Un análisis de transparencia y seguridad

Un análisis de transparencia y seguridad

Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

En 2006 surgió en Islandia una organización que pronto tendría notoriedad a nivel mundial. Su objetivo era la transparencia de datos, que todas las personas tuvieran noción de lo que hacían sus gobiernos, incluyendo los datos que estos tenían como clasificados o privados por considerar que su conocimiento pueda ser una amenaza a la seguridad. Esta organización de nombre WikiLeaks fue inspiración para muchos ciberactivistas que utilizaron su conocimiento sobre seguridad y tecnología para infiltrarse en organizaciones gubernamentales, extraer todo tipo de documentos y hacerlos públicos.

Con WikiLeaks se filtraron documentos altamente clasificados de todo tipo de gobiernos, incluyendo México, donde periodistas cuidadosamente seleccionados fueron los responsables de recibir la información encriptada y decidir si la hacían pública. Posteriormente surgieron grupos como Anonymous y ahora el colectivo Guacamaya. Todos ellos tienen en común un objetivo, que no existan secretos, dar a la sociedad la capacidad de discernir claramente con todos los datos.

No se trata de teorías de conspiración, pero es cierto que la falta de información facilita el control, moldea opiniones e incluso facilita la manipulación. Sin embargo, el exceso de datos para una sociedad carente de análisis ciertamente puede volverse una amenaza. Los ciberactivistas apuestan por un crecimiento de las audiencias, por un análisis real donde todos somos responsables de la información que consumimos e incluso nos volvemos partícipes de las decisiones de nuestros gobiernos, sin vivir eternamente en la espera de que estos resuelvan todo en una manera paternalista, protegiéndonos de todo mal.

¿Qué datos deberían conocerse y cuáles no? Para algunos todo debería ser público, ¿Cuál es la intención de ocultar los errores de administraciones actuales o anteriores? Algunos dirán que es por seguridad de la misma población, pero esos intentos de seguridad nos han llevado a confiar en dependencias o instituciones plagadas de corrupción y justo por ello los colectivos que surgen en la actualidad están intentando hacer públicos todo tipo de datos. La reciente filtración que sufrió la SEDENA demuestra su vulnerabilidad, la falta de candados profundos en un mundo cada vez más digital, pero sobre todo hace evidente que en una de las instituciones que deberían ser pilares de seguridad hay una constante de violencia, corrupción e impunidad.

Mucho se habló en estos días del estado de salud del Presidente de la República, que si bien es algo que preocupa a todos los mexicanos, considerando la situación actual del país y los temas constantes en la agenda, debería ser tomado como un tema irrelevante, pues en toda la información extraída hay correos electrónicos que relatan abuso sexual por parte los militares, errores que se suman a una historia de dolor y desconfianza donde también se han visto nexos con el crimen organizado.

Ese debería ser el tema central ¿realmente podemos confiar en nuestros gobiernos e instituciones?, considerando los pilares del colectivo Guacamaya es evidente que no, pues ellos además de buscar la protección del medio ambiente, han atacado gobiernos, filtrando información que delate sus nexos con el crimen organizado y evitando que el ejército se vuelva otro brazo armado de los criminales.

Aunado a lo anterior se suman las supuestas evidencias respecto al caso de Ayotzinapa, nuevamente se nos presenta una versión que parece inverosímil incluso para los investigadores del GIEI, pero que de ser real comprueba los vínculos de elementos de seguridad con el narcotráfico, la protección que durante años se ha brindado a capos y cómo la integridad de la que tanto se habla en estas instituciones ya no es creíble.

Todo esto nos invita a una profunda reflexión sobre los datos que nos compramos, las versiones que propagamos y lo mucho que estamos permitiendo como sociedad. En México los gobernantes son un reflejo de nuestras decisiones y hemos de hacer uso de nuestra voz y responsabilidad, exijamos de manera contundente las acciones que verdaderamente representen un bien para la comunidad. Pues al final cada gobernante al pueblo se debe y al pueblo responde.