Dos retratos para un rostro
|- Entrevista con América Femat (Tizayuca, Hidalgo, 1984), poeta, promotora cultural y editora de Cipselas. Es autora de Inexorable (2015); Irrupcción, poemas sueltos (2018); Atisbo (2019) y La Estación del agua (2020).
- En esta plática, explora su ars poética, pero también habla de sus inquietudes, influencias y qué la define en su poética.
AMÉRICA FEMAT HA HECHO DEL AGUA un elemento vital en su poética
Luis G. Mendoza
América Femat, como pregunta obligada, por considerarla importante, ¿Cómo llega la poesía a ti y cuáles son tus primeros pasos?
Los primeros pasos de todo aspirante a escritor, pueden verse como un puente que urge cruzar. La insinuación de la lectura, en momentos que podrías estar haciendo alguna otra cosa, propia de una edad pueril. La poesía me encontró, digámoslo que se hizo puente, acortó una distancia entre mi yo pasado, mi yo presente, y mi yo futuro.
Solía leer versos de un compendio de literatura que perteneció a mi madre; más tarde, cuando cumplí 13 años, fue ella misma quien me regalaría el primer libro de sonetos escritos por Sor Juana Inés de la Cruz. Más tarde, intentaría escribir sin ninguna instrucción más que de aquellas lecturas, atinadamente, y poco a poco, fueron llegando los maestros. Fue hasta el 2015 que me sentí lo bastante resuelta para publicar lo que había escrito en mis años juveniles.
En tu obra hay mucha reminiscencia de autores que admiras. Háblanos de tu primeras influencias, ¿qué autores son tus favoritos?
Tengo muchas autoras favoritas. Últimamente me he concentrado en la lectura de aquellas: genios poéticos como: Dulce María Loynaz, Rosario Castellanos, Margarita Michelena, Wislawa Szymborska, Anne Sexton, Sylvia Platt, Louise Glück, por mencioanr algunas. Digamos que leerlas es también remitir a las primeras influencias, pero desde otro momento.
Es verdad que mis primeras lecturas, en su mayoría, fueron de autores; me enriquecieron y aportaron muchísimo, todavía lo siguen haciendo; sin embargo, es lamentable que su aportación sea por un sesgo predestinado, quiero decir que la mayoría de los libros que circulaban por ese entonces, eran de poetas varones y hasta el día de hoy son los más citados por las escuelas. Existe un status quo de lo que se lee en determinadas épocas. El boom ahora pretende ser femenino, y en correlación con ello, se han rescatado y visibilizado con justicia a algunas plumas, casi olvidadas por completo; todavía falta mucho camino, aún.
Tus primeros tres libros se titulan con una sola palabra, pero a partir del cuarto rompiste con la tradición ¿A qué se debe?
Es debido a una nueva etapa, es la forma de romper con lo viejo y darle paso a nuevas temáticas y aproximaciones dentro de mi cosmos poético. Pienso que es un tema de renovación, así como la misma agua; es el origen, es el inicio. La estación del Agua, como su nombre lo indica, es un periodo de transición, además, funciona como una aproximación de un universo que va anclado al siguiente poemario. Había que proponer un título que explicara lo que viene a continuación. Me he procurado habitar y desentrañar, la hondura líquida de este universo.
El agua forma parte de tu fuente de inspiración, pero sorprende porque la usas como figura retórica y lo transfiguras como una prosopeya; es decir, le das vida propia ¿Es homenaje o admiración a este elemento vital?
Es un homenaje ciertamente, estoy rebautizada con el agua o me gusta precibirlo así; le da vitalidad a mis propuestas; habito un mundo que me parece complejo y fascinante al mismo tiempo. Quisiera hablar su idioma y el de todas sus formas líquidas. El agua me permite revitalizar el lenguaje, comprenderlo, desde otro vórtice del universo.
El héroe en tu versística es un amado ausente, pero no hay tanta nostalgia en tus letras, ¿Sirven los versos como una catarsis?
Sí, el héroe para mí es un arquetipo de la inspiración, es la encarnación de las fases del amor; puede ser amoroso o cruel; ser la salvación o el tormento; ser la evolución o el tropiezo. De igual forma, aparece con todas sus máscaras: la misma heroína es el espejo del héroe; son dos luminarias que se complementan, pero absurdamente no se recuerdan en comunión, ¿cómo pueden recordar, estando separados?, en la poesía, con la maquinaria del lenguaje, pueden unirse, reconciliarse en aquella nostalgia, y entonces, ¿por qué sufrirían los amantes, si están frente a frente?
Irrupción es tu segundo poemario; sin embargo, es una compilación de tus poemas sueltos, una apuesta arriesgada pero justificada, dado que eres prolífica ¿Crees que fue una decisión pronta de reunir poemas en una segunda publicación?
Al contrario, era necesario, ya desde entonces se cocinaba un nuevo poemario que hasta ahora no ha salido a la luz. Irrupción fue un pretexto para publicar lo no publicado. Para darle una intención mayor al poemario anterior: Inexorable y así sucesivamente. Digamos que resultó ser una respuesta a algo que ya era inevitable que sucediera.
¿A qué hora es tu mejor momento para escribir y por qué?
No tengo una hora específica, pero sí como bien dices, tengo un momento bien trazado en mi mente; como si se tratara de las condiciones óptimas para el bien fluir; prefiero escribir en soledad, y con bastante luz; necesito sentirme con energía para estar creativa. A veces uno debe obligarse a escribir, que se convierta en hábito, más tarde ayudará a conectar facilmente con el momento en soledad.
Has trabajado mucho tiempo con jóvenes, has impartido talleres, con muy buenos resultados. ¿Qué recomendación harías a ellos para que se acerquen a la poesía?
Sí, es cierto, fui profesora varios años en un instituto tecnológico, cometí el bello error de impartir talleres de poesía y algunas veces hacerles leer libros que no estaban en la planilla. El resultado fue hermoso; hasta ahora, tengo alumnos que siguen buscándome, y se acercan con la intención de recibir un consejo o un taller. Comencé muy joven a dar clases, hasta ahora sigo impartiendo talleres de poesía y cuando los imparto me gusta dedicarles bastante tiempo, eso ayuda a que comprendan mejor las bases, y las implicaciones de escribir. Tomarlo serio, pero no en serio; es decir, no dejar de jugar. Ese es el mensaje o la recomendación que siempre les hago o les enseño.
El año pasado fue muy bueno para la poesía, puesto que se ganó el Premio Nobel 2020 y el Premio Cervantes, dos de los más importantes a nivel mundial. ¿Qué papel crees que tenga este género en la sociedad y por qué se le debe perder el miedo?
Las instituciones han querido ningunear el valor de la poesía y del o la poeta; sin en cambio, muy a pesar de aquellas mofas, mensajes erróneos y comunicados en distintos escaparates de los medios, y el constructo social en sí; la poesía prevalece; veo que ya comienza a ser popular (no es del todo buena la palabra “popular” pero por algo se empieza).
La poesía tiene un papel muy relevante y poderoso, perderle el miedo implicaría tanto; voy a tratar de explicarlo desde su misma condición, la de la poesía.
Es decir; confiemos en su naturaleza, la poesía es sublime por sí misma, tanto que en buena medida continúa penetrando en las cosciencias. La poesía es un remanso de entendimiento; más allá de las temáticas o posturas estéticas que puedan presentarse alrededor o en ella; se puede intuir que es así ,y eso ya es bastante, es una forma de conocimiento, dirían, y es correcto.
Ésto debido a que la poesía posee un mecanismo inherente que actúa a su favor, se trata del lenguaje; y éste a su vez se representa como arquitectura (símbolo, signo, sonido e imagen). Complementando, ya decía Ezra Pound; la poesía tiene la unificación de tres elementos: melopea, logopea y fanopea; de este modo, el y la poeta son expertos en la inmersión, buzean, si así lo desean, en lo profundo de sí y de su propio cosmos junto con la de la especie, llevando consigo a la poesía como luminaria. Ella a su vez, si sucede, podría invitar a los lectores a hundirse en lo profundo de su propio cosmos, también, sin duda, aquellos aventureros encontrarían bastantes tesoros, y así infinitamente el espejo se repetiría. La poesía, digamos, detona el inconsciente por su misma condición, no es la palabra aislada en sí, sino toda su estructura y maquinaria que actúa como un ente vivo y complejo. Entendido esto, es natural que la poesía nos represente un reto, pero es un reto que es imprescindible correr. No sé, puede haber sorpresas.