Secuestran a otro funcionario del Ayuntamiento

POZA RICA, Ver.- En un contexto cada vez más turbio de inseguridad y falta de transparencia, la presunta privación de la libertad de Raimundo N., supervisor del Departamento de Gobernación del Ayuntamiento de Poza Rica, ha puesto de cabeza a la ciudad y ha sembrado dudas sobre la efectividad de las autoridades para atender la creciente ola de secuestros en la región.

El hecho ocurrió la tarde del lunes en una gasolinera ubicada sobre la carretera Poza Rica – Cazones, cuando un grupo de individuos interceptó al funcionario y, en un vehículo sin placas, lo llevaron sin dejar rastro. Testigos en el lugar aseguran haber visto cómo, en cuestión de segundos, los presuntos captores se llevaban a Raimundo N., mientras la incertidumbre crecía sin que, hasta ahora, haya una descripción clara de los responsables.

Sin embargo, y a pesar de la gravedad del suceso, la Fiscalía General del Estado de Veracruz no ha emitido ningún comunicado oficial sobre el secuestro, una omisión que no solo resulta alarmante sino que también deja abierta la puerta a preguntas cruciales: ¿por qué no se activó un código rojo? ¿Por qué no existe una denuncia en tiempo y forma? Estos vacíos de información generan una nube de sospecha que crece en la medida en que no se dan respuestas.

Este incidente se suma a una serie de secuestros que han azotado a Poza Rica y sus alrededores, afectando a funcionarios y sembrando el pánico entre la ciudadanía. Sin embargo, la falta de denuncias formales en estos casos sugiere, tal vez, la existencia de conflictos o ajustes de cuentas internos. ¿Estamos ante una falla estructural de las autoridades para proteger a sus propios trabajadores, o estos secuestros son el reflejo de una crisis interna que se ha ocultado de la opinión pública?

Lo que queda claro es que los habitantes de Poza Rica están atrapados entre la opacidad de las autoridades y el miedo creciente en sus calles. Y mientras la Fiscalía y el Ayuntamiento mantienen un preocupante silencio, la sociedad exige respuestas ante una inseguridad que amenaza con convertirse en la nueva norma de la región.

¿Hasta cuándo soportará Poza Rica esta ola de violencia y falta de acción? La incógnita sigue en el aire, mientras la integridad de Raimundo N. y de todos los ciudadanos parece pender de un hilo.