Alondra de la Parra, una artista que dirige
|- La pianista, compositora y directora de orquesta confiesa su amor por el ballet, la escenografía, las luces y el video.
CIUDAD DE MÉXICO. “La música es la antítesis de la violencia, es lo mejor del ser humano, es generosidad, sensibilidad, conexión. Cuando la política falla, es la cultura la que nos rescata como especie”, afirma sin dudar la directora de orquesta mexicana Alondra de la Parra (1980).
En entrevista con Excélsior, la licenciada en Piano y maestra en Dirección Orquestal por la Manhattan School of Music de Nueva York, confiesa que se siente en una etapa especial de su carrera, porque ha descubierto su poder creativo.
Estoy contenta porque la pandemia, aunque fue una etapa dura, me permitió replantearme qué quiero ser y qué no estoy dispuesta a ser; y darle espacio a un lado muy creativo que no es sólo dirigir orquestas, que es mi quehacer principal, sino dar vida a obras escénicas y festivales de música”, comenta.
La primera mujer que ha dirigido la australiana Orquesta Sinfónica de Queensland se refiere a tres nuevas iniciativas que ha emprendido: la primera edición del Festival Paax, que se llevará a cabo en el Hotel Xcaret Arte de Quintana Roo, del 29 de junio al 3 de julio próximo; el montaje escénico The Silence of Sound, que trabajó con Gabriela Muñoz, y el ballet Como agua para chocolate, inspirado en la novela homónima de la escritora mexicana Laura Esquivel, que emprendió con el coreógrafo Christopher Wheeldon.
Me encanta trabajar con luces, videos, escenografía y dirigir. Me di cuenta que, más que directora de orquesta, soy una artista que dirige; la orquesta no es mi única herramienta. He recorrido bastante camino y eso te ayuda a saber qué quieres”, agrega.
Quien también estudió violonchelo y composición, destaca que le gusta la música en todas las expresiones, desde la ópera, la sinfónica y la popular. “Pero el ballet tiene un lugar especial en mi vida sin duda. Desde chica lo bailaba, aunque nunca profesionalmente, pero me fascinaba”.
Narra que “Luisa Leyva, la segunda esposa de mi papá y madre de mi hermana Camila, era bailarina de la Compañía Nacional de Danza; por esta razón, me tocaba ir mucho a los ensayos y funciones de la compañía, así que crecí entre bailarinas.
Después, en Nueva York, me hice amiga de Wheeldon. Y ahí entré de lleno al mundo del ballet, que es un lenguaje que me fascina, que conozco, que me interesa y disfruto mucho. He trabajado con el Royal Ballet, hemos hecho giras en Australia y Reino Unido. El ballet es fundamental en mi trabajo artístico”, indica.
De la Parra considera que “el movimiento une a la música y a la danza, sólo que una se desarrolla en el tiempo, y la otra en el espacio. Sí, la música es el lienzo en el cual se mueve el ballet, y ambos nos nutren a través de dos lenguajes diferentes, el sonoro y el visual”.
Quien ha dirigido orquestas en Asia, Australia, Europa, Estados Unidos y América Latina, añade que cada conjunto es un mundo. “En cada ensamble, sí hay rasgos que representan a la cultura de cada lugar. Pero también hay unas reglas internacionales que permiten a las orquestas trabajar y comportarse de la misma manera; pero siempre se siente la diferencia, pues es un colectivo de seres humanos que tienen un proceso de pensamiento”.
La artista está convencida de que este 2022 será uno de sus años más creativos. “Estoy como asesora y directora artística de Como agua para chocolate. También lo voy a hacer con el American Ballet Theatre, en el MET de Nueva York. Este año haré un ciclo Brahms completo con la Sinfónica de Munich, regreso a trabajar con la Orquesta Nacional de España y haremos una gira en México con The Silence of Sound”.
Por lo pronto, Alondra seguirá viviendo en Berlín (Alemania), como desde hace tres años. “Me mudé aquí porque tengo mucho trabajo, sobre todo con la orquesta estatal. He aprendido mucho en 15 años de labor en Europa. Berlín es una ciudad interesante a nivel artístico. No sé si sea para siempre. Estoy esperando cuál será el siguiente paso, pero debo estar donde estén bien mis dos hijos.
Aunque siempre estoy muy conectada y cerca de México. Y me entusiasma mucho el trabajo de instrucción musical que realizaremos en el verano con los niños mayas, que tocarán en la clausura del Festival Paax”, concluye.