Al igual que los partidos políticos, algunas religiones se han burocratizado 

  • Rendir pleitesía a humanos, es dar la espalda al Creador y a su creación 

Amadeus Olivarex

Martínez de la Torre, Ver.

Los tiempos de crisis, tal como sucede actualmente: crisis de salud que derivó en crisis económica, ponen en jaque, en cuestionamiento, los valores, los principios que hemos adoptado a lo largo de nuestra existencia, respecto a si vale la pena seguirlos sosteniendo, al buscar soluciones apremiantes en materia de subsistencia física, como espiritual, caso de los partidos políticos y algunas religiones, que a la vista de muchos, se han convertido en estructuras burocratizadas y al servicio de determinadas familias.

Y es que, en el caso de grupos religiosos, resalta el haberse alejado de la tarea original, consistente en promover y profundizar el desarrollo espiritual, entre sus adeptos, para centrarse en la dádiva del diezmo, dizque para el sostenimiento de la corporación religiosa que se trate. De ahí que, entre algunos creyentes, se nutra la idea de que Dios está para sacarnos del apuro, del atolladero, cuando esto se ofrezca. Al fin y al cabo, estamos puntales con nuestro diezmo.

Así es como, al igual que sucede entre institutos políticos, se cambia al Creador y a su creación -el reino mineral, el vegetal y al animal, donde se ubica a la especie humana-, para seguir y rendir pleitesía a un humano, semejante al creyente, lo que explicaría las llamadas inmoralidades que se registran dentro de algunos centros de índole religiosa y en lo que también callan los creyentes.

Por lo que, sobre todo jóvenes, van abandonando templos, para buscar alternativas de alimentación al espíritu, porque de origen el humano es carne y soplo de vida, materia y espíritu; de ahí que al menos se proponen renovar las creencias prevalecientes en cuestiones religiosas, pues el culto al Creador y a su creación no es de un día sí y un día no, dado que segundo a segundo necesitamos del soplo de vida, de la paz que brinda la comunión con el poder superior, sea cual sea su nombre, y no cada vez que enferme, que tenga un accidente u otro apuro.

La vida es un soplo y se cultiva por las 24 horas del día: así está escrito: baste al día su afán, precisó Juan Alberto Márquez. Si el cultivo del espíritu se mantuviera firme y no fuera cambiado por las tradicionales 30 monedas de la traición, seguramente habría menos violencia y de menor daño, porque lo que prevalece es locura, rencor y odio hacia lo que vive, concluyó.