LOS GRINGOS VAN POR MÁS DINERO, BELICISMO Y PODER

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

LOS GRINGOS VAN POR MÁS DINERO, BELICISMO Y PODER

         Cuando decimos que el presidente Andrés Manuel López Obrador no debía viajar a los Estados Unidos de Norteamérica, se debe a que en ningún momento, hacia sus socios más importantes, el Tío Sam ha mostrado más que sus intereses, consistentes en obtener mayores ganancias, revelar su belicismo o belicosidad y el poder de saberse los casi dueños del total del mundo.

         La Unión Americana surgió a ciencia cierta de las aspiraciones de ser ricos quienes habrían descubierto y fundado a la Nación, en medio de sus innatas ambiciones de ganar oro y luego dólares, de someter a quienes se dejaran y mostrar poderío, fuerza y control de los débiles y de los enemigos de la región que alcanza obviamente a los latinos.

         La historia nos dice que aun los ex presidentes yanquis que más mostraron aparente afecto por los mexicanos, no se diga de un John F. Kennedy, o el más carismático Barack Obama, en sus gobiernos el éxodo y huida de inmigrantes se dio en cantidades industriales. La deportación de extranjeros por parte del Tío Sam estuvo a la orden del día.

         Después de China, quizá México sea el país que más aztecas tiene viviendo en la Unión Americana.

         Son más de doce millones de connacionales que sobre todo a raíz de que se firmara por vez primera el Tratado de Libre Comercio, se fueron al otro lado del río Bravo con el objetivo de labrarse un porvenir. Muchos lo consiguieron. La mayoría no y no son pocos los que en el camino perdieron su libertad y hasta su vida.

         El Tío Sam no quiere a los mexicanos. Los usa hasta el extremo de que concluyen jornadas de trabajo exhaustos, cansados y hartos de que si no es la migra, son las siglas policiacas más sofisticadas quienes realizan la persecución de indocumentados explotados por los ricos empresarios yanquis.

         En nuestros pueblos existe un respeto muy singular hacia los gringos. Los reconoce como entes cuya superioridad radica en que tienen dólares, odian a los fuereños y al menor rasgo de condena o rechazo, la emprenden con la dureza que todo mundo sabe, consistente en matar por matar o echar a los mexicanos espaldas mojadas extra-fronteras suyas.

         Vea usted, hay un programa-tribunal de lo familiar con un “rating” de los más elevados que se difunde todos los días a través de la televisión, cuya jueza, la doctora Polo, tiene el acierto y aceptación de millones debido a la eficacia y rapidez con que celebra audiencias, dicta sentencias y cuida muy bien de repetir con alguna persistencia que Estados Unidos es un país de oportunidades.

         También en el curso de dichos juicios un buen número de casos alude a conflictos de pareja y familiares de mexicanos, ya sea que radican en suelo norteamericano o llevan sus conflictos hasta su juzgado, siendo que radican en los estados fronterizos mexicanos con territorio del poderoso país del norte.

         Sin embargo, una constante es que los actores o actrices de estos encuentros judiciales suelen exhibir las debilidades y miserias humanas sobre todo de la enorme familia mexicana. No repara en añadir en sus alocuciones, que sabe, ha escuchado o le cuentan que sobresalen las familias disfuncionales, los adictos a drogas y los traficantes de enervantes. Y añade en sus dichos, lamentablemente ciertos, de que sabe o conoce que este país tiene fama gracias a la colusión que existe entre autoridades públicas y los delincuentes. 

REZAGOS DEL SISTEMA DE SALUD PÚBLICA EN LA GRAN PROVINCIA

         Cuando se insiste por parte del doctor Hugo López-Gatell Ramírez que México afronta un rezago en materia de salud pública que se remonta a cuarenta años atrás, podría hasta asegurarse que éste sin duda puede constituir un crimen de “lesa humanidad” que ha tocado fondo, debido a que las instalaciones hospitalarias para atender las especialidades médicas se encuentran en la CDMX, no en la gran provincia azteca.

         En ese contexto, nomás vea usted lo que está atravesando la otrora Atenas veracruzana. El sector salud acepta que el ascenso de contagiados por la Covid-19 va a la alza de manera sorprendente, siendo que la capital del estado rico pero repleto de pobres, no afrontaba con tal gravedad la presencia del criminal virus.

         Ninguna autoridad del pasado aún reciente habría imaginado que una epidemia pondría en el exhibidor público las lastimosas condiciones de todo un sistema que, por caso en esta ciudad, carece de hospitales que pueda abarcar la mayoría de las especialidades médicas, como sucede en la gran urbe del antiguo Distrito Federal.

         Hubo un delegado del IMSS que al arribar a Xalapa comentaba al reportero que era increíble que la vida hospitalaria fuera tan pobre, que a los pacientes con muchas de sus enfermedades tuvieran que ser enviados a Veracruz puerto o a Puebla y de allí tuvieran que ser trasladados a la Ciudad de México para su atención. Esta es una realidad que sigue bamboleándose exitosamente con el riesgo de que muchos de esos pacientes corran el riesgo de fallecer entre uno y otro recorrido.

         El mismo delegado habría propuesto que en linderos del Cerro de la Galaxia, a un costado de la televisora oficial local, podría iniciarse la edificación de una clínica-hospital del Seguro Social, en el que se atendieran padecimientos y enfermedades para los cuales, justamente al enfermo, de siempre tienen que enviarlo a la CDMX. Verbigracia, los menores con diferentes cardiopatías deben ser llevados a la Ciudad de México porque en la provincia se adolece de los nosocomios y médicos especialistas que puedan ver por aquéllos.

         Entusiasta el delegado, que antecedió en el cargo al abogado Benítez Lucho, confiaba en poder asumir adquirir los terrenos sobre los cuales edificaría la moderna clínica-hospital de especialidades médicas. Empero, una vez que lo renunciaron al puesto de delegado, su relevo nada hizo en ese sentido.

         Negociación entre el IMSS y el cuerpo edilicio local, sobre el cual se ignora en qué concluyó, ante la aparente cerrazón para ceder los terrenos el ayuntamiento de la ciudad que entonces presidía la alcaldesa Elizabeth Morales García.

         El CAEV y el Hospital Civil “Dr. Luis F. Nachón”, podría decirse que son los dos únicos nosocomios en la ciudad, atestados de pacientes y numerosos contagiados que enfrentan al virus invisible, pacientes procedentes de la región de Xalapa, la cual se conforma de una docena de municipalidades en las que, a decir verdad, no existe siquiera un centro de salud, un hospital en alguno de esos espacios de la geografía aldeana, lo que sería un sueño guajiro.

         Si en algún momento algunos alcaldes de la región se proponían difundir las bondades que ofrece una docena de municipios, con el fin de atraer visitantes, dicho propósito resultó un sueño imposible, vea usted que en aras de ver por la salud pública, igual todo queda en proyecto.  

EX PRESIDENTES DEL PRI, UN EJEMPLO PARA FOX Y CALDERÓN 

         En efecto, por qué no permitir los ex presidentes panistas que otros mexicanos surjan a la arena pública y muestren planes, proyectos e ideas nuevas con las cuales competir y quizá buscar modernas transformaciones, pero no los mismos y, peor aun, que estén en plena contienda cuando su tiempo ya pasó.

         Seguramente ni Vicente Fox ni Felipe Calderón podrían volver a ser mandatarios de este país. Su tiempo ya pasó. Lo que hicieron y lo que dejaron de hacer es parte de la página ya caducada que, como tal, para el grueso de los mexicanos sencillamente ya pasó también.

         No hicieron papel de estadistas, habiendo tenido la oportunidad de cambiar al país.

         El hartazgo popular le brindó al magnate Vicente Fox la monumental oportunidad de ser el timonel del cambio en la ruta que lo hubiera querido o ensayado. El entusiasmo popular derrochaba alegría, entusiasmo y la esperanza en millones de ciudadanos que no encontraban cómo darle el cerrojazo al unipartido y sus candidatos.

         Cuando Fox iba a cerrar campaña por la presidencia en el puerto de Veracruz, la gente se agolpó en linderos con la municipalidad de Boca del Río, sin que nadie los transportara ni nada parecido, porque de manera espontánea, con la felicidad pintada en su rostro, hicieron viaje de todos los rincones de la entidad para estar cerca del empresario y político que se había atrevido a jurar que sacaría al PRI a patadas de Los Pinos.

         Una anécdota que pareciera increíble, cuando en aquella histórica fecha los salones de clase de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, se vaciaron, porque ocho de cada diez estudiantes de la universidad pública viajarían en una flotilla de autobuses, exprofeso contratados por alguien, para transportar a la muchachada que estaba a no creer en nadie más que en Vicente Fox. Por supuesto que la algarabía con que surgió su candidatura y su triunfo electoral no duraría más allá de los seis forzados años de ostentar el cargo de presidente.

         Empero, todavía pudo ayudar para que la sucesión no escapara de las manos de albiazules. El abogado Felipe Calderón pareció ante los mexicanos como un hombre sereno, inteligente y dispuesto a rescatar lo que habría quedado de la herencia blanco y azul, con vistas a llevar a cabo el cambio prometido. No lo hizo y su declaratoria de guerra contra la delincuencia organizada tendría que ayudar a sepultar su sexenio cuando apenas iniciaba.

         La ciudadanía entonces votó porque volviera más de lo mismo, doce años atrás, no obstante que el desangelamiento popular caracterizó el rechazo al régimen priista. Lo encomiable que ninguno de los ex presidentes, surgidos del partido de masas sin ideología, diga algo o lance un yo acuso, lo que refleja más que nada un conocimiento profundo del oficio que los mantuvo más de 70 años en el poder.

         Siendo que si los albiazules callaran, otro gallo podría cantarles en próximos procesos electorales, a una sigla tan deteriorada en tan sólo dos sexenios, como si hubieran sido siete décadas, a semejanza de los tricolores. Es todo.