Rendición de cuentas y derecho a la información

Rendición de cuentas y derecho a la información

Reynaldo Escobar

Como bien se afirma en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, sin el derecho a la libertad de expresión resulta imposible que la ciudadanía exija a la autoridad una adecuada rendición de cuentas.

Toda vez que los funcionarios públicos disponen de recursos económicos para el desempeño de sus funciones, que pagan los habitantes de toda comunidad.

En México, es el gobierno federal el que dispone del 80% de cada peso fiscal recaudado por las contribuciones impuestas por el Estado; a su vez los gobiernos estatales, de cada peso fiscal reciben una participación de 16 centavos y los municipios disponen de solo 4 centavos de la recaudación correspondiente.

Que nadie se enoje por los cuestionamientos que los gobernados hacen a quien habiendo dispuesto del presupuesto público, despierta la sospecha de haber cometido un desvío de recursos para provecho personal o un enriquecimiento ilícito con el dinero de los contribuyentes. Es mejor prepararse para la rendición de cuentas del cuarto año en los gobiernos municipales de los 212 ayuntamientos veracruzanos, en lugar de perder el tiempo dando respuesta a los enemigos políticos que todo hombre público tiene, desde el momento en que incursiona en la función pública de cualquier nivel.

El vínculo indisoluble entre el hombre político y el periodista profesional debe respetarse, para evitar un relajamiento o una complicidad en la función que cada uno desempeña. Que el periodista ejerza el derecho a la información con toda libertad y sin más límites que los que le impone la Constitución; y por tratarse de un derecho humano, el de la información y la libertad de expresión, toda denuncia ciudadana debe tener cabida en los medios de comunicación sin censura.

Por fortuna, la bravuconería para reclamar la crítica periodística ha disminuido y es mal vista por la sociedad en general. Recordemos el lema atribuido al expresidente Gustavo Díaz Ordaz, con la expresión de que: “nadie afirme como periodista lo que no pueda sostener como hombre”, o la otra frase temeraria y amenazante, atribuida al expresidente José López Portillo que decía: “no te pago para que me pegues”, refiriéndose a la contratación de los espacios de publicidad, con los que pretendía López Portillo recibir sólo elogios y no críticas a su gobierno, por parte de los medios de comunicación.