La soledad en la unidad deportiva

  • Pasábamos frente a la Unidad Deportiva “Roberto Amorós Guiot”. Pedí que detuvieran el coche, mi pecho se aceleró frente a ese verde paisaje, se notaba acompañado de la más triste soledad, apenas perturbado por el soplo del viento, sin un alma de gente, sufriendo el estrago de la pandemia.

Xalapa

Cierto día me llevaron a dar un paseo en coche, la finalidad, disipar un poco el estrés que ocasiona el encierro en casa. Admiré la floresta que se extiende a lo largo de la carretera que conduce a las trancas, pasamos frente a la plaza Xanat, Plaza Américas y todo el centro de la ciudad de Xalapa, regresamos por la todavía tranquila carretera de Briones.

Cuando mi distracción terminaba pasábamos frente a la Unidad Deportiva “Roberto Amorós Guiot”. Pedí que detuvieran el coche, mi pecho se aceleró frente a ese verde paisaje, se notaba acompañado de la más triste soledad, apenas perturbado por el soplo del viento, sin un alma de gente, sufriendo el estrago de la pandemia.

Mis ojos permanecían fijos en ese santuario deportivo, por un momento me visualice caminando por su perímetro hasta los límites que colindan con el río Suchiapa, de pronto me vi corriendo en la pista de arcilla y el sudor resbalando por mi rostro, también ejercitándome en el césped, recorriendo las canchas de basquetbol y futbol y todos los espacios embellecidos por la mano del hombre, aspirando el oxígeno que exhalan los pinos, las hayas, el ciprés, los robles, admirando las flores y plantas de ornato que complementan este jardín también propio para la reflexión y el misticismo.

Mi contacto visual con la Unidad Deportiva me acercó gratos recuerdos y la presencia de un patronato, un grupo de hombres que hicieron posible la realización de esta obra para el desahogo de los deportistas de la región. Vi con bastante nitidez la sonrisa de don Jesús Soler Suárez, al profesor Anastasio Silva Peña, a don Eufemio Gómez Pérez, el profesor Faustino Gonzalo Galván Martínez aportando ideas, al popular Francisco Aragón Godínez y a don Carlos Méndez Aldama, todos ellos plenos de la vitalidad que la juventud exige.

En esas sensibles imágenes se traslucía la presencia de don César Guzmán Ruiz aplicando la sabiduría, la del gran amigo Rodolfo Zamora Hernández aflorando la sencillez, todos ellos haciendo planes para mejorar estas instalaciones que don Rafael Monge Aldama dedicó largos años de su vida para cuidarlas, embellecerlas y amarla.

Inconfundible ese equipo de trabajo conformado por la señora Sara Guerrero Pazos, Alberto Salazar Xotla, don Emilio Álvarez y Mucio Franco Olivares a quienes se le sumaron Rafael Monge Villa, el señor Guapillo, Graciela Estévez Martínez, Juvencio Salazar, Armando Martínez González y Marisa Garrido Rodríguez y últimamente Martín Blázquez Ojeda, todos ellos escribiendo su historia de trabajo en este inigualable lugar, aquí anidará por siempre la gratitud y el recuerdo de estos hombres de bien.

Desde su cuna, la unidad deportiva, siempre se había mantenido vigente ofreciendo su servicio a la comunidad que ama el deporte; pero ante la amenaza del coronavirus, el recinto de los deportistas también fue aislado, es probable que merecía un pequeño descanso para regocijarse a sí misma, quizá una purificación de todo lo que respira en sí misma para seguir resistiendo la visita de quienes practican la cultura física, puesto que ha logrado transcender al tercer milenio en plena actividad.

Esperamos que la pandemia sea controlada para que este edén deportivo, nuevamente, abra sus puertas, y todo vuelva a ser algarabía en la población deportiva de esta localidad y la región. rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx.