DESATINOCRACIA

DESATINOCRACIA

Por Juan Baizabal

Como vimos en la columna de la semana pasada, e independientemente de la ideología política de la que seamos partidarios o no, es indefendible la actitud soberbia y autoritaria del presidente Andrés Manuel López Obrador. Si bien es cierto que, no hay nada nuevo en su forma de actuar, sin embargo, en este 2022 se ha sobresaltado mucho más.

No se trata de un invento, ni mucho una campaña de desprestigio a su persona. Aquí el único responsable, es el presidente mismo. Él se ha encargado de enfatizar su odio, censura e intolerancia para con quienes no simpatizan con su “proyecto de transformación”.

Todo parece indicar que López Obrador piensa y vive en el México de las últimas décadas del milenio pasado, donde el mandatario federal lo era todo, no se le cuestionaba, no había instituciones autónomas que limitaran su actuar, no había ley ni contrapesos políticos.

Jorge Carpizo en su libro “El Presidencialismo Mexicano” detalla extraordinariamente estos abusos de poder. Habla sobre las funciones metaconstitucionales de los presidentes, esas acciones y facultades que no se encuentran consagradas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero que cada presidente de la República ejerce sin objeción alguna.

Entre las funciones metaconstitucionales que Carpizo señala se encuentran: la designación de su sucesor; ser el gran elector de su sucesor; la designación o remoción de gobernadores; nombrar o remover al presidente del Comité Directivo Nacional del partido político oficial, como también, a los dirigentes estatales, encausar las actividades legislativas, el manejo y censura de la información y de los medios de comunicación.

Carpizo define al presidente como “el líder del país, tanto constitucional como políticamente; es quien decide en última instancia la acción del gobierno y encauza la actividad del Congreso Federal, de los gobernadores, del partido predominante, de los municipios, del sector paraestatal e incluso de la iniciativa privada y de las principales organizaciones obreras y campesinas” (1994).

“El presidente mexicano da órdenes y éstas se cumplen, tiene poder de persuasión, de convencimiento y de negociación, que es fuerte y radica en su prestigio y en el temor que inspira. Tiene en sus manos la posibilidad de dirigirse directamente al pueblo a través de la radio o televisión (ahora en cualquier medio virtual o a través de internet), y decidir sobre qué hablar y por cuánto tiempo” (Carpizo, J. 1994).

Un libro que vale la pena leer y que no pierde, ni perderá vigencia con políticos de la talla y anchura de los que lamentablemente nos gobiernan, y que tienen en mente lo que describe Carpizo en líneas:

“Encima del presidente nada ni nadie. Es la cúspide de la pirámide política y administrativa. Es el “señor presidente” (1994).

Los grandes defectos políticos: la soberbia y el autoritarismo.