AL ALZA LA CRUELDAD CONTRA PERROS Y GATOS, PERO ESTOS AUMENTAN EN LA CIUDAD
|60 SEGUNDOS
RAUL GONZALEZ RIVERA
AL ALZA LA CRUELDAD CONTRA PERROS Y GATOS, PERO ESTOS AUMENTAN EN LA CIUDAD
Se presume la existencia de una ley que sanciona sobre todo el maltrato que sufren muchos perros y gatos, se acusa que no pocos son asesinados y por otro lado, su incremento se eleva a porcentajes tan impresionantes, como que en las calles y avenidas de la ciudad, van dejando sus heces fecales, sin que sus dueños hagan algo para levantarlas y sepultarlas en los predios vacíos, por ejemplo.
Sin embargo, es la fecha en que nacionalmente no existe un ordenamiento legal y jurídico que regule la convivencia con esos animalitos, siendo que la cifra de nuevos alumbramientos resulta alarmante, pero más, que se pregone que muchos gatos y perros son abatidos, con miras a venderlos en las carnicerías y taquerías, hasta donde se han detectado restos de las llamadas mascotas.
Este último fenómeno se acusa que se viene registrando en la ciudad de México y ahora, se asegura que dicha carne, se exporta a los Estados Unidos de Norteamérica, desconociéndose si la especie es cierta y menos, que se cocinen en loncherías y taquerías para el consumo humano.
Bajo estas advertencia, no hay pretexto y los legisladores deben ir más allá de una reglamentación que supuestamente rige aquí en Xalapa la convivencia con los perros y gatos y ante la cantidad que aumenta de aquellos en nuestras ciudades, igual, los diputados concretamente legislen en la materia, con vistas a proteger la vida animal, pero igual proteger a las mascotas de ser asesinadas, con fines oscuros.
Lamentablemente, nuestras calles despiden bastantes fétidos olores, tanto de orina como de heces fecales de caninos, cuyos propietarios suelen sacarlos de paseo, pero se olvidan de levantar a la vez sus desechos, lo que provoca un alto grado para elevar la contaminación del ambiente, de por si con el registro de niveles equiparables a los efectos que envenenan el aire que se respira en las ciudades industriales como Texcoco en el estado de México, la CDMX y la capital del estado de Jalisco.
En efecto, hay familias y personas en lo individual, que constituyen un ejemplo, por los cuidados y cariño que profesan a sus perros y gatos, pero también los hay aquellos que se olvidan de vigilar su alimentación, su baño y salidas a la calle, portando bolsas para la concentración en éstas, de los desechos fecales, sobre todo de los canes, ya que los mininos, buscan por si solos, los espacios donde evacúan, y posteriormente proceden a taparlos.
Pareciera un problema menor, pero no lo es, sobre todo, cuando los agentes contaminantes coadyuvan sobremanera al cambio climático, cuyo signo más elocuente, es el calentamiento de la tierra y, es la hora, en que los gobiernos del mundo y las tantas siglas encargadas de cuidar al planeta, siguen sin poder aplicar políticas públicas, que sirvan para mejorar la salud de los seres vivos y sus ciudades.
Todavía aquí en pasadas administraciones, furtivamente, los empleados del ayuntamiento atrapaban a los perros callejeros y los desaparecían, aunque en linderos de la congregación de El Castillo, se contaba que allí los concentraban para su sacrificio en los hornos de la perrera municipal. Esperemos.
EN LOS AÑOS 40 -50 DEL SIGLO XX PAGABAN PACIENTES A MÉDICOS CON PATOS Y GALLINAS
Uno de nuestros dos lectores, nos pregunta si era cierto que los médicos que dirigían sus consultorios privados establecidos sobre el piso frio de las Vigas, los dos únicos que abrían sus puertas todos los días de la semana, incluidos los sábados y domingos, en la tierra nativa del maestro Rafael Ramírez, padre de la educación rural en el país, los cuales como honorarios cobraban no solo los 30 pesos por consulta, sino también lo hacían con gallinas, patos, cerditos, kilos de café, tomates y bolsas de pan.
En efecto, el médico de casa, formado en las aulas de la primera escuela de medicina de la UNAM viajaba conduciendo su automóvil Ford 47 a la municipalidad en cuestión, todos los días, por la sinuosa carretera que unía a Xalapa, con las Vigas, antes sin el apellido de Ramírez, hasta que se lo impuso el gobernador Fernando López Arias.
La tierra que inspiró al escritor Sergio Galindo, para escribir su novela de El Bordo, en los años 40-50-60 del anterior siglo XX, entonces lucía espléndida por su clima frio que calaba los huesos, aun en temporada de calores, la neblina blanca cubría calles y tejados de las viviendas de madera, el farmacéutico del pueblo, el señor Alonso, lucía siempre traje de casimir inglés, corbata de moñito oscura y sombrero a semejanza de los viejos comerciantes ricos de Chicago, de los Estados Unidos de Norteamérica.
Raúl es el médico que llegó directamente de la UNAM al poblado, del cual enamoraría porque encontró gente sencilla, pero amable, obsequiosa, entre la cual forjó su clientela. Los vigueños estaban felices, nunca habían contado con un profesional de la medicina en su tierra, ya que cuando enfermaban tenían que viajar en autobús flecha roja, a la ciudad de Xalapa.
La tierra olía en las Vigas al verde de su abundante vegetación, árboles, pinos y ahuehuetes, la montaña que rodea al municipio, con anchurosos calles, llenas de piedras y tierra, porque el pavimento no llegó sino hasta la entrada de los primeros años del actual siglo XXI. El frio ya no lo es tanto. La niebla solamente aparece en el invierno.
Las manzanas, peras y ciruelas que se cultivaban hasta en los amplios patios de las viviendas de los productores de leche, vendedores de productos cárnicos, alcanzaron fama en todo el país. Camiones de carga salían con su preciada joya (decían así a las frutas mencionadas) con rumbo a los estados del sureste del país, en donde contaban con un vasto comercio.
El hotel del lugar, único por su fachada a semejanza de los famosos históricamente de España y particularmente, del centro de Madrid, cobijó durante el siglo XX, a una gran afluencia de turistas, procedentes de los estados vecinos de Puebla y Tlaxcala, práctica que se dio por espacio de ocho décadas del siglo XX. En uno de sus locales, ejercía el médico por excelencia clínico, con prestigio ganado como tal entre sus propios colegas y los pacientes, en una amplia región de doce municipios, incluida la ciudad de Xalapa.
Cuenta la historia, la placa en su fachada, que el hotel- consultorio adoptó el nombre de Sandino, porque allí se hospedó por un tiempo el dirigente político César Sandino de Nicaragua.
En el antes, los viajeros llegaban para degustar las enchiladas y la sopa vigueña a base de verduras en su elaboración, a la que podían acompañar con un vaso de pulque, sacado de los magueyes que también allí se cultivaban. Los llamados “días de campo” eran concurridísimos por las familias que llegaban desde otros puntos de la entidad, del resto del país y el extranjero, de lo cual dan cuenta las fotografías impresas en blanco y negro, de aquellos días.
las Vigas de Ramírez a su vez no deja de ser un pueblo que padece olvido y la añoranza de sus antiguos habitantes, se debe a que como ellos dicen, los políticos olvidan que existe, que sigue arando la tierra y sembrando frutas, aunque difícilmente para el mercado nacional, menos la exportación.
Obvio es el recuerdo que queda para muchos que un gobernador, don Fernando López Arias, gustaba de celebrar fiestas familiares de día de campo en la capital del frio, la neblina blanca y negra, orgullo permanente de sus habitantes y nativos del lugar. Al tiempo.
EL HOSPITAL CIVIL Y SUS ALRREDEDORES, ATESTADOS DE PORDIOSEROS Y AMBULANTES
En un tianguis se ha convertido el entorno del hospital civil de la ciudad, tanto por vendedores ambulantes, familiares de los pacientes que son atendidos en dicho nosocomio, taxistas, pordioseros, presuntos adictos a drogas enervantes y alguno que otro agente de tránsito que se ve imposibilitado para imponer el orden en la circulación vehicular.
Fue en tiempos del gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, cuando el nosocomio en cuestión fue puesto al descubierto en lo que hace a sus instalaciones hechas pedazos, porque le faltan quirófanos, materiales de curación, medicamentos y las diferentes áreas, se encuentran repletas hasta el tope de pacientes, que al no contar con camas suficientes, tienen que ser abandonados sobre los duros pisos de sus corredores, en espera de que un galeno los asista.
Bajo una administración burocrática al extremo, lenta, tortuosa y viciada por la constante de la flojera institucional, el ingreso de pacientes a sus consultorios no puede calificarse con un porcentaje más que reprobatorio. Los empleados se transforman atrás de las ventanillas de sus cubículos administrativos, en verdaderos azotes de la humildad, ignorancia y sencillez de la mayoría de enfermos que tocan a las puertas del nosocomio, tan sólo en búsqueda de la consulta o la intervención quirúrgica que en cientos de kilómetros a la redonda, no puede encontrar.
Conste que los servicios médicos y menos los medicamentos, son gratuitos, allí se pagan cuotas y éstas, van acordes con el paciente y el tratamiento o enfermedad de que va a ser atendido.
Allí no hay fraternidad ni que haya el directivo administrativo, que se conduela del dolor humano. Se recuerda una vez en que apareció el secretario de salud estatal, detectó o sorprendió graves anomalías y fallas, que al parecer resolvió por lo sano, levantando las actas de rigor y llamando a la conciencia del cuerpo administrativo y médico del hospital.
Empero, el hospital siempre ha experimentado faltas en todos los órdenes, para ser catalogado como una institución que en forma, ve por la salud pública.
Esto, lo hace constar la construcción que en su momento ordenó el gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, del antiguo Centro de Especialidades Médicas, mismo que por algún tiempo desfogó la acumulación de pacientes y sus familias en el hospital civil, empero, en estos días los dos nosocomios se ven rebasados por la asistencia de enfermos que siguen sin recibir medicamentos gratuitos. Es todo.