“¿Cómo mantener viva y despierta la esperanza?”
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VIVIR CON ESPERANZA
Por Jacinto Rojas Ramos
“¿Cómo mantener viva y despierta la esperanza?”
Mantener viva y despierta la esperanza en estos tiempos modernos de múltiples adversidades no es cosa fácil; vemos por todas partes personas inmersas en el desencanto, desánimo, tristeza y derrota.
Hay que tener muy claro que la esperanza no es el contenido de una definición bien estructurada, la verdadera esperanza es una persona, es Cristo Jesús.
Cristo, es nuestra esperanza, y él es el objeto y fundamento de nuestra fe. Para permanecer en él, la vida del creyente, ha de estar cimentada y orientada hacia Cristo, la roca de nuestra salvación. La vida en Cristo es vida en esperanza, implica caminar con Jesús con un corazón alegre y agradecido, trabajando en la obra de la salvación, como actores libres y responsables, protagonistas en la construcción de la historia y de la “civilización del amor”.
La esperanza del cristiano está marcada por la paciencia, la perseverancia y la fidelidad al llamado de vivir en la espera de la gloriosa venida del Señor al final de los tiempos, en la vida de la Iglesia y en la de cada cristiano. Esperanza activa, y no pasiva, para ser protagonistas de la propia historia y constructores del propio destino, recibido de Dios como herencia: ser hijos y coherederos con Cristo de la herencia de Dios (Romanos 8, 15ss).
Marcados y revestidos con un manto de alegría y agradecimiento, los hombres de esperanza colaboran con el Señor de la Historia en la construcción de cielos nuevos y tierra nueva. Esperan el cumplimiento de las promesas de Dios con una esperanza firme y activa que nace de la fe en Cristo Jesús y llega a su madurez en la caridad (Gálatas 5,6). Esperanza que anima, motiva y fortalece a la fe, extendiéndose hacia los terrenos de Dios: la justicia y la santidad, la participación solidaria de bienes y servicios; esperanza que hace al cristiano ser desprendido y generoso, amable y servicial, alegre y creativo. Me atrevo a decir que el hombre de esperanza sale de las manos de Dios como regalo para sus hermanos y para el mundo.
Solo unidos a Cristo Jesús es como se puede mantener viva la esperanza; la vida cobra rumbo y sentido porque Cristo es el Profeta de la esperanza.
De manera que el hombre de esperanza es un protagonista del cambio social y de su propia historia; es un buscador y promotor de valores y un defensor de los derechos de sus hermanos, los que no tienen voz, como tampoco, tienen lo necesario para vivir con dignidad. Podemos llamarle un profeta de la esperanza.
Esperanza que lo prepara y capacita para la misión. Como Jesús, esperanza de los hombres que instauró en la tierra la única revolución capaz de cambiar al mundo; la revolución del servicio: “ustedes me llaman Maestro y Señor, y lo soy, pues bien, si yo siendo Maestro y Señor les he lavado a ustedes los pies, hagan ustedes lo mismo” (cfr. Juan, 13, 13). Lavar los pies es ayudar a los demás a crecer en la fe; a ser hombres y mujeres de esperanza, que aprendan a llevar una vida digna, mediante el cultivo de sí mismos y en el servicio a los demás.