NEGOCIOS QUE PROMETÍAN ANTES DE LA PANDEMIA, HOY NO LO SON EN VERACRUZ

  •  “Sin libertad, la democracia es despotismo, sin la democracia la libertad es una quimera”: Octavio Paz                              

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

NEGOCIOS QUE PROMETÍAN ANTES DE LA PANDEMIA, HOY NO LO SON EN VERACRUZ

Vaya usted a saberlo, pero la zona conurbada de Veracruz, puerto y Boca del Río, hasta antes de que se registrara esta espantosa pandemia, prometía enormidades para los negocios de todo tipo, sin embargo, a la pandemia que se extiende ya por espacio de dos años, hay que agregarle la otra consistente en que la gente carece de suficientes recursos para realizar las compras que en otros tiempos habrían sido como quiera que sea, una constante.

                Esto viene ocurriendo en la tierra del poeta Salvador Díaz Mirón, en la cual también se han dado algunos cierres muy significativos de restaurantes, hoteles, casas de huéspedes y hasta las que albergaban tradicionalmente a los pupilos, es decir, los estudiantes que llegaban a esas tierras para cursar alguna de las carreras profesionales que ofrece la Universidad Veracruzana y cuando menos una docena de casas de estudios privadas.

                Hay las portentosas plazas departamentales que fueron construidas un año antes de que se registrara la entrada del cuasi mortal virus de la covid 19 y en ese primer lapso, les fue de manera espléndida. Hoy día, algunos de los empresarios que se sumaron en la edificación de esos proyectos, se preguntan si en alguno de estos dos años de pandemia, se hubieran atrevido a invertir millones de dólares, porque muy probablemente no lo habrían hecho.

                Los viejos y tradicionales hoteles que dieron tanta fama y lustre al ex primer puerto de México, ahora lucen desiertos, escarapelados sus muros y paredes, desvencijadas sus puertas, unas de madera y otras labradas en piedras de diversos tonos y colores. En su mayoría, adolecen de una afluencia turística que atender y sus gerentes han tenido que prescindir de trabajadores como camareros, meseros en no pocos restaurantes y algunos inclusive han tenido que cesar a los limpia-pisos y barrenderos.

                Es posible que la zona conurbada del puerto jarocho y la municipalidad de Boca del Río, otrora que reflejaba una enorme fuente de ingresos para los prestadores de servicios al turismo nacional y del extranjero, en esta hora, no sea así. Inclusive, las plazas que en sus interiores incluyen negocios con una constante de ventas en otros puertos y entidades del resto del país, en este momento deslucen, debido a la soledad que experimentan sus locatarios.

                La afluencia de compradores de artículos y productos, unos ornamentales, otros de lujo y algunos de muebles de oficina y otros, se duelen que las entradas se hayan venido por debajo de las expectativas que sus capitanes pronosticaban sobre sus escritorios. Sus enormes espacios y pasillos exhiben desolación y la llegada a cuenta-gotas de una clientela que en el pasado no lejano abarrotaba sobre todo las tiendas cuyas matrices se encuentran en la ciudad de México y las principales localidades de los países del primer mundo europeo de occidente, inclusive.

                Al otro lado de las ciudades mencionadas, igual como en el grueso de las municipalidades del interior del estado rico de Veracruz, se aprecia una pobreza extrema en decenas de viviendas, cuyos habitantes suelen ignorar como conseguir dinero para comprar su comida el día de mañana, porque el empleo tampoco lo pueden conseguir jóvenes y adultos, nomás con solicitarlo. Un doble rostro, que aun en poblados con espectaculares negocios, están resintiendo en días, semanas y meses de pandemia. Esperemos.

LA EXPLANADA DEL BARRIO DE XALLITIC, HA SIDO DE AMBULANTES Y BAILARINES

                Desde que el gobernador Antonio M. Quirasco, decidió construir el puente de Xallitic con el objetivo de unir la periferia de la ciudad con el corazón de la misma, igual sus lavaderos y la fuente natural interminable de agua, así como su explanada ha sido aprovechada por vendedores ambulantes, bailarines y expositores de plantas medicinales y otras relacionadas con la supuesta alimentación sana a la que son asiduos muchos de los xalapeños, particularmente.

                El “tortugo”, apelativo con se conocía a un viejo lavador de automóviles, utilizando la caída del agua que viene de la montaña, que carecía de dueño seguramente, todavía hace algunos ayeres consentía el hecho de que hasta allí, numerosos automovilistas, llevaban sus unidades vehiculares para ser lavadas por cinco “elementos” que gustaban del oficio en cuestión, y que no tenían competencia , pues no había los establecimientos dedicados a esa actividad, como ocurre ahora en los cuatro costados de la capital.

                A la vez, la explanada, una vez que entró en funcionamiento, la aprovecharon los administradores de las fiestas populares que se desarrollaban en dos espacios inicialmente, uno el mencionado, y el otro en el Centro Recreativo Xalapeño, en donde la entrada era gratuita y se confundían lo mismo acomodados que los pobres para bailar, departir, comer memelitas y algunos   más se dedicaban a ingerir bebidas espirituosas.

                Las amas de casa del rumbo de Xallitic, acostumbraban llevar sus cargas de ropa para lavarla sobre la extraordinaria piedra que servía de base al lavadero histórico. El agua nunca faltó y nadie, ninguna autoridad se las cobraba. Esta actividad, podría asegurarse que era parte de la cultura de la otrora Atenas de Veracruz.

                Llegados los sábados y domingos, la gente acudía al bailongo, con conjuntos musicales en vivo, deleitaban a mujeres y hombres, que no desperdiciaban una sola de sus tocadas, bailaban todos los géneros de la música y solían disfrutar hasta altas horas de la noche.

                Testigo de raigambre entre los xalapeños, el manager del béisbol Godofredo Calles, vecino querido con vivienda en la plaza Lerdo, de aquellos ayeres legendarios. En la cima del barrio, que forman las calles de Abasolo y Constitución, teniendo en su frente estratégicamente, el Arbol, la fonda que ganó porque sus cocineras preparaban cotidianamente las enchiladas xalapeñas, únicas en la ciudad y que un día, cosa de cinco años atrás, comió el actor Arnold Schwarzenegger, “El Exterminador”, en uno de los descansos durante la grabación de una de sus películas filmada en locaciones de la vecina ciudad de Coatepec.

                Esta quizá, una parte de la página que ha jugado el barrio de Xallitic, su puente, su caída de agua de los manantiales desde la montaña, los lavaderos y la explanada que ha servido para inspirarse el poeta y el músico, la presentación de las exposiciones de artesanías, de comestibles, la celebración de los bailongos y las veladas de los novios en un pasado que comienza a avejentarse. Al tiempo.

LA MITAD DE MEXICANOS NO LO DICE, PERO SE RESISTE A LA TRANSFORMACIÓN DEL PAÍS

                Cuando se está cumpliendo la primera parte del régimen de gobierno federal y numerosas administraciones del interior del país, cabe la certidumbre de que una mitad de la población se resiste a la transformación y la otra mitad, la acepta incondicionalmente.

                Podría advertirse un empate en lo que hace a la posición que guarda la gran sociedad azteca.

                Fueron ochenta años de convivir bajo el mismo sistema de régimen de gobierno. Es decir, las mujeres y hombres de la tercera edad y que conocieron a toda clase de gobernantes, pero el hartazgo les sobrevino, cuando dejaron sobre todo los últimos de administrar los bienes de la nación, en beneficio del pueblo, o el enriquecimiento descarado de no pocos de los políticos fue tan cínico y brutal, que las consecuencias son de todos conocidas, porque la gente finalmente votó en contra de aquellos que socavaron la vida buena del pueblo.

                Ochenta años, en los que el común ciudadano poco se interesó en la cosa pública, como lo hacen constar las sucesiones presidenciales y los cambios de gobernadores y alcaldes municipales, a cuyos procesos electorales y las votaciones de rigor, la gente acabaría rehuyendo, no asistiendo ciertamente a sufragar en las urnas de rigor, menos había siquiera la idea de que el país, podía aspirar a vivir en la democracia.

                Sin embargo, los años previos a lo que el momento ha dado en llamar periodo neoliberal, el grueso de la sociedad azteca gozaba de alguna tranquilidad, paz social, tenía empleo y el poder adquisitivo de los obreros, campesinos y trabajadores de la industria gastronómica y otras actividades laborales, era compatible con los dólares que devengaba la clase trabajadora en los Estados Unidos.

                Empero, cuando aparecieron los signos de la pobreza, el desempleo, la hambruna y la violencia, también la caída de los políticos y los gobernantes de un pasado reciente ominoso, la ciudadanía se alertó y no permitió su avance, como aquellos poderosos capitanes del dinero y la inseguridad querían que siguiera el desgarriate entre los mexicanos.

                Empero, hay una gran masa de mexicanos, que conforma la llamada clase media-tirando a la pobreza y una más que no alcanza los mínimos para sobrevivir con alguna dignidad, que se abocó a sufragar en las urnas electorales en favor del cambio y  la transformación, que vería más por los pobres, pero que no olvidaría que la sociedad azteca, se integra como un enorme mosaico en donde están todas las clases sociales y que sigue confiando y creyendo en el histórico relevo de todo aquello malo que arrastra el México de nuestros días.

                Empero, en ambos casos el conocimiento queda corto de cuanto se hace y no se hace, porque las lecturas tanto de libros como de textos a través de las redes sociales, no es lo suyo, el pueblo mexicano como quiera, es apapachado por los regímenes del pasado y el presente. Es todo.