Oliverio Girondo y su poesía para leer en tranvía

 Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1891, en el seno de una familia adinerada que le procuró una esmerada educación en importantes centros educativos europeos. Estudió Derecho, y muy pronto, a raíz de sus contactos con los poetas exponentes de la vanguardia europea, publicó en 1922 su primer libro de poemas, «Veinte poemas para ser leídos en el tranvía», seguidos luego por «Calcomanías» en 1925, «Espantapájaros» en 1932, «Persuasión de los días» en 1942, «Campo nuestro» en 1946 y «En la masmédula» en 1954, obra que constituye su trabajo más audaz en el campo de la poesía.  Al iniciarse la década de los años cincuenta, guiado por su interés en las artes plásticas, incursionó en la pintura con una marcada tendencia surrealista, gracias a su profundo conocimiento de la pintura francesa. En 1961 sufrió un grave accidente que le disminuyó sus condiciones físicas. En 1965 viajó por última vez a Europa y a su regreso a Buenos Aires, falleció en 1967.

PAISAJE

Douarnenez,

en un golpe de cubilete,

empantana

entre sus casas corrió dados,

un pedazo de mar,

con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!

¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Sobre los muelles,

mercurizados por la pesca,

marineros que se agarran de los brazos

para aprender a caminar,

y van a estrellarse con un envión de ola en las paredes;

mujeres salobres,

enyodadas,

de ojos acuáticos,

de cabelleras de alga,

que repasan las redes colgadas de los techos

como velos nupciales.

El campanario de la iglesia,

es un escamoteo de prestidigitación,

saca de su campana

una bandada de palomas.

Mientras las viejecitas,

con sus gorritos de dormir,

entran a la nave

para emborracharse de oraciones,

y para que el silencio

deje de roer por un instante

las narices de piedra de los santos.

 Douarnenez, julio, 1920.