“Que no se apague la lámpara de la esperanza”

VIVIR CON ESPERANZA

Por Jacinto Rojas Ramos

“Que no se apague la lámpara de la esperanza”

Los tiempos que vivimos nos están llenado de oscuridad, terror y tantas experiencias negativas; parece como si viviéramos en una noche eterna.

La Palabra de Dios siempre es luz de esperanza. Propongo la siguiente cita bíblica para fortalecer e iluminar nuestra vida con la lámpara de la esperanza.

A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo…” (Mateo 25, 6-10).

La limitación del lenguaje no nos deja gozar del todo de las expresiones bíblicas a la hora de acoger la declaración del amor de Dios a la humanidad, por interpretarla desde una perspectiva social, biológica y afectiva, humana, en una palabra.

La humanidad entera, concretada en la Iglesia y personalizada por cada ser humano, tiene en las Sagradas Escrituras la contundente declaración del amor de Dios en su expresividad más íntima, como es la relación esponsal.

La parábola propuesta, no la debemos interpretar con matices apocalípticos, para provocar miedo, sino por el contrario, Jesús ha querido anticipar, en la imagen del esposo que llega, la realización definitiva de la alianza de Dios con su pueblo, la que él mismo realiza en la Última Cena, y sobre todo en la entrega total de su cuerpo en la Cruz que lo conduce a la Resurrección.

¡Qué distinto es comprender el mensaje evangélico como la revelación positiva que Dios ha querido hacer de sí mismo, enviando a su Hijo al mundo como testimonio del amor supremo y mostrarlo no para amedrentar el corazón de los creyentes y de toda persona de buena voluntad!, “porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Juan 3, 16).

La vida es un itinerario en el que cada uno puede prepararse para el abrazo amoroso de Dios, unión que ya ha sucedido en Cristo, quien en el seno de santa María se ha unido a nuestra carne como misterio del amor supremo y luz de esperanza.

Vive de manera anticipada, a lo largo de tu vida, el encuentro con quien sabes que te ama, como canta el salmista: “Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, Señor Dios mío” (Salmo 62). Es muy diferente despertar cada día y levantarse por alguien que te quiere, a hacerlo con esfuerzo por pura disciplina o porque hay que ir a trabajar.

Ábrete al amor divino, mantén encendida la lámpara de la esperanza en medio de la tribulación. No estás destinado al abismo, sino a un abrazo, a un banquete de bodas, a la celebración definitiva del amor de Dios.

La condición es que mantengas tu lámpara con suficiente aceite, que es el amor y la esperanza. La esperanza ilumina nuestra vida especialmente cuando llegan las pruebas y experimentamos que vivimos a media noche y que jamás amanecerá para encontrarnos con el Creador.

rrjacinto_9@hotmail.com