshidratación. Los probióticos administrados de forma precoz pueden ayudar a que no se llegue a esta situación: diferentes estudios afirman que reducen la duración de la diarrea y, por lo tanto, disminuye el riesgo de una peligrosa pérdida de líquidos.
La gastroenteritis está causada sobre todo por virus, especialmente el rotavirus o el adenovirus. La mayor prevalencia ocurre entre los meses de octubre a mayo. Es decir, coincidiendo con el curso escolar. La explicación es bien sencilla: estos virus se trasmiten con mucha facilidad de niño a niño a través de las manos y de la boca. En los adultos esta trasmisión es más difícil, pero en los pequeños es muy difícil que mantengan la distancia social porque en su forma de relacionarse entre sí existe mucho contacto físico.
Los síntomas de la gastroenteritis son:
Diarrea: la gastroenteritis provoca una inflamación de la pared que recubre el estómago y los intestinos. Eso provoca que las heces se vuelven líquidas y aumenta su frecuencia (tres o más en 24 horas). En ocasiones puede aparecer mucosidad o incluso sangre.
Náuseas y vómitos: la diarrea a menudo se acompaña de vómitos, que agrava aún más la pérdida de líquidos.
Pérdida de apetito: el niño se muestra inapetente, sin ganas de comer.
Dolor abdominal: los retortijones y los gases hacen que el pequeño se queje porque le “duele la tripa”.
Fiebre y malestar general.
En los niños es frecuente que aparezcan también síntomas de infecciones respiratorias, como mucosidad abundante, tos…
Cuando se trata de una infección vírica, que como hemos comentado es la más frecuente, no hay ningún medicamento que cure la gastroenteritis. Por lo tanto, lo que hay que hacer es minimizar los síntomas, como administrar antitérmicos en caso de fiebre, o suministrar rehidratación oral para reponer el agua y los electrolitos perdidos con las deposiciones y los vómitos. Hay que dar a beber al niño sueros especiales en pequeñas cantidades.
Como los antidiarreicos no están aconsejados, muchos padres se preguntan “entonces ¿no se puede hacer nada?”. La respuesta está en los complementos probióticos, que sí están indicados para el tratamiento de la gastroenteritis o las alteraciones en las heces provocadas por la toma de antibióticos. Sus beneficios en estos casos son los siguientes:
Reducen la gravedad y la duración de la diarrea, al facilitar que las heces se vuelven más consistentes y acortan su frecuencia.
Estimulan el sistema inmunitario del pequeño, lo que permite que luche mejor contra los patógenos.
Dificulta la trasmisión de la enfermedad de unos niños a otros, ya que disminuye y rebaja la excreción del rotavirus.
Muchos pediatras aconsejan que tras un proceso de gastroenteritis o de un tratamiento con antibióticos los pequeños tomen probióticos para ayudar al sistema inmunológico y a la microbiota
Pero, ¿qué son los probióticos?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los probióticos son “microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades apropiadas como parte de un alimento, confieren al huésped un beneficio para la salud”. También pueden estar incluidos en suplementos alimenticios de venta en farmacias.
Entre los microorganismos vivos más comunes que se encuentran en estos probióticos están:
Lactobocillus Rhamnosus CG: existen muchos ensayos clínicos publicados sobre su acción y con él se han realizado diferentes investigaciones. Por eso, varias sociedades científicas recomiendan su uso.
Bifidobacterum Infantis: es un probiótico que se encuentra de forma natural en el aparato intestinal infantil, y que permiten restablecer la microflora del mismo cuando se ha modificado por culpa de una gastroenteritis o por tomar antibióticos.
¿Cuándo pueden tomar probióticos los niños?
Hoy muchos pediatras aconsejan que tras un proceso de gastroenteritis o después de un tratamiento con antibióticos los pequeños tomen probióticos en forma de complementos para ayudar al sistema inmunológico y a la microbiota.
Niña tomando probióticos
En un informe, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) recomienda el uso de probióticos en las siguientes situaciones, entre otras:
Diarrea provocada por un virus: como tratamiento complementario a la rehidratación oral, ya que algunas cepas ayudan a reducir su intensidad y duración.
Diarrea asociada a antibióticos: la diarrea también puede estar causada por la ingesta de antibióticos, ya que estos actúan destruyendo indiscriminadamente todas las bacterias, buenas y malas. Según un análisis de la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica (ESPGHAN) usar de forma preventiva probióticos durante la administración de antibióticos ayudaría a reducir el riesgo de diarrea en un 52%. Hay que tener en cuenta que los antibióticos son fármacos que se prescriben frecuentemente a los niños, mucho más que a los adultos: otitis, anginas y faringitis, bronquitis, son algunas de las más habituales.
¿Cómo deben ser los probióticos que tomen los niños?
Para que un probiótico actúe sobre la floral intestinal es necesario que contenga cantidades suficientes de microorganismos que logren alterarla y causen un beneficio en la salud del niño. Así pues:
Es necesario que el microorganismo haya demostrado en diferentes investigaciones científicas realizadas en humanos y en productos listos para consumir que proporciona un beneficio para la salud. Los Lactobacillus rhamnosus CG y los Lactobacillus casei cuentan con numerosos estudios clínicos publicados en revistas médicas.
Debe contener una cantidad suficiente de microorganismos que colonicen el epitelio intestinal.
Los microorganismo y bacterias contenidos en el probiótico deben resistir la acción de los jugos gástricos y llegar vivos al tracto intestinal.