DESATINOCRACIA
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Por Juan Baizabal
Nos acercamos al ejercicio nacional de “Revocación de Mandato”. Se espera que el próximo 10 de abril los mexicanos “decidan” la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia de la República.
Un ejercicio de consulta popular que organiza el Instituto Nacional Electoral (INE) como una herramienta para el fortalecimiento de la democracia en nuestro país, sabemos que a solicitud del propio mandatario federal. Sin embargo, en la página web del INE se señala, como una solicitud de la ciudadanía.
“Es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza” (INE, 2022).
Se espera que los 93 millones 676 mil 029 ciudadanos registrados en el padrón electoral mexicano; de los cuales, 48 millones 531 mil 777 son mujeres (51.88%), y 45 millones 144 mil 252 hombres (48.19%), participen esta consulta y den respuesta a la siguiente pregunta:
“¿Estás de acuerdo en que, a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?” (INE, 2022).
Se espera que, el pueblo mexicano haga válido su derecho al voto y ejerza la tan preciada soberanía nacional. ¿Qué es la soberanía?
Para Jorge Jellinek (1978), la Soberanía o Summa potestas nació como categoría política y con el tiempo se convirtió en concepto jurídico.
Es un concepto histórico, que nace como producto de la producción de la teoría y prácticas políticas. Jean Bodin la incorpora como un elemento esencial del Estado y la define como “el recto o justo gobierno de muchas familias y lo que es común entre ellas, con suprema autoridad”.
En la Edad Media, la soberanía fue adoptada por los Reyes para someter a los señores feudales.
Posteriormente en su magna obra Los seis libros de la República la define como el poder absoluto y perpetuo de un príncipe, en la que el carácter absoluto hace de la autoridad del rey la instancia superior irresistible, a la queden someterse todas las demás. Además, goza de la cualidad de permanencia (Bodin, 1576).
En el Renacimiento, en principio Omnis potestas a Deo, fue sustituido por la legalidad democrática. La soberanía del Estado o de la nación no reside en el gobernante, sino en el conjunto de los miembros de la nación que forman el pueblo.
En esta noción democrática de la política y el poder privan los principios de la libertad e igualdad de todos los hombres. Elementos que integran el Estado Moderno naciente.
El reconocimiento de que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo se erigió en el vértice del constitucionalismo moderno y pasó a formar parte sustancial del Estado de derecho.
Para Felipe Tena Ramírez (1997), la soberanía, es significada como la negación de toda subordinación o limitación del Estado por cualquier otro poder, en una noción positiva quiere decir “una potestad pública que se ejerce autoritariamente por el Estado sobre todos los individuos que forman parte del grupo nacional”.
Entonces, ¿al participar en la consulta de “Revocación de Mandato” haremos válida nuestra soberanía o seguimos bajo la subordinación del Estado?, ¿Estamos en la vía correcta de exigir el respeto a nuestros derechos políticos-electorales?, ¿Cómo hacer válida, de manera efectiva, nuestra soberanía?