Continúan robos, extorsiones, secuestros, violencia y trata de personas; Critican obispos de Veracruz

  • Mientras el desempleo y la crisis por la pandemia, han aumentado el número de pobres en la entidad.
  • El próximo proceso electoral nos coloca ante una gran oportunidad para abonar a favor de la democracia. Es fundamental el compromiso de todos para participar activamente, y de esa forma ir superando el abstencionismo que no permite crecer y fortalecer una democracia completa. El modo de transformar la realidad se realiza con la participación consciente libre y responsable de los ciudadanos.

Xalapa

En el mensaje de Pascual de los obispos de Veracruz, los jerarcas católicos afirman que la pandemia del COVID-19 y sus repercusiones provoca miedo, incertidumbre y desesperanza.

A través de un comunicado, también critican que continúan los robos, las extorsiones, los secuestros, las variadas formas de violencia contra la mujer y la trata de personas mientras el desempleo y la crisis por la pandemia, han aumentado el número de pobres en la entidad.

A continuación, el comunicado oficial:

“Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “la paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor” (Jn 20, 19-20).

 Los obispos de las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Xalapa saludamos con afecto a los hermanos católicos y personas de buena voluntad que buscan el bienestar integral de las comunidades. Les saludamos con ocasión de la fiesta de Pascua y compartimos el mensaje de paz, esperanza y alegría que Jesús nos ha traído con su Resurrección.

 Como a la primera comunidad cristiana, nos envuelve el desconcierto marcado por el dolor, la tristeza y la confusión ante los variados acontecimientos de nuestro entorno. Los primeros discípulos fueron testigos del dolor, del sufrimiento y de la muerte de Cristo en la cruz. Pero el Señor resucitado se presentó en medio de la comunidad y su presencia los llevó a superar el miedo que los paralizaba y les impedía vivir con sentido y con alegría.

Hoy la realidad que vivimos ante la crisis de la epidemia del COVID-19 con sus repercusiones en la familia, en las relaciones sociales, en la economía, en la política, en la educación y en la vida de fe, nos provoca miedo, incertidumbre y desesperanza. Ante este desafío los animamos a vencer el virus del egoísmo y la indiferencia con la fuerza de la fe y la caridad.

Como pastores compartimos las penas y las tristezas, así como las alegrías y las esperanzas de todos, pues como pueblo de Dios vamos en la misma barca y todos dependemos de todos. Por lo mismo, en esta Pascua, les invitamos a contemplar la presencia del Señor resucitado, vencedor del pecado y de la muerte y, llenos de esperanza, los exhortamos a vivir con responsabilidad, fraternidad y actitud solidaria asumiendo la realidad que nos envuelve, afrontándola con ojos abiertos para construir juntos un mundo con esperanza. De nada sirve negar la realidad o buscar soluciones fáciles sin asumir la propia responsabilidad con valentía y creatividad para dar sentido a la existencia con sus luces y sus sombras.

Los rasgos de la realidad socio-eclesial actual, nos coloca ante un ambiente con serios problemas que vienen alterando la vida de nuestras comunidades. La violencia con sus múltiples manifestaciones sigue causando sufrimiento, tristeza e impotencia. La delincuencia se sigue manifestando en los robos, las extorsiones, los secuestros, las variadas formas de violencia contra la mujer y la trata de personas. La crisis sanitaria, causada principalmente por el COVID-19, sigue afectando la vida de todos con consecuencias graves en la relación personal y comunitaria, dando como resultado el aislamiento y la soledad en muchas personas y familias, además de las penosas heridas en aquellos que han sufrido el contagio o han perdido algún familiar. El desempleo y la crisis económica han llevado al crecimiento en el número de pobres, causando serios estragos familiares y sociales. No podemos ser indiferentes ante el fenómeno migratorio y el mal trato que se les da a los hermanos migrantes que atraviesan gran parte de nuestro territorio veracruzano. Con tristeza constatamos el descuido creciente en todo lo que tiene que ver con el medio ambiente y el cambio climático, pues hemos olvidado que sólo somos custodios y administradores de la tierra; además, advertimos un desarrollo limitado para favorecer energías limpias y una ausencia de acciones que detengan la deforestación de nuestros bosques, tanto tropicales como de las montañas del Cofre de Perote y Pico de Orizaba.

La presencia del Señor resucitado nos impulsa a construir una sociedad que se distinga por los valores de la vida y la fraternidad, colocando en el centro a la persona con la riqueza de su dignidad inalienable, descubriéndonos y tratándonos como hermanos. Los animamos a seguir cultivando los signos que fortalecen la solidaridad y la fraternidad que ya promueven diferentes organizaciones de la sociedad civil, de Caritas o Pastoral Social, entre otras. Estas Organizaciones y sus acciones colocan en el centro el valor de la persona humana y su dignidad, empeñándose por el respeto y promoción de los derechos humanos, especialmente el respeto a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, el derecho a la libertad de religión, de conciencia y de libertad de expresión, así como la defensa del matrimonio y la familia. En todo esto promueven puentes solidarios y fraternos de reconciliación y reconstrucción del tejido social, por las vías del diálogo y la discusión social responsable, por encima de agendas ideológicas que inducen a la polarización. En esto todos nos tenemos que empeñar hoy, pues a nadie conviene un México dividido y fracturado por temas que exigen un debate social, ordenado, paciente, respetuoso y bien fundamentado (Cfr. Comunicado de la CEM, Unidos por el bien común, 11 de marzo 2021).

La alegría del encuentro de los discípulos con el Señor resucitado impulsa el compromiso de anunciarlo y construir un mundo con esperanza. De las crisis no se sale igual. Como discípulos misioneros estamos llamados a salir mejores que antes.

Ante la próxima jornada electoral del 6 de junio, reconocida como “la elección más grande en la historia de México”, por la cantidad de cargos que se renovarán en todo el territorio nacional y la nutrida participación ciudadana que se espera, los animamos a participar con entusiasmo, discernimiento e inteligencia. Los discípulos de Jesús estamos llamados a ser luz, sal y levadura en medio del mundo, a promover la justicia social, guiados por los criterios y valores cristianos y de amor auténtico por nuestras comunidades. De manera particular debemos seguir buscando el bien de nuestro País, sobre todo fortaleciendo el camino de una verdadera democracia. De hecho, ya se han dado pasos importantes en esta conciencia y participación en los últimos años, pero falta todavía mucho por hacer para que sea un compromiso real de la mayoría. Tomar parte en la vida y las decisiones de nuestra sociedad es un derecho y un deber que todos estamos llamados a cumplir conscientemente, de modo responsable y buscando el bien común. De manera especial se debe promover la participación de los fieles cristianos laicos, llamados a ser un factor en la construcción del entorno social: Ustedes son la sal de la tierra… son la luz del mundo (Mateo 5, 13-14).

 A la luz de lo anterior, queremos recordarles algunos puntos que consideramos importantes para que el próximo proceso electoral sea realizado de manera adecuada para el bien de todos:

1.- Debemos informarnos y conocer a los diferentes candidatos, sus propuestas, los principios que los motivan y las plataformas que los respaldan; así como, sus convicciones y estilo de trabajo, sus cualidades personales y los resultados que ha dejado su trayectoria política o ciudadana en el pasado, lo mismo que su conocimiento y capacidad para desempeñar el cargo al que se postulan.

 2.- Para decidir el voto es importante realizar un discernimiento serio. Se trata de pensar muy bien cuál opción puede propiciar el mayor bien posible, sobre todo la que lleve a tener acceso a la paz, la seguridad, la confianza, la justicia, al respeto de los derechos humanos y la solidaridad real con los más pobres y necesitados, así como leyes que favorezcan el bien común. Esto vale para la persona del candidato y el partido político que lo propone.

 3.- Votar en forma libre, responsable y bien razonada. No dejarse convencer por ningún tipo de coacciones o chantajes. No es lícito comprometer el voto por las variadas formas de presión económica.

 4.- Recordemos que necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando un diálogo interdisciplinario ante los diversos aspectos de la crisis; una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas (Cfr. Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti No.177).

5.- Nuestro voto habrá de colaborar en la construcción de una política puesta al servicio del verdadero bien común. Nuestra participación ha de tener la intención de avanzar hacia un orden social y político cuya alma es la caridad social porque busca el bien común (Cfr. Fratelli Tutti No.180).

 6.- Dar seguimiento a las políticas y programas con las que la autoridad, una vez legítimamente constituida, buscará cumplirle a la sociedad que para estos fines la eligió. Tengamos muy en cuenta que la participación ciudadana no se agota en las urnas, sino que se da antes, durante y después del voto.

 7.- El próximo proceso electoral nos coloca ante una gran oportunidad para abonar a favor de la democracia. Es fundamental el compromiso de todos para participar activamente, y de esa forma ir superando el abstencionismo que no permite crecer y fortalecer una democracia completa. El modo de transformar la realidad se realiza con la participación consciente libre y responsable de los ciudadanos.

 Queremos recordar lo que hemos dicho en mensajes anteriores sobre este tema: Los ministros de la Iglesia, estamos llamados a animar la participación responsable en la democracia desde nuestros valores cristianos.

 Los sacerdotes saben que nuestra mejor aportación a la democracia es hacer conciencia en nuestros fieles de sus derechos y deberes ciudadanos. Como pastores, estamos llamados a ser factores de unidad y de comunión, de reconciliación y de paz; por lo que no es nuestro papel hablar en favor o en contra de ningún candidato o partido político en particular. Hemos de respetar la libertad de los fieles laicos en sus opciones políticas, dentro de un pluralismo de partidos. Los animamos a promover talleres de participación ciudadana a favor del voto libre y responsable.

Invitamos a los sacerdotes a emprender, en el momento oportuno, en nuestros templos y capillas, una campaña de oración para que el Señor nos conceda vivir un proceso transparente y ordenado, acompañado de una nutrida participación.

Deseamos a todos, de corazón, unas felices pascuas de Resurrección, por la maternal intercesión de María Santísima y la protección de San José.

 Sus hermanos obispos.

 + Hipólito Reyes Larios                                          

  Arzobispo de Xalapa.