EL PROBLEMA ES QUE NO HAY UN SISTEMA DE PARTIDOS FUERTE

  • Si no aparece el Boeing presidencial “Benito Juárez”, deben aclararlo funcionarios del pasado y del actual régimen que participaron en la entrega-recepción. Así de fácil.

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

EL PROBLEMA ES QUE NO HAY UN SISTEMA DE PARTIDOS FUERTE

Si los dirigentes de los partidos políticos existentes repasaran sobre sus propios errores cometidos en la última contienda electoral de 2018, podrían percatarse que a diferencia de otros estados del mundo desarrollado, el mexicano prácticamente no existe, está muy devaluado y la gente difícilmente da crédito a los partidos políticos.

                Y es que lo mismo padece el PRI, que el PRD o el PAN y el mismísimo membrete de estreno, Morena.

                La sociedad está mucho más avispada que antes. Lee entrelíneas y sabe en qué momento le están mintiendo o tratando de convencer de una ideología que en los hechos difícilmente se sostiene.

                Hay partidos que recientemente solicitaron su autorización al INE, pero se sigue ignorando si ya están operando o se trata de siglas fantasmales.

                La sociedad azteca se acostumbró más de 80 años a aceptar lo que sus gobernantes le quisieran presentar como sus candidatos a los gobiernos de la república, en los estados y los municipios más importantes del país.

                La maquinaria tricolor operó muy bien para los anhelos y ambiciones de los políticos a la mexicana. Nunca nadie se opuso al destino que le marcó el uni-presidencialismo a través de su unipartidismo y que los ciudadanos mexicanos aceptaron sin chistar, es el sistema, decían, y de esta expresión nadie absolutamente dudaba que el mejor hombre iba a asumir el cargo público más importante, porque así lo habría determinado la administración que se iba, porque su gestión llegaba a feliz término.

                Un partido sin ninguna ideología, pero que supo aglutinar a tres sectores de los cuales el país no podía rehuir. Obreros, campesinos y un sector popular, condimentaron accesiblemente el platillo para los dioses de la política. Un país tercermundista, afianzaba su larga hegemonía con la aceptación popular.

                Ya figuraba el panismo por allí, pero no dejaba de ser una oposición adormilada. Y los tantos membretes que surgieron en un momento como el PPS, el PVEM, el PT y otros como el Partido Comunista, habrían de aliarse con alguno de los candidatos fuertes del priismo para no morir de inanición. Es decir, que en realidad un sistema auténtico de partidos políticos no lo tenía México.

                Cuando vino de visita el escritor peruano Mario Vargas Llosa, luego de analizar concienzudamente cómo operaba el priismo azteca, apuntó textualmente que este país contaba con una dictadura perfecta, la cual contaba con los tres poderes de cualquier democracia avanzada del mundo europeo, lo que le permitía a sus gobernantes pregonar la idea de que los mexicanos vivían en una democracia.

                Cosa más incierta, como lo demostraría el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional bajo la batuta del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y posteriormente el PRD, membrete que enarboló la lucha política diciéndose que era un partido de izquierda, no obstante que para el pueblo mexicano le costaba horrores hacerse a la idea de que había una derecha y otra ultraderecha.

                Morena alertó a los aspirantes a ser demócratas, pero luego de obtener su aplastante victoria electoral, porque su candidato presidencial sería el fuerte y no la sigla partidaria, ahora se pregunta el grueso de la sociedad azteca, realmente, ¿qué sigue?, porque ninguno, de los partidos políticos convence a un electorado que bien podría vacilar en salir a votar en las urnas electorales, el próximo y fatídico año del 2021. 

VIEJOS PRIISTAS SIEMPRE VETARON A GUSTAVO CARVAJAL

                Sobre la humanidad de Gustavo Carvajal Moreno estaban todos los viejos priistas veracruzanos que por ninguna circunstancia reconocían en la persona del hijo de don Ángel, el poderoso secretario de Gobernación, tan sólo porque entonces había numerosos tiradores a los cargos representativos del régimen, pero por caso, en Veracruz, la mayoría de gobernadores ni socios priistas habían sido.

                Es decir, que el anti-priismo ya imperaba en las trincheras del partido que vio nacer la luz con don Plutarco Elías Calles.

                La memoria pública a veces es corta y no reconoce que los veracruzanos jamás tuvieron un gobernador, por caso, exactamente salido de las filas del ex partido aplanadora. Y quizá el hecho de que los candidatos impuestos al mencionado membrete salieran de la manga de camisa del presidente de la república en turno, igual acabaría por cansar a un electorado avieso desde siempre.

                El repaso llevó a muchos a presumir que inclusive el abanderado del PAN, cuando gana al candidato priista en ánforas electorales, en realidad había sido una contienda de Kramer contra Kramer, es decir, que el albiazul Yunes Linares consolidó su candidatura al grado de que los conservadores del partido en cuestión lo apoyaran decididos a acabar con el priismo, del cual también un egresado suyo era precisamente el abogado MAYL.

                Dante Delgado asume la gubernatura cuatro años porque entró al relevo de don Fernando Gutiérrez Barrios, gobernador a quien los veracruzanos jamás habían visto sobre tierras estatales, pero    que a dos años de ejercer el cargo como tal, se incorporaría al gabinete presidencial con Carlos Salinas de Gortari. El hombre leyenda, como se le conocía, dejó a Dante como su relevo en la silla de mandatario estatal.

                Un gobernador, Marco Antonio Muñoz Turnbull, sale de la manga de camisa de su amigo el presidente Miguel Alemán Valdés. Don Adolfo Ruiz Cortines, con trayectoria de impecable burócrata de gobierno federal, lució austerísimo –durante sus encargos públicos–esto contaba el profesor Alfonso Valencia Ríos, su albacea.

                Don Antonio M. Quirasco gozaba de ostentar una larga carrera en distintas administraciones de gobierno federal, hasta que igual una recomendación lo lleva al PRI, este lo cobija y abandera para contender como candidato único del partido y obtiene la gubernatura de Veracruz,

                Anterior a éste, el general Heriberto Jara Corona sería mandatario en pago a viejas deudas que tenían los políticos con un general probado en la defensa de los pobres durante la revolución armada que inició en el año de 1910.

                Fernando López Arias había cobrado como poderoso procurador de la república, a quien el presidente Adolfo López Mateos premiaría dándole el puesto de gobernador, tras de que este personaje hubiera exterminado del país a numerosas bandas de bandoleros.

                Rafael Murillo Vidal, Rafael Hernández Ochoa y el propio Miguel Alemán Valdés, don Agustín Acosta Lagunes y jamás se habrían imaginado –se decía– que alguna comisión estrictamente partidista hubiera cubierto antes, con afán de foguearse en la grilla de un partido repleto de tenebrosos, posición en la que quizá ninguno de éstos se habría visto con su personal aceptación.

                A Miguel Alemán Velasco le apoya su relación personal y directa con los medios televisivos y los impresos, lo que le permite ejercer de empresario y en alguna ocasión representó un papel relacionado con el priismo, haciendo difusión de la supuesta ideología que ostentaba el partido tricolor.

                Es decir, que históricamente, un candidato se haya forjado en las trincheras del priismo no hubo ninguno. Los candidatos que hubieran sido apadrinados por el partido tricolor para ocupar la silla de gobernador, al final del día provocarían en boca de los grillos tradicionales de ese partido, ahora hundido en la desesperanza, que ese haya sido una parte del error de fondo para que la gente haya salido huyendo literalmente del viejo régimen tricolor. Al tiempo.  

ANTES DEL NEOLIBERALISMO, MÉXICO, ERA OTRO MEJOR

                Cuántas veces ha escuchado usted que el México anterior a los años 50 y 60 del siglo XX fue mejor.

                El éxito no figuraba en el dinero, como la meta en realidad de las generaciones de profesionales, por caso de la medicina, la arquitectura, la ingeniería y hasta el periodismo escrito, sobre todo.

                En las familias mexicanas el tema del dinero poco o nada se abordaba en la sobremesa o reuniones sociales. El desempeño del trabajo era lo esencial y la fama que cobraba un destacado galeno, por ejemplo, lo debía a que atendía a muchos pacientes, cobraba migajas por la consulta, pero su día lo concluía con una gran satisfacción.

                Lo suyo ocurría entre los profesionales de la construcción, como lo hace constar la escritora Elena Poniatowska en su texto recién hecho circular por la casa editorial, que lo ha colocado para su venta en los expendios de libros mejor cotizados del país, bajo el título “De la tierra al cielo. Cinco arquitectos mexicanos”. Personajes que hicieron las grandes construcciones de la CDMX y otras entidades del interior del país y no se hicieron millonarios. Sino todo lo contrario, su fama y prestigio recibieron el reconocimiento aquí y en el extranjero.

                Contaba nuestro padre, médico egresado de la UNAM, que hacia los años 40 del anterior siglo en Xalapa solamente había siete médicos que perduraron ejerciendo su profesión por varias décadas. El nuestro más de 60 años y que para sobrevivir junto con sus demás familiares la mayoría combinaba su actividad de médico con alguna otra actividad más directamente relacionada con el comercio.

                Los siete galenos gozaron de contar con una consulta siempre repleta de pacientes, pues entonces no había ISSSTE ni IMSS y el médico general prácticamente estaba condenado a estudiar por interés propio en las diversas especialidades, conforme existiera un presumible cuadro de enfermedades. En esa época, por supuesto, no había las mil o más, que por ejemplo nos comentaba el gastroenterólogo José Luis Díaz Martínez, que afloraron como arroz en los años 70-80, ahora, no se diga las propiciadas por los coronavirus, se cuentan por millones.

                Hasta antes de los años 60, el consultorio establecido en Las Vigas de Ramírez, el doctor Raúl González Castillo cobraba consultas de entre 20 y 30 pesos y muchas veces el médico obsequiaba el medicamento a su paciente, porque aquél no contaba con más “cobres” en sus bolsillos que los suficientes para pagarse un pasaje en el autobús de la Flecha Roja y hacer su recorrido hasta Las Minas, a cinco kilómetros del corazón del poblado, al que Fernando López Arias agregó el nombre de Rafael Ramírez, un profesor que sería llamado a recibir el título de padre de la educación rural en México.

                Seguramente, ningún profesional, en la especialidad que usted quiera de aquellos ayeres, podía darse el lujo de habitar en un fraccionamiento residencial, el cual, por cierto, tampoco existía. En su mayoría, personajes que vivieron en la medianía.

                El gremio periodístico, tan severamente cuestionado por el régimen federal, igual apenas en los años inició una época en que los menos se forraron de recursos públicos, los más jamás. Las mayorías  antes y ahora percibieron y siguen recibiendo pagas de miseria.

                Ejemplos que distinguen al oficio, el profesor Alfonso Valencia Ríos, con más de 40 años conduciendo personalmente su antiguo automóvil Chevrolet gris y ya en la etapa final de su vida, el Tsuru, dos coches que nunca renovó por uno último modelo. Así transcurrieron decenios en la vida de profesionales, que no pueden ser siquiera puestos en duda, por tan sólo que sus actividades las hayan desempeñado en los sexenios surgidos del unipartidismo priista. Es todo.