¿Era más fácil? Cómo el 11-S cambió por completo la seguridad en los aviones

  • Hasta antes del atentado terrorista en las Torres Gemelas de Nueva York hace 23 años, viajar en avión era una experiencia más corta y sin mayor seguridad.

Cualquier viajero frecuente que haya volado antes del atentado del 11 de septiembre de 2001 recuerda cómo era la experiencia en los aeropuertos. Aunque había medidas de seguridad, eran mucho menos intrusivas. Las despedidas familiares se prolongaban hasta las puertas de embarque, y las filas en los puntos de control eran cortas. Pero todo cambió cuando cuatro aviones de United Airlines secuestrados terminaron siendo impactados en las Torres Gemelas, el Pentágono y un campo en Pensilvania, desencadenando una serie de transformaciones radicales en la seguridad aérea.

El peor ataque terrorista en suelo estadunidense forzó la implementación de controles más estrictos en los aeropuertos, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. En noviembre de 2001, el presidente George W. Bush firmó la creación de la Administración de Seguridad del Transporte (TSA), la cual reemplazó a las compañías privadas encargadas de la seguridad en los aeropuertos. La TSA introdujo nuevas medidas como el refuerzo de puertas en cabinas de vuelo, más agentes federales aéreos y la inspección de todas las maletas facturadas.

Aunque no ha habido otro atentado de la magnitud del 11-S, la seguridad aeroportuaria ha seguido evolucionando ante nuevas amenazas. Se prohibieron elementos como cúteres y otros objetos que podrían ser utilizados como armas. El frustrado ataque del «bombardero de zapatos», Richard Reid, en diciembre de 2001, obligó a los pasajeros a descalzarse en los controles de seguridad.

Las largas filas en los aeropuertos y el costo de la comodidad
Con cada nueva norma, las filas en los aeropuertos se fueron alargando. Para evitar estos retrasos, programas como PreCheck y Global Entry fueron introducidos, permitiendo a quienes pagan una tarifa y brindan información personal pasar los puntos de control más rápido. Sin embargo, esa comodidad tiene un costo para la privacidad, ya que los solicitantes deben aceptar revisiones de antecedentes penales y compartir información personal, como huellas dactilares y datos de residencia.

A pesar de estas críticas, la TSA amplió el programa PreCheck. Su objetivo es centrar los esfuerzos de seguridad en aquellos pasajeros considerados de mayor riesgo.

El avance tecnológico ha traído nuevas preocupaciones. La TSA está experimentando, desde el fin de la pandemia de covid-19, con quioscos que usan tecnología de reconocimiento facial para identificar a los pasajeros, una medida que ha generado críticas debido a la posibilidad de errores, especialmente con personas de color. Además, los defensores de la privacidad temen que estos quioscos, conectados a internet, expongan información personal a ciberataques.

¿Una ‘falsa’ seguridad?
A pesar del trauma que condujo a su creación, la TSA ha sido objeto de críticas por su efectividad. Un informe de 2015 reveló que los agentes de la TSA no detectaron armas o explosivos en el 95% de los casos de prueba realizados por inspectores encubiertos. Críticos como Jay Stanley, de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, se refieren en 2021, durante el vigésimo aniversario del atentado, a la TSA como un «teatro de seguridad», afirmando que las medidas solo dan una falsa impresión de protección.

David Pekoske, actual administrador de la TSA, ha defendido anteriormente la labor de su agencia, destacando la incautación de miles de armas cargadas. Además, ha mencionado otras tareas de seguridad, como la inspección de equipaje y carga, y la presencia de agentes federales en vuelos.

«Hay muchas cosas que la gente no ve», explicó Pekoske en 2021. «Tengan la seguridad: esto no es teatro. Es verdadera seguridad».

Sin embargo, los incidentes de seguridad no siempre provienen de amenazas externas. En 2016, una bomba causó una explosión en un avión de Daallo Airlines, y en 2018, un empleado de Delta fue acusado de contrabandear armas en vuelos a Nueva York. Estos incidentes resaltan la preocupación sobre las amenazas internas: personal de aeropuertos y aerolíneas con acceso privilegiado.

Pekoske aseguró en su momento que la TSA está mejorando su supervisión de estas amenazas, implementando sistemas que alertan sobre comportamientos sospechosos en tiempo real. A pesar de las críticas, la TSA sigue siendo una pieza central en la protección de la aviación.

«La TSA es un elemento disuasivo eficaz contra la mayoría de los ataques», afirmó en su momento Jeffrey Price, experto en seguridad. «Si es un teatro de seguridad, es uno bastante bueno, porque no hemos tenido ataques exitosos contra la aviación desde el 11 de septiembre».