Marginación social y miedo extienden el culto a la Santa Muerte
|- Hay quienes se arrodillan ante la Virgen de Guadalupe y también oran a la parca.
Amadeus Olivarex
Martínez de la Torre, Ver.
“Es tanta la necesidad, que tiene uno que agarrarse de todo lo que esté a la mano”, se justificó una mujer que acepta ser devota de la Virgen de Guadalupe, desde niña, porque así se lo inculcaron sus padres, pero ahora también le demanda milagros a la llamada Santa Muerte”; situación que explica que el culto a “la huesuda” se extienda cada vez, debido a la pobreza y el miedo a morir, sea por el COVID o por la violencia, fenómenos que imperan.
Cada primer día de mes, los devotos de la parca se dan cita en los santuarios de adoración que se van abriendo, caso del ubicado en la colonia Maravillas, de esta ciudad, y demandan, antes que nada, buena salud, ante la constante amenaza de contagio por el COVID; luego, el dinero se convierte en la segunda petición más reiterada, se afirma, a fin de contrarrestar la creciente pobreza que agobia a la mayor parte de población.
Y finalmente los creyentes en la Santa Muerte le piden “un poquito de amor”, pues las agresiones verbales, como físicas, en el hogar o en el marco social, están a la orden del día, acusan. Dentro de ese culto, que no religión, detallan predicadores, caben todos, desde católicos, evangelistas o sabáticos, ya que se trata de una santa y no de un Dios, en este caso.