TIEMPO/ESPACIO

América Femat

I

Era mejor arder los huesos

antes que los ojos se abrieran a su nacimiento.

Por eso digo que el nacimiento

nada sabe explicar.

Al nacido le enseñan a atesorar las dudas,

nada puede responder sin las lecciones de los maestros de academia.

No obstante,

pienso en la osamenta y en el cabello de La Sacerdotisa;

el cabello es un inusual posible,

sigue creciendo hasta después de la muerte.

No me corten el cabello, “yo sí” a oscuras puedo ver.

Pero los hombres no saben escuchar las palabras de los muertos.

Sí, él me partió, me cerró los labios y los ojos,

hoy el espacio luminoso es desierto para mí.

Y por más que encuentre una casa…

Me ha encontrado una casa, larga de jardines y corredores; luego,

no sé por qué en ella se circula una inusual aridez de primavera.