La fractura en la casa

HISTORIAS DE REPORTERO

Por: Carlos Loret de Mola

La fractura en la casa

La casa está rota. El escándalo de la “casa gris” del hijo del presidente desató muchos enojos dentro del gobierno y del partido. Sus colaboradores están molestos porque mientras a ellos les recorta el sueldo, su hijo se da vida de millonario en Houston.

Funcionarios y militantes del partido están heridos porque mientras a ellos los obliga a dormir en moteles en sus giras, y andar sin viáticos, José Ramón López Beltrán goza de alberca de 23 metros y cine privado. Los obradoristas se sienten traicionados por su líder: les obligó a la austeridad, mientras en su propia familia rodaba el oro.

Distintas fuentes me han hecho saber de conversaciones en chats, reuniones, encuentros, en los que los morenistas —del gobierno y del partido— han ventilado este enojo. Circulan reclamaciones de que el presidente López Obrador sabía de la vida excéntrica de su hijo mayor y nunca hizo nada.

Y ya echados a andar, empiezan a quejarse de la operación de gobierno, de las llamadas, recomendaciones y hasta regaños del otro hijo, Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”.

Si tienen que proyectar en Palacio Nacional una leyenda de luz #AMLONoEstásSolo es porque el presidente sí lo está. Se le ve. Si tienen que brincar senadores, gobernadores, diputados, secretarios de Estado a firmar desplegados arropando al presidente es porque la unidad está minada. En tres años de un presidente fuerte, única voz, nunca habían tenido que darse estas súbitas manifestaciones públicas de supuesto apoyo. Su existencia es un síntoma del problema.

Estamos frente a un cisma de la Cuarta Transformación. La “casa gris” de José Ramón en Houston evidenció que el discurso de austeridad es solamente eso, un discurso, y que solo aplica para los soldados rasos. El presidente no mide con la misma vara en su casa y eso generó un rompimiento.

Quienes construyeron con Andrés Manuel López Obrador el proyecto de país basado en ese discurso de austeridad, de criminalización de la riqueza, de primero los pobres, se sienten traicionados por quien hasta este momento los había liderado moralmente. Quienes económicamente lo apoyaron e invirtieron en él, se sienten engañados por la doble moral. Les han impedido hacer negocios, hacer crecer sus inversiones, disfrutar de sus utilidades bien ganadas porque se ven mal. Y todo esto, mientras en Houston vive un millonario de microondas.

Al presidente le están haciendo vacío los que lo apuntalaron, y en su desesperada búsqueda de validación está cometiendo muchos errores. Les está dando lugar a jugadores que no eran relevantes, ha dejado de escuchar a quienes escuchaba y está generando un resquebrajamiento al interior del movimiento. Hay quienes sienten que el error del hijo del presidente lo debe pagar el presidente y nadie más.

Sabemos que para el presidente no hay nada más valioso que la lealtad ciega y no hay nada más grave que la traición. Él ha enviado ese mensaje una y otra vez. Lo ha hecho parte central del dogma de la 4T y ahora es él quien ha faltado a su palabra y eso le está costando muy caro.

Los íntimos de López Beltrán en Pemex

Un tío y un amigo de toda la vida de los hermanos López Beltrán fueron piezas centrales para que Pemex aumentara los millonarios contratos a la empresa petrolera Baker Hughes mientras la casona en Houston de uno de sus ejecutivos era habitada por el hijo del presidente de México.

El tío es el tabasqueño José Eduardo Beltrán Hernández. Le dicen “El Chelalo”. Él es consejero “independiente” de Pemex, nombrado por el gobierno de López Obrador.

“El Chelalo” comparte el apellido Beltrán con los hijos del presidente porque es, en efecto, su tío. Según fuentes oficiales, el consejero Beltrán Hernández fue activo impulsor de ampliarle los contratos a Baker Hughes en 2019: cabildeó que prácticamente sin estudios ni justificación se votara en el Consejo de Petróleos Mexicanos dar facultad a que se firmara.

El amigo de toda la vida se llama Abraham David Alipi Mena, y era el número dos de Pemex Exploración y Producción (PEP). Manejaba todo: contratos, pagos, proveedores, desde alimentos hasta ductos. Alipi es también tabasqueño, amigo de Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, el hijo del presidente que tiene más influencia dentro del gobierno. En 2020, Alipi viajó al Super Bowl en el avión privado de unos empresarios contratistas de Pemex. Después de que se reveló el escándalo, el presidente lo exoneró en la mañanera: claro, lo conoce desde hace años, es uno de los mejores amigos de su hijo.

Andy y Alipi solían realizar animadas comidas en el restaurante Dante de Polanco en la Ciudad de México, y no tenían empacho en contar sus planes dentro del gobierno: Andy López Beltrán colocó a su amigo Alipi en PEP, que es el área donde se mueve más dinero de la paraestatal.

A esas comidas asistía también Bernardo Bosch, quien se hizo fama de presumir sin recato sus viajes y fiestas VIP con el hijo del presidente. La entrada de Alipi al estratégico puesto en PEP tuvo de “avanzada” a Bosch y Miguel Lozada. Ellos iniciaron el sexenio ahí, pero tras un escándalo de corrupción por inconsistencias en sus declaraciones patrimoniales, a inicios de 2019 optaron por salirse de la administración y realizar negocios desde fuera. Salieron ellos, pero entró Alipi.

Y luego Alipi se movió a otra jugosa área del gobierno: el Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenagas).

Pero eso sí, el presidente insiste en que “en este gobierno no tienen influencia mis hijos”.

SACIAMORBOS

Primero fue que “al parecer la señora tiene dinero”. Luego, que no, que todo era a crédito. Y ahora que siempre sí tiene dinero y pagó una renta de 120 mil al mes. Bofetada a la austeridad.

La señora que primero dijo que no sabía quién era el dueño de la casa, luego publicó un contrato donde venía el nombre del dueño. Entonces sí sabía: los dos trabajando en el sector energético, él tan alto ejecutivo, ella tan familia presidencial, ¿quién les cree que no sabían?

La autoexculpación: los imputados (Baker Hughes), en casa de los otros imputados (Pemex), se exoneran… con base en una investigación interna.

¿Conflicto de interés? Schilling sí era el dueño de la casa. Sí trabajaba en Baker. Baker sí tiene contratos con Pemex. Y el hijo y la nuera sí vivieron ahí.

carlosloret@yahoo.com.mx