Cerca del Final

  • El final (I de II partes)

Por José Ramón Flores Viveros

La vida es de ciclos, la elaboración de lo que ha sido siempre un intento fallido de columna no podría escapar a esta regla, a lo bronco, diría yo respetando las distancias del delirio que siempre generó este grupo de música norteña, digo esto porque espero no salir con mi batea de baba más adelante y regresar nuevamente con CERCA DEL CIELO, argumentando “dice mi mama que siempre no», esta idea ha surgido por la inquietud ahora de dar otro paso en el propósito obstinado de seguir escribiendo, para mí ha representado mucho haber comenzado con esta columna desde el año 2003, justo tres meses después de la muerte repentina de mi padre.

En esa fecha, con muchos más errores que ahora pude enviar mis textos al diario deportivo Esto de la Organización Editorial Mexicana, con muchísimas limitaciones de estructura y reglas ortográficas, las cuales más de una ocasión violé de manera alevosa e impune, aunque en esa primera columna no tuve consideración alguna, afortunadamente existía un corrector de estilo, el Sr. Newman, si la memoria no me traiciona, quien siempre con sus conocimientos le daba una presentación adecuada para la impresión.

Recuerdo el apoyo incondicional y definitivo del periodista deportivo Edvino Rodríguez Portilla, quien se encuentra ya con Dios, quien se interesó y me animó a que plasmara en una columna deportiva mis modestas vivencias de montaña, la cual terminó por convertirse para mí en una terapia psicológica, donde también me pude explayar compartiendo mi grave problema con la bebida en una parte de mi juventud, al final esta colaboración también se convirtió en un foro donde pude canalizar experiencias de mucho dolor y vergüenza emocional, pero regresando con aquella primera columna y con el Sr. Newman, siempre que enviaba una colaboración lo hacía convencido de que nadie se interesaría en leerla, siempre me arrepentía de hacerlo, debo de reconocer que soy el más duro y desgarrador crítico de esta colaboración.

Me cuesta mucho trabajo creerlo y también recibir un elogio, venga de quien venga, recuerdo una ocasión que Edvino me manifestó -enviaba la columna, cada ocho días-: “Nuestro corrector de estilo el señor Newman, me ha comentado que le gusta mucho tu columna, que la espera incluso semana a semana con expectación”.

Mi colaboración salía cada sábado y también recuerdo que era un compromiso enviarla los jueves por cuestiones de estructura y por el espacio que ya tenía Cerca del Cielo, fue todo un acto de humildad de esta persona quien jamás y nunca mencionó las notables y garrafales fallas de la incipiente columna. (Continuará).