Yunes y Cuitláhuac destruyeron el Sistema de Protección Civil en Veracruz
- Por venganzas, protagonismo y fines personales.
- Cada uno desde su trinchera política, se empeñó en borrar el legado de su antecesor sin entender que desmantelaban uno de los pilares de seguridad más estratégicos para la entidad; hoy, basta mirar los testimonios de las comunidades del norte del estado para entender que ese sistema dejó de existir.
- LOS PEORES: Yunes, cambió mandos experimentados por operadores de confianza, canceló el dragado preventivo de ríos y quitó la construcción de muros de contención; Cuitláhuac, usó la desaparición del Fonden como pretexto para justificar la parálisis, discrecionalidad y opacidad de recursos.

#Xalapa
El desastre y la tragedia ocurrida en el norte de Veracruz, ha destapado el desdén y perversidad con la que se condujeron dos exgobernadores de Veracruz: Miguel Ángel Yunes Linares, a quien sus examigos consideran un traidor y Cuitláhuac García Jiménez, considerado ya el peor Gobernador que ha tenido Veracruz; quienes por sus venganzas, protagonismo y fines personales, destruyeron un sistema de Protección Civil que funcionaba y era referente nacional.
El periodista y Comisionado Presidente de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) de Veracruz, Luis Ramírez Baqueiro; dio a conocer que durante años, Veracruz fue un referente nacional en materia de prevención y atención de desastres naturales. Desde los tiempos de Fidel Herrera Beltrán y, sobre todo, bajo la administración de Javier Duarte de Ochoa, el Sistema Estatal de Protección Civil alcanzó un grado de estructuración y operatividad que incluso fue reconocido a nivel internacional. Hoy, sin embargo, el estado enfrenta las peores consecuencias de su abandono: inundaciones devastadoras, poblaciones enteras anegadas y una respuesta gubernamental que luce reactiva, improvisada y sin coordinación real.
La destrucción de ese entramado institucional no fue accidental. Tuvo nombres y apellidos: Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García Jiménez, dos gobernadores que, cada uno desde su trinchera política, se empeñaron en borrar el legado de su antecesor sin entender que, al hacerlo, desmantelaban uno de los pilares de seguridad más estratégicos para el estado.
El reciente mensaje del exgobernador Javier Duarte, publicado en la red X, no carece de fundamento técnico ni histórico, aunque provenga de una voz controvertida. “Durante los 2 años del mandato de @YoconYunes y los 6 de @CuitlahuacGJ a lo único que se dedicaron fue a destruir mi legado como forma sistematizada para sobresalir ante su ignorancia e incompetencia”, escribió, en un tono más reflexivo que defensivo. Duarte recuerda que su gobierno fue reconocido por Naciones Unidas en la Tercera Conferencia Mundial sobre la Reducción de Riesgos de Desastres (Sendai, Japón, 2015), donde se presentaron las políticas veracruzanas como modelo de gestión preventiva.
En efecto, el Atlas Estatal de Riesgos, la alerta gris temprana, el Plan Tajín de la Secretaría de Seguridad Pública y una red coordinada de refugios, helicópteros y personal capacitado, conformaban un sistema robusto que funcionaba como “reloj suizo”. Más allá de los nombres y de los intereses políticos, esa estructura institucional estaba diseñada para responder en cuestión de horas, no de días. Hoy, basta mirar los testimonios de las comunidades del norte del estado para entender que ese sistema dejó de existir.
La erosión comenzó con Miguel Ángel Yunes Linares (2016–2018). Su gobierno, más preocupado por ajustar cuentas políticas que por sostener estructuras técnicas, redujo presupuestos, cambió mandos experimentados por operadores de confianza y canceló programas de mantenimiento como el dragado preventivo de ríos o la construcción de muros de contención. En apenas dos años, desapareció la cultura institucional de la prevención y se instauró una lógica de “contención mediática”: conferencias de prensa, fotografías en el agua y discursos de emergencia, pero poca o nula planeación real.
El golpe final llegó con Cuitláhuac García Jiménez (2018–2024). Su administración, abiertamente ideologizada y dependiente de los lineamientos federales de Morena, usó la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) como pretexto para justificar la parálisis. La eliminación del Fonden —una decisión tomada desde la presidencia de López Obrador bajo el argumento de que el fondo se había corrompido— sirvió para abrir nuevas vías de discrecionalidad y opacidad. Sin un esquema financiero sólido ni una rendición de cuentas transparente, las partidas destinadas a la atención de emergencias se convirtieron en una caja negra de la que pocos rinden cuentas y muchos se benefician.
Lo que Duarte denuncia en su mensaje no es una defensa personal, sino una constatación histórica: el populismo reemplazó a la política pública. En lugar de fortalecer el sistema técnico de Protección Civil, los gobiernos posteriores prefirieron simular cercanía con la gente: botas enlodadas, selfies en zonas inundadas, promesas de “no dejar solos a los damnificados”, mientras la estructura institucional que podía haber evitado esas tragedias se desmoronaba.
Hoy, con Rocío Nahle García al frente del gobierno, Veracruz enfrenta una doble tragedia: la de la naturaleza y la del desmantelamiento institucional. La gobernadora ha tenido que enfrentar una emergencia sin precedentes con herramientas de hace dos décadas. Sin atlas de riesgos actualizado, sin brigadas bien equipadas, sin flota aérea operativa, y con un sistema de coordinación entre niveles de gobierno profundamente debilitado, cualquier tormenta se convierte en catástrofe.

