El nuevo mejor amigo de AMLO
|HISTORIAS DE REPORTERO
Carlos Loret de Mola
El nuevo mejor amigo de AMLO
Ya
sin Trump, el Presidente de México se ha echado a los brazos de Vladimir Putin,
Mandatario ruso, a cambio de unas vacunas que aún no llegan. Mientras López
Obrador se encariñaba con Putin y lo calificaba de “genuinamente afectuoso”, el
Mandatario ruso encarcelaba a su más importante opositor y reprimía las
protestas que exigían su liberación. Es tan solo el más reciente párrafo de su
controversial biografía.
El primer trabajo de Putin fue como espía de la
KGB. Durante 15 años realizó distintas actividades de inteligencia. Fue enviado
a la sede de la KGB en Dresden, Alemania del Este. Putin confesó que cuando
cayó el Muro de Berlín, él tomó la iniciativa de destruir informes
incriminatorios. Eran tantos archivos, que el horno explotó.
Cuando la disolución de la Unión Soviética ya se
veía venir –y con ella, la desaparición de la KGB– Putin entró a la política y
comenzó a ascender rápidamente, construyendo una reputación de ser alguien que
protegía a sus jefes. Como vicealcalde de Moscú, ayudó al entonces Alcalde a
escapar en un avión antes de que lo aprehendieran por corrupción.
Varios historiadores coinciden en que esa imagen
de lealtad fue clave para que Boris Yeltsin nombrara a Vladimir Putin como
primer ministro, cuando todavía era un político de poco peso. Yeltsin renunció,
Putin asumió la presidencia interina y luego ganó las elecciones en el 2000.
A partir de ahí empezó a concentrar el poder.
Primer paso, controlar a los medios de
comunicación. A los tres meses de asumir el poder, ordenó la clausura de la
estación independiente de televisión NTV. Siguieron redadas en periódicos y
radiodifusoras, y el despido de los principales críticos del Gobierno.
Segundo paso, anunciar que los oligarcas rusos
ya no tendrían injerencia en el Gobierno (separación del poder político del
poder económico) como sucedía con Yeltsin. Cuando el hombre más rico de Rusia,
Mijaíl Khodorkovski, respingó, el Gobierno ruso lo acusó de evasión de impuestos
y fraude. Fue detenido y le confiscaron sus bienes.
Tercer paso, poner fin a la elección directa de
gobernadores en las 89 regiones de Rusia. Vladimir Putin promulgó una ley para
que él los designara.
Y cuarto paso, alimentar su popularidad con campañas
mediáticas que lo hacían ver como un líder fuerte, que recuperaba el orgullo
ruso que había mancillado Estados Unidos.
Y ya que acumuló poder, entonces perpetuarse en
él.
Como se supone que Rusia es una democracia,
simuló un cambio de cargo. Pasó de Presidente a primer ministro y viceversa,
evadiendo cualquier acusación de reelección; luego alargó los periodos a seis
años; y finalmente organizó un referéndum para poder postularse hasta el año
2036. Ya lleva 21 en el poder. Va por 15 más.
En este camino ha sido acusado de encarcelar e
intentar matar a sus críticos y opositores. Dos casos emblemáticos. La
periodista Ana Politkóvskaya, asesinada tras denunciar los abusos de Rusia en
Chechenia. Y el líder opositor, Alexei Navalny, envenenado con un agente nervioso
que lo puso en estado de coma, del que se recuperó para luego ser detenido. Su
persecución ha detonado una condena internacional y múltiples protestas
nacionales. El Gobierno de Putin ha arrestado a más de 5 mil manifestantes en
90 ciudades rusas, todo, mientras recibía los cariños del demócrata Presidente
mexicano.
Putin es el nuevo mejor amigo de López Obrador,
¿por qué será?