LA GRAN PRENSA SIEMPRE VIO DISMINUIDA A LA QUE SE EJERCE EN LA PROVINCIA MEXICANA
|60 SEGUNDOS
RAUL GONZALEZ RIVERA
LA GRAN PRENSA SIEMPRE VIO DISMINUIDA A LA QUE SE EJERCE EN LA PROVINCIA MEXICANA
Se disponían los reporteros que cubrirían la gira del candidato presidencial Luis Echeverría Álvarez, por tierras veracruzanas, con un pie abajo y otro arriba del autobús encargado de transportar a los sitios que recorrería el abanderado priista, pero con el distingo de que los de provincia, no podían ascender al principal autobús con el letrero de “prensa” porque ese estaba destinado para los “reporteros nacionales”, exclusivamente.
Por supuesto, que entre los aldeanos sobrevino un gesto de protesta y reclamo y el todopoderoso jefe de la coordinación de giras con los periodistas, Mauro Jiménez Lazcano, con una gran parsimonia accedería a entablar un dizque diálogo con los chicos de los diarios de circulación nacional-se decía- y los de la entidad veracruzana, a la sazón no más de ocho.
Evidentemente, había dos clases de periodistas, para el convoy de prensa, los nacionales con todos los servicios que les permitiera el confort, los bocadillos, para saciar su apetito y las aguas abundantes, en tanto, al camión donde fueron enviados los reporteros de la entidad, apenas alcanzaron unas botellas con agua y los sándwiches de rigor, pero evidente era el trato para unos y otros.
Así solía ocurrir en estos recorridos de candidatos a la presidencia de la república. Fueron diez días, por tierras veracruzanas, en los que al candidato solamente podía verse a la distancia, o en las monumentales reuniones y juntas de trabajo para analizar determinados temas relacionados con la industria, el campo y las proyecciones en materia de obras públicas y comunicaciones.
Pero el contacto con los reporteros de la aldea, obviamente era mínimo, no había ruedas de prensa para ellos y tampoco la cercanía a la hora de que el candidato produjera una declaración que generalmente recogían de viva voz los nacionales, porque para los locales, eran las agencias de noticias y los equipos de trabajo del coordinador de la campaña periodística, quien distribuía posteriormente el material informativo, registrado en el curso de la campaña electoral, que de alguna forma, el coordinador de prensa del candidato ya habría clasificado o seleccionado.
Los guardias personales del candidato, dos o tres hombres de estatura bastante soberbias, musculosos, difícilmente permitían el acercamiento con el candidato, había que conformarse con el material que copiosamente repartían en los asientos del autobús destinado para la prensa de la entidad. En realidad, pocos diarios cubrían esas giras, y sí lo hacían, eran los representantes únicamente de las regiones que tocaría el candidato, porque la prioridad, en toda la entidad la tenían lógicamente los “enviados especiales” de los periódicos tradicionales que se editaban en la ciudad de México.
Para los reporteros de la provincia, su momento estelar sería, cuando debían cubrir los recorridos preelectorales de los candidatos a ocupar el cargo de gobernador del estado. Algunos de los abanderados del uni-partido, el tricolor, inclusive, como fue don Agustín Acosta Lagunes, permitía que lo acompañaran periodistas y no precisamente colaboradores suyos o políticos busca-chambas públicas, en los mítines, concentraciones con grupos sociales y visitas al campo, las fábricas y los centros de recreación.
MARIO HERNÁNDEZ POSADAS Y MANUEL RAMOS GURRIÓN, DOS PODEROSOS SENADORES CON LOS QUE CERRÓ EL PRI
Las concentraciones monstruo que les dedicaron los trabajadores del oro negro del sur y norte del estado de Veracruz, dieron un singular realce a la campaña que llevaron a cabo los dos últimos trabucos del priismo aldeano, el ingeniero Mario Hernández Posadas (a) El Tigre y el oaxaqueño-veracruzano Manuel Ramos Gurrión.
De tez blanca, el Tigre, rebasaba en su estatura al moreno y bajito, al ex maestro de ética, en la preparatoria “Artículo 3- Constitucional”, Manuel Ramos Gurrión. Ambos concluirían la larga travesía que el PRI cubrió nacionalmente durante casi 80 años ininterrumpidos, siempre montados los priistas en el ejercicio del poder. Sin embargo, la gente, los veía bien, no los acusaba de corruptos ni ladrones.
Ambos, se la jugaron juntos y ganaron sendos escaños en el senado de la república, por el estado de Veracruz. A Hernández Posadas lo identificaban mejor los hombres del campo, los ejidatarios y los caciques regionales.
A Ramos Gurrión, los tradicionales socios del partido en el poder, reconocían su sapiencia en esta asignatura del poder público, siempre sereno, agudo en sus señalamientos, mirada de lince y ajeno a las grillas palaciegas de sus pupilos más queridos y que más tarde, lo habrían de traicionar, aunque, como decía el ex delegado nacional del PRI en todo el país, el “auténtico político lo es siempre y deja de serlo, cuando se encuentre tres metros bajo tierra”.
Ambos vivieron en la medianía, no mostraban ser adinerados ni influyentes. No obstante que el priismo se regodeaba de haber permanecido en el ejercicio del poder tantos años. Ambos senadores no abandonaron sus viviendas de clase media, en las principales calles del casco histórico de Xalapa. Inclusive, el Tigre, era visto frecuentemente recorriendo los pasillos de la liga cenecista, ahora hundida en el abandono y la nostalgia, por aquellos días de las grandes fiestas y reuniones de campesinos en el entorno de la liga, a un costado del mercado de San José.
Los reporteros que conocieron a los dos senadores, los encontraron generalmente de buen talante, ajenos a la grilla que posteriormente habría de despojar al partido de rigor, de su presencia y aceptación entre la gente. Eso acabó.
Sin embargo, el paso de los senadores por la cámara alta al Congreso de la Unión, no fue precisamente el mejor esperado por la grey veracruzana. Se confiaron en que habría PRI para mil años, basados en la frase categórica elevada a lo público que hizo Mao Tse Tung, el hacedor de la China actual, cuando dijo textualmente: “Una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”.
Empero, ninguno de los dos, fueron alcanzados por el hartazgo que produjo el priismo en la gran sociedad azteca. Su desaparición de la vida pública, se debió a la consecuencia natural de quienes han transitado por esta vida largos años.
Al “Tigre”, lo recuerdan muchos sentado en el sillón favorito de su residencia, sobre la avenida 20 de Noviembre y a Ramos Gurrión, hasta hace algunos meses, caminando en los pasillos de la plaza Américas, con tumbo al cine, al cual asistía hasta tres y cuatro veces por semana, ya retirado de la actividad pública iba a disfrutar de las películas, porque el cine era una de sus aficiones favoritas.
PERITAJES DE ACCIDENTES VIALES, LOS GANA LA POLICÍA VIAL, PORQUE TRÁNSITO LLEGA TARDE
Un siniestro provocado por una vieja camioneta de una firma distribuidora de tortillas, esa mañana del pasado martes, ocurrida sobre la calle de Miguel Negrete de la colonia María Esther, sin víctimas que lamentar afortunadamente, pero con daños severos causados a 4 vehículos, debido a que la unidad mencionada primeramente se fue de bajada, porque se le botaron los frenos, se dijo en el lugar del accidente, pero por otro lado, puso al descubierto porque ya no son los agentes de tránsito mano en la atención a estos incidentes que ocurren en nuestras calles.
Es la policía vial, la que ha capacitado a elementos suyos, en lo que hace al papel de peritos de tránsito como quedó constancia luego de que la vieja camioneta se fue sin frenos, habiendo sido estacionada sobre la arteria mencionada antes, impactándose en cuatro unidades vehiculares, a las cuales en zig-zag, habría de causarles daños materiales por más de 30 mil pesos en total.
Al contacto de la camioneta con su cargamento de tortillas, con el primero de los automóviles que envistió, se escuchó un estruendo que hizo que decenas de vecinos salieran de sus viviendas, con el rostro demudado, creyendo que las cosas habían sido de peores consecuencias. No fue así, afortunadamente, pero la circulación quedó suspendida inmediatamente para la circulación del tránsito vehicular, en una rúa, que muchos conductores utilizan como pista de coches de carreras, siendo notoria la falta de dos y hasta tres “topes” conforme a lo que les dicta la cotidianidad a los transeúntes y algunos automovilistas cuya sensatez, les obliga a disminuir la velocidad de sus carros en ese peligroso tramo de la rúa en cuestión.
Luego del choque arribaron velozmente dos motociclistas de la policía vial, los cuales explicaron que son peritos y como fue al final del día, ellos resolverían por lo sano que el autor del choque, haciendo uso del seguro de su unidad, se responsabilizaría de cubrir el total de los daños causados a los cuatro vehículos que se encontraban aparcados y sin que sus propietarios, hubieran podido testificar personalmente el desarrollo del suceso, que alarmó a todo el vecindario, sin pasar a mayores.
Algunos aviesos advertían que debía llegar tránsito del estado o municipal, pero nunca hicieron acto de presencia, sabiéndose más tarde, que estos generalmente cargan con vehículos y dueños de los mismos a las oficinas centrales de la dependencia, en la que seguramente más s e va a perder el tiempo, que en resolver un siniestro, por mínimo que este sea.
La policía vial, está en condiciones de resolver la controversia vial, allí mismo en el lugar donde suceden los hechos. Esta fuerza viene del último régimen priista y persiste hasta la actualidad. Lo canallesco, cuando algunos de sus elementos dedican parte de su cargo para atracar a automovilistas, aunque son los menos y menor el incidente como ocurrió en este caso, que paralizó buena parte del día el paso de vehículos de motor y peatones por una de las legendarias arterias de la ciudad capital. Es todo.