“Con Jesús, jamás desesperamos”
|VIVIR CON ESPERANZA
“Con Jesús, jamás desesperamos”
Por Jacinto Rojas Ramos
“El que espera, desespera” dice un refrán popular. Esperar algo no es satisfactorio para nadie y en ocasiones las salas de espera en oficinas y consultorios se convierten en salas de tortura para muchos que son impacientes y perciben el tiempo de espera como un tiempo perdido. Esta creencia común puede percibir a la esperanza como algo negativo y algo no muy deseado.
Sin embargo, la esperanza, desde el punto de vista bíblico, es una virtud esencial y tiene una connotación positiva. De hecho, la esperanza de los creyentes siempre está basada en Dios y sus promesas. Nuestro Dios no solamente es fuente de nuestra esperanza, sino que él es el Dios de esperanza: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 1,13). La esperanza de los cristianos está personificada en Jesús: “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza”(1 Timoteo1, 1). El carácter de Dios, quien siempre es bueno, fidedigno y verdadero nos motiva a confiar y esperar en él y en sus promesas. Así que, el teólogo JurgenMoltmann en su famoso libro “La teología de la esperanza”, dice que “la esperanza no es otra cosa que la expectativa de aquellas cosas que por la fe creemos han sido claramente prometidas por Dios”.
Con frecuencia también la doctrina de las cosas futuras, es percibida por muchos como algo controversial y, por lo tanto, como algo que es mejor hacer a un lado. La esperanza es una virtud esencial de la vida cristiana porque hace que nuestra vista y confianza estén fundamentadas en un Dios bueno que cumple sus promesas y que un día redimirá completamente nuestra vida y circunstancias. La escatología es la doctrina de las buenas noticias para aquellos que han confiado en Cristo y que viven bajo las promesas de Dios.
Además, la esperanza no es solamente la expectativa de algo que Dios cumplirá en el futuro, sino que tiene repercusiones presentes. La perspectiva de nuestra vida y nuestro comportamiento cambian cuando nuestra esperanza en Dios y en sus promesas forman parte de nuestra vida como seguidores de Jesucristo.
De hecho, nuestra esperanza como cristianos debería originar por lo menos cinco respuestas en nuestras vidas:
1. Debemos mantener nuestra fe firme y sin vacilaciones (Hebreos 10,23).
2. Debemos vivir vidas puras como hijos de Dios: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3,1-3).
3. Debemos renunciar a la impiedad y vivir de una manera sobria, justa y piadosa (Tito 2,11-14).
4. Debemos actuar con inteligencia para vivir de una manera santa(1 Pedro 1,3.13-16).
5. Debemos mantenernos firmes, constantes y creciendo en el servicio a Dios ya que Jesús ha conquistado a la muerte (1 Corintios 15,58).
Con Jesús, la esperanza no produce desesperanza o es infructuosa, sino que nos motiva y guía para vivir confiados en Dios y en sus promesas.
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