“El poder de la esperanza”

VIVIR CON ESPERANZA

Por Jacinto Rojas Ramos

“El poder de la esperanza”

La esperanza es una forma de ser, es una disposición interna para actuar en favor de lo que puede nacer o suceder cuando existen las condiciones. La esperanza implica paciencia pues, lo nuevo puede requerir un largo proceso. Implica energía, vivacidad, conciencia y razón. No es un simple tener anhelos y deseos, no es tener expectativas pasivas. Las burocracias usualmente son obstáculos para la esperanza.

La falsa “esperanza pasiva” o resignación no trabaja aquí y ahora, por lo nuevo benigno que se desea sino que espera ingenuamente que lo deseado suceda en el futuro, mañana o pasado, o en “la otra vida”. Esto último es una idolatría del futuro, inclusive lo “diviniza” pero sin que uno haga algo por ello. El culto al “progreso” es una forma de esta resignación ingenua, incluso han existido políticos que piensan que el futuro (la historia) decide por sí mismo lo correcto y falso, olvidando que somos los seres humanos quienes moldeamos el futuro y lo actual, con nuestras propias elecciones y actos.

La esperanza pasiva en realidad es impotencia y desesperanza disfrazada. A veces toma forma de aventurerismo, voluntarismo sin estrategia ni tácticas, son irracionalidades de izquierda o de derecha. La esperanza no es conformismo comodino ni violencia para imponer una visión. La resignación es desesperanza inconsciente.

La esperanza y el conformismo pasivo tienen que ver con la estructura de carácter personal, es decir, con la forma en que se mueve la energía física y psíquica de una persona. Al conocer el carácter psicológico de un individuo es posible conocer su pensamiento y conducta.

La hiperactividad y sobrestimulación sensorial, son factores que permiten a los individuos no distinguir entre resignación (falsa esperanza) y esperanza (activa y racional). El estrés y superficialidad de conciencia nos encadenan a repetir “más de lo mismo” destructivo, sin sentido benigno.

Es posible afirmar que la esperanza es un factor clave de toda forma de vida (cfr. Erich Fromm, La revolución de la esperanza, Ed. FCE, México, 1982, p.18-34). Fromm, pone el ejemplo de como muchas flores y árboles buscan la luz del sol. En toda semilla late (esperanza) la posibilidad de germinar. San Agustín de Hipona habla de cómo la esperanza o podríamos decir también confianza, es innata en los niños, por ejemplo, cuando la mamá le da una fruta a un niño, este no espera que lo van a envenenar y cuando lo llevan de la mano a la escuela, no piensa que lo conducen a algo malo. Nos acostamos con la esperanza de despertar, tanto que ponemos el despertador. La esperanza es inherente a la dinámica de la estructura de la vida y del espíritu humano.

La fe racional es una convicción derivada del conocimiento de lo real que se está gestando. Este conocimiento va más allá de lo aparente. La fe y la esperanza no predicen el futuro sino que descubren y actúan a partir del presente y sus posibilidades. La fe es certidumbre con base a la visión pero es paradójica en cuanto acepta cierta incertidumbre. Esto libra del fanatismo. El poder de la esperanza implica que el ser humano y el mundo pueden cambiar.

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