Ebrard: el fantasma de Camacho

AL PIE DE LA LETRA

Raymundo Jiménez

Ebrard: el fantasma de Camacho

En 2024, treinta años después, el canciller Marcelo Ebrard estaría por repetir la misma frustración de su tutor político Manuel Camacho Solís, quien, al igual que él, no sólo ocupó también la Secretaría de Relaciones Exteriores sino que en 1994 quiso suceder en la Presidencia de la República a su amigo y jefe Carlos Salinas de Gortari, quien siempre engañó con la verdad con la candidatura de Luis Donaldo Colosio, al que primero hizo dirigente nacional del PRI y luego secretario de Desarrollo Social.

Hoy por hoy Ebrard, como Camacho con Salinas, es uno de los colaboradores del presidente López Obrador mejor posicionados ante la opinión pública, sin embargo la percepción generalizada hasta el momento es que la candidata preferida del tabasqueño para sucederlo en el poder es la Jefa de Gobierno de CDMX, Claudia Sheinbaum, a la que AMLO sigue llevando de la mano.

Este año ha sido terrible para las aspiraciones presidenciales del canciller, pues las ocurrencias de su jefe lo han dejado muy malparado como titular de la diplomacia mexicana. Y es que a la lista de personajes impresentables que el presidente propuso como potenciales embajadores –entre los que incluyó tres desacreditados exgobernadores priistas y hasta un historiador supuestamente recomendado por su esposa, que fue rechazado por el gobierno de Panamá ante los señalamientos públicos por presunto acoso sexual–, la semana pasada la señora Beatriz Gutiérrez Müller lo sustituyó como representante personal del Jefe del Estado Mexicano en la ceremonia de toma de posesión del presidente de Chile, Gabriel Boric, extendiendo su viaje a la Argentina, donde fue recibida por el presidente Alberto Fernández, quien le propuso a López Obrador fortalecer, con Lula Da Silva como próximo presidente de Brasil, un eje entre los tres países por la democracia y la mejor distribución del ingreso.

Sin embargo, el sapo más indigesto que últimamente Ebrard se ha tenido que tragar fue el del polémico comunicado que el Gobierno de México difundió en respuesta al Parlamento Europeo que hace una semana aprobó una resolución que condena el asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos en México.

El lunes pasado, en su conferencia de prensa, López Obrador intentó deslindar a su secretario de Relaciones Exteriores del texto cuya autoría él se atribuyó. “Se trata de un asunto político, no diplomático”, puntualizó, pero afirmando que Ebrard “está totalmente de acuerdo con la postura que asumimos”. No obstante, entrevistado ese mismo día después de la reunión en Palacio Nacional con Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, el canciller evadió hablar del tema y hasta hoy no ha hecho ningún pronunciamiento. Analistas políticos se preguntan si deveras Ebrard será tan ingenuo que todavía cree que puede ser el candidato presidencial de Morena, cuando una versión que corre es que de llegar Sheinbaum a la Presidencia, su lugar en la Cancillería sería ocupado por la señora Gutiérrez Müller para luego catapultarla a la sucesión de 2030. Ese sería, dicen, el proyecto transexenal de López Obrador, con el que no necesitaría reelegirse.